Rara es la gran empresa que no se ha unido ya a una coalición que se compromete a eliminar sus emisiones de efecto invernadero en las próximas décadas. El verde y la lucha contra el cambio climático vende, y es difícil encontrar una gran entidad financiera o multinacional que no anuncie que logrará las emisiones netas cero a mediados de siglo coincidiendo con alguna cumbre internacional contra el calentamiento. Pero la Organización de las Naciones Unidas (ONU) está preocupada por el lavado de imagen verde —el denominado greenwashing en inglés— en el que se pueda estar incurriendo con planes poco sólidos y promesas vacías e incontrolables. António Guterres, secretario general de la ONU, ha presentado este jueves a un equipo de expertos internacionales que intentarán combatir estas prácticas y que buscará fijar unos criterios mínimos para poder evaluar las promesas climáticas de los denominados actores no estatales, entre los que están, además de las empresas, los gobiernos locales y regionales, que también se están subiendo al barco de los compromisos de emisiones netas cero para 2050.
Ese concepto de emisiones cero netas se refiere a que una empresa o una ciudad solo expulsará los gases de efecto invernadero en su actividad que puedan ser capturados por sumideros, como, por ejemplo, los bosques. En lo que se considera un sumidero puede estar la trampa o en la doble contabilidad (que un mismo bosque se cuente varias veces para compensar emisiones) o en soluciones tecnológicas de captación de gases poco claras o en no tener en cuenta el ciclo completo de vida de un producto o todas las áreas de negocio…
Guterres se comprometió a crear este grupo de expertos en la cumbre del clima de Glasgow del pasado noviembre para que propusiera “estándares claros para medir y analizar los compromisos de emisiones netas cero”. Y eso es lo que hará este equipo, encabezado por la exministra de Medio Ambiente de Canadá Catherine McKenna y que está formado por otros 16 expertos, entre los que se encuentra la española Helena Viñes, consejera de la CNMV y que ya fue miembro del equipo técnico que elaboró la propuesta de taxonomía verde para la Comisión Europea.
Guterres ha explicado este jueves que, para lograr que el calentamiento se quede dentro de los límites lo menos peligros posible, se necesita que “urgentemente” todas “las empresas, inversores, ciudades, Estados y regiones” se comprometan con las emisiones netas cero. Pero ha insistido en que se necesitan “normas y criterios más creíbles y sólidos para medir, analizar e informar sobre las promesas” de estas entidades que están al margen de los gobiernos nacionales, que son los que rinden cuentas ante la ONU y el Acuerdo de París contra el cambio climático.
Este grupo de expertos presentará una propuesta dentro de un año como máximo, centrada en cuatro campos: establecer normas y definiciones para los objetivos de emisiones netas cero; poner en marcha criterios de credibilidad para evaluar los objetivos; diseñar procesos para verificar el progreso hacia los compromisos y los planes de descarbonización; y fijar una hoja de ruta para traducir los estándares y criterios en regulaciones internacionales y nacionales.
El mandato que les da el secretario general advierte de que en estos momentos no existe un conjunto de normas y criterios sobre las promesas de las emisiones netas cero y su aplicación. Esto hace que se esté en riesgo de “socavar los compromisos y las acciones” de aquellos que sí están interesados en cumplir sus compromisos climáticos, “lo que favorece el lavado verde, los anuncios que carecen de planes concretos de descarbonización, la dependencia indebida del uso de compensaciones y la posible dependencia poco realista de las absorciones”, señala el texto. En definitiva, que se apueste solo por esos supuestos sumideros y no por un recorte bruto de las emisiones, que debe ser la principal solución.
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La encargada de presidir este grupo de trabajo, la exministra McKenna, ha recordado a través de un comunicado que la “reciente avalancha de promesas de emisiones netas cero por parte de empresas, inversores, ciudades y regiones será vital para mantener vivo” el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París: que el incremento de la temperatura media del planeta no supere los 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales (el calentamiento está ya en 1,1 grados). Pero ha advertido que eso solo ocurrirá “si todas las promesas tienen planes transparentes, acciones sólidas a corto plazo y se implementan en su totalidad”.
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