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2020 ha sido un buen año para el pianista de la mano muerta

Unos guantes biónicos devuelven la capacidad de tocar a un pianista de 80 años.

Los diez dedos de la manos son preciosos para cualquiera, pero cuando se depende de cada uno de ellos para dar reproducir con la tonalidad precisa de un fragmento de Bach, las extremidades lo son aún más. A sus 80 años, el pianista y director de orquesta brasileño João Carlos Martin ha podido comprobarlo después de muchos años sin poder usar bien su mano derecha por varios problemas de salud. Unos guantes biónicos perfectamente adaptados le han permitido tocar hace solo unos días una de sus sonatas favoritas del gran maestro alemán. 

Los guantes son obra de un diseñador industrial, Ubiratã Bizarro Costa, y cuentan con unas varillas que hacen que los dedos salten hacia arriba justo después de que presionen las teclas. Ese sencillo mecanismo ha devuelto a Martins su capacidad de digitación. “Cuando me mostró los guantes, bromeé diciendo que eran para boxear, no para tocar el piano”, asegura el intérprete que pensó al verlos. Son de color negro y se han fabricado en neopreno con una impresora 3D. “Poder usar los diez dedos nuevamente más de 20 años después es un milagro para mí a la edad de 80”, ha comentado.

Hace solo unas semanas, el pianista estadounidense Keith Jarrett, de 75 años, anunció que no volvería a tocar tras sufrir dos derrames cerebrales que le han limitado la movilidad de su mano izquierda. Ya había sufrido el síndrome de fatiga crónica: su maestría al piano se resintió por eso en los años noventa. 

Las cuitas de salud de Martins se remontan a 1965. La suya es una historia de superación, de lenta pero constante recuperación tras varios reveses. Aquel año se dañó los nervios del brazo en un partido de fútbol en Nueva York, y luego, además, un asaltante lo golpeó en la cabeza con un tubo de metal mientras estaba de gira en Bulgaria. Después de su última cirugía, los amigos esperaban que volviera a sentarse con plenitud en la banqueta del piano, algo que solo han obrado, finalmente, los guantes biónicos. 

Martins preparó una ocasión especial para estrenar sus guantes. Unos pocos días antes de las pasadas Navidades, reunió a sus amigos en un bar de su ciudad para mostrarles el regalo, probablemente el mejor de su vida: los guantes. 

“No dije ni una sola palabra, simplemente se me cayó una lágrima”, comentó el pasado enero. Se ponía fin a un sufrimiento duradero. “Tras perder mis herramientas, mis manos, y no poder tocar el piano, me sentí como si dentro de mi pecho habitara un cadáver”, comentó. Los diez dedos, impulsados por los pequeños muelles de los guantes, le han permitido ahora interpretar de nuevo a Bach. Desde principios de año, ya venía encandilando de nuevo con su música a sus vecinos del barrio Jardins, en el corazón de São Paulo, donde reside hace más de 40 años. 

En su día, Martins actuó con algunas de las principales orquestas de Estados Unidos y Europa y grabó las obras completas para teclados de Bach, pero las lesiones terminaron con su carrera. Durante muchos años tocó solo con una mano y un pulgar o a veces el dedo índice, pero en la práctica terminó perdiendo el uso musical de la mano izquierda debido a una distonía focal, una afección neurológica que afecta a los músculos, y que se añadió a los problemas que sufrió tras el atraco en Bulgaria. Después de más de 24 operaciones quirúrgicas, en febrero de 2019 se retiró por completo. Las limitaciones físicas ya lo habían obligado a abandonar casi por completo la interpretación y trabajaba sobre todo como director de orquesta. 

“Hice los primeros modelos basados en imágenes de sus manos, pero estaban lejos de ser ideales”, asegura el ingeniero, que se inspiró en algo bien alejado de la interpretación musical: la tecnología de la fórmula uno. “Me acerqué al maestro al finalizar un concierto en mi ciudad de Sumaré, en el campo de São Paulo. Rápidamente se dio cuenta de que no funcionarían, pero luego me invitó a su casa para desarrollar el proyecto “. 

Más de 100 ideas fallidas

Martins aseguró que había recibido más de 100 dispositivos en los últimos 50 años muchos presentados como soluciones milagrosas a sus problemas en las manos, pero ninguno funcionó bien. El ingeniero que ha conseguido la mejor solución tampoco acertó a la primera. Se pasó meses probando varios prototipos con su primer usuario, y dio con la combinación perfecta en diciembre de 2019. El producto apenas ha costado unos 500 reales (unos 78 euros), y ahora lo exportará a Europa bajo la marca Bionic Extender Gloves (“guantes de extensión biónicos”).

Martins afirma que quizá los guantes no sean la panacea: “Puede que no recupere la velocidad del pasado. No sé qué resultado obtendré. Estoy empezando de nuevo como si tuviera ocho años de edad ”, aseguró en enero, acompañado por su caniche Sebastian. Otro homenaje a su adorado Bach. 

“[Esto] podría llevar uno, dos años. Seguiré manteniendo la presión hasta que eso suceda”, se ha dicho el pianista. “No me rendiré”. A su edad, está convencido de que puede seguir dando esperanza y ejemplo. Asegura que nunca es tarde para perseguir los sueños y hacerlos realidad. Chopin, Mozart y por supuesto Bach vuelven a llenar su ático en la gran metrópoli brasileña. Y los guantes lo acompañan todo el día, incluso cuando va a dormir. 


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