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Mientras en Benín creaban una plataforma de apoyo escolar para contrarrestar la suspensión de las clases por la pandemia, o producían vídeos para explicar de manera sencilla las medidas de distancia social, como el lavado de manos; en Senegal construían máquinas dispensadoras de gel hidroalcóholico con comandos de voz, con pedales o portátiles, de bajo coste; al mismo tiempo, en Nigeria, implicaban a influencers locales para hacer llegar la información a las zonas rurales, articulaban canales de información fiable y daban a estas mismas comunidades las herramientas para controlar el gasto público en la lucha contra la Covid19.
Son solo un puñado de ejemplos, una muestra de cómo la crisis sanitaria global ha movilizado especialmente a los jóvenes y les ha empujado a sentirse interpelados para construir soluciones a través de su creatividad y de las posibilidades que ofrecía el espacio digital. La red panafricana de comunidades de ciberactivistas Africtivistes, con el apoyo de Oxfam ha querido visibilizar este esfuerzo y estas experiencias haciendo una cartografía que no llega a agotar todas las posibilidades, pero que pone en el mapa de diez países fundamentalmente de África Occidental, 107 iniciativas impulsadas por los jóvenes para luchar contra la Covid19.
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“Hemos identificado experiencias numerosas y diversas”, explica Sokhna Cissé, asistente del programa regional de Africtivistes y una de las coordinadoras de este proyecto de mapeo. “Nos hemos encontrado”, continúa esta joven senegalesa, “con iniciativas que van desde la sensibilización hasta la creación de dispositivos, pasando por la distribución de kits o productos higiénicos, entre otros”. “En mi opinión, hay cuatro puntos a destacar: el compromiso de los jóvenes, la dinámica comunitaria, la innovación en el enfoque y la resiliencia. Tanto si han recibido financiación de las instituciones como si no, es necesario reconocer que la juventud ha dado un paso al frente y ha mostrado su capacidad para ser un motor de desarrollo en África”, sentencia.
La prospección realizada por miembros de la red se ha desarrollado en Benín, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria, República Centroafricana y Senegal y ha intentado clasificar las experiencias según diversos criterios. Por un lado, en relación con el enfoque de las acciones distinguiendo entre las que intentaban mejorar el acceso a la información y trabajaban en la sensibilización; las que impulsaban el compromiso ciudadano, empujando a participar en acciones concretas o, por ejemplo, a través de campañas de microfinanciación; las acciones de mejora de la gobernanza, para el control de la acción pública; o las de aplicación de las innovaciones tecnológicas y la investigación científica, a través del desarrollo de aparatos, de aplicaciones o de análisis de datos, por ejemplo.
El mapeo elaborado también ha querido clasificar las acciones según el país en el que se han desarrollado, si han sido impulsadas por organizaciones o personas individuales, si han sido lideradas por mujeres u hombre, las fuentes de financiación y el establecimiento de vínculos o no con instituciones públicas.
En mi opinión, hay cuatro puntos a destacar: el compromiso de los jóvenes, la dinámica comunitaria, la innovación en el enfoque y la resiliencia
Sokhna Cissé
“Estas iniciativas”, asegura Mame Diarra Gueye, una de las encargadas de detectar proyectos en Senegal, “además de sensibilizar, han permitido concienciar sobre la obligatoriedad del cumplimiento de las medidas de protección. En una sociedad en la que la comunicación de proximidad ha demostrado su eficacia, estas iniciativas han servido de relevo a las medidas emprendidas por el Estado para frenar la propagación del virus y la prevención de sus consecuencias”. Maurice Thantan, el referente de la red en Benín, añade que las acciones de los jóvenes “también han contribuido a apoyar a las personas más vulnerables que se encontraban en una situación de mayor precariedad durante este periodo”. Este activista matiza la situación en el país y el enfoque de las iniciativas identificadas: “En Benín, por ejemplo, la enfermedad no causó directamente daños humanos como en otros lugares. Pero las restricciones han tenido enormes consecuencias económicas. Los cursos online y las cestas solidarias han sido muy útiles”.
La valoración de Thantan pone de manifiesto que a pesar del mapeo regional, en cada país la situación ha tenido características diferentes y que esas experiencias impulsadas por los jóvenes han respondido a esas particularidades. “Las noticias falsas y la desinformación siguen siendo el principal reto para frenar la propagación de la covid-19 en Nigeria. Aquí han tenido un enorme impacto. El acceso a la información verificada y auténtica sobre la pandemia era una necesidad muy importante para que tanto el Gobierno como los ciudadanos pudiesen frenar la propagación de la enfermedad en el país. La juventud ha aprovechado los medios de comunicación y la tecnología digital para mejorar el acceso a la información crítica sobre la pandemia y aumentar la acción de los ciudadanos”, cuenta Muazu Alhaji Modu, el encargado de detectar iniciativas en Nigeria.
Por su experiencia en la investigación en Níger, Tamimoudari Noma destaca la importancia de la respuesta a esas particularidades. “Las iniciativas de los jóvenes han aportado soluciones concretas y adaptadas a la lucha contra la covid-19. Por ejemplo, en la prevención mediante la confección de kits de lavado de manos adecuadas a nuestro contexto o la confección de máscaras con materiales más asequibles reduciendo considerablemente el costo que pasó de 1000 CFA (1,5 euros aproximadamente) al inicio para terminar bajando a 100 CFA (unos 0,15 euros). En el ámbito de la sensibilización, igual que en otros países, se han creado plataformas para difundir la información correcta y evitar que las noticias falsas creen psicosis y reticencia a protegerse contra la enfermedad”, comenta el activista nigerino.
Más allá de los proyectos concretos, este mapeo evidencia la disponibilidad de esa juventud africana para dar un paso al frente y comprometerse, ante la amenaza de la enfermedad, y también pone de manifiesto las capacidades que les otorga el dominio del entorno digital. “La pandemia ha sido una oportunidad para que demuestren que les preocupa lo que afecta a la nación”, asegura Tamimoudari Noma, mientras que Mame Diarra Gueye añade que “estos jóvenes tomaron conciencia de su deber moral para con su comunidad”. Por su parte, Mohamed G. Ndoye, otro de los responsables de la identificación en Senegal afirma: “Se levantaron espontáneamente sin esperar una llamada o un gesto de las autoridades. Y muchos se han sorprendido al ver que los jóvenes mostraban tanto civismo y que actuaban sin esperar nada a cambio”.
Algunas de las iniciativas en Gambia, en Nigeria o en Mauritania, han intentado atacar el aumento de riesgo de violencia basada en el género en el contexto de los confinamientos, a través de sensibilización, de asistencia o de promoción de la autonomía de las mujeres
Entre los proyectos identificados destacan, sobre todo, las iniciativas de sensibilización a través de materiales pedagógicos distribuidos en las redes sociales y los proyectos que han intentado contrastar la difusión de bulos y noticias falsas por los mismos canales, prácticamente presentes en los diez países en los que Africtivistes y Oxfam han hecho el estudio. Resulta llamativo cómo también han sido recurrentes los desarrollos para reforzar la educación durante el confinamiento, esfuerzos que se han identificado tanto desde Benín a Ghana pasando por Costa de Marfil o Senegal.
Y de la misma manera, el mapeo realizado por estas organizaciones muestra cómo los jóvenes han enfocado su ingenio también a crear materiales de protección que, sobre todo, en los primeros momentos eran caros y escasos. Si en Costa de Marfil producían gel hidroalcohólico, por ejemplo; en Ghana, en Mauritania o en Senegal elaboraban dispositivos de lavado de manos sencillos, baratos y adaptados a las realidades locales; en Níger ideaban un portal desinfectante o producían viseras como en muchos otros países. Algunas de las iniciativas, por ejemplo en Gambia, en Nigeria o en Mauritania, han intentado atacar el aumento de riesgo de violencia basada en el género en el contexto de los confinamientos, a través de sensibilización, de asistencia o de promoción de la autonomía de las mujeres.
A partir de la observación de esos más de cien proyectos impulsados por jóvenes para afrontar la crisis sanitaria desde diferentes ángulos, la mayor parte de los activistas que han participado en la investigación coinciden en la importancia de la creatividad de sus impulsores. “Lo más importante no es, evidentemente, la disponibilidad de fondos. Las soluciones más notables no son las que han recibido las mayores inversiones, sino las más creativas y las que han ofrecido soluciones con más impacto en sus comunidades”, comenta Maurice Thantan, a partir de su experiencia en Benín. Por su parte, a partir del mapeo en Níger, Tamimoudari Noma, añade que lo más determinante ha sido “el espíritu creativo adaptado a nuestras realidades, esta capacidad de proponer soluciones locales”.
Mientras que Mame Diarra Gueye incorpora que las experiencias en Senegal muestran que lo fundamental es “la conexión con la comunidad, por la capacidad para movilizar”. En este sentido, con una visión global, Sokhna Cissé afirma que la crisis ha demostrado que “los jóvenes quieren aportar soluciones a la comunidad”. La pandemia ha sido “una oportunidad para demostrar al mundo que tienen la competencia, la voluntad y la capacidad de hacer que las cosas sucedan. Todo lo que necesitan es un poco de ayuda, sobre todo financiera, para ponerse en marcha en cualquier campo”, concluye esta activista senegalesa.
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