Abidos es el nombre que los griegos dieron a la capital del Nomo VIII del Alto Egipto. También le llamaban Nomo Tinita, una región que era preferida para los enterramientos, en particular los del período protodinástico, o sea, las primeras dinastías del antiguo Egipto.
Existen muchos datos sorprendentes y curiosidades sobre esta ciudad. Allí fueron construidas tumbas, recintos funerarios, capillas de faraones, templos de culto y pequeñas ciudades.
Curiosidades sobre la ciudad de Abidos
Abidos fue la ciudad capital de quienes gobernaron en el período protodinástico, y todos los templos y tumbas que se han hallado allí fueron reconstruidos varias veces, hasta la Dinastía XXX, aunque la necrópolis se continuó utilizando.
Durante el Primer Período Intermedio, el dios principal de toda la región era Jentiamentiu, que se le veía con el aspecto de Osiris y más adelante, cuando empezaron a fusionarse las deidades, también a él se le consideró Osiris, “El primero de los occidentales”.
Grandes recintos funerarios fueron construidos en el desierto de Abidos, la mayoría de adobe y que luego serían denominados fortalezas. El más completo de todos ellos es el de Jasejemuy.
Pepi I, faraón de la Dinastia VI, construyó una capilla funeraria que más tarde se convirtió en el Gran Templo de Osiris, ruinas que aún perduran. Abidos era el principal lugar de culto a Osiris.
Senusert III de la Dinastía XII construyó una impresionante tumba en la roca, un cenotafio, un templo de culto y una pequeña ciudad, llamada Wah-Sut, que fue utilizada como residencia de los trabajadores.
Ahmose I de la Dinastía XVII empezó la construcción de una capilla en donde, años después, Thutmose III construiría un templo de mayor envergadura, con una calzada procesional desde el templo al cementerio y en donde colocó una enorme puerta de granito.
Seti I, de la Dinastía XIX fundó un templo al sur de la ciudad en honor de todos sus predecesores de las anteriores dinastías. Este templo fue terminado por Ramsés II, que también construyó un templo un poco menor. Merenpth añadió, más adelante, el Osireion, situado al norte del templo de Seti.
Ahmose II de la Dinastía XXVII reconstruyó otra vez el templo y erigió un obelisco de granito rojo.
La última de las construcciones de Abidos fue la de un nuevo templo que ordenó construir Nectanebo I, de la Dinastía XXX.
En la época ptolemaica la ciudad estaba en plena decadencia y ya no se levantaron más obras monumentales.
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