La pandemia mundial ha detenido los viajes, desvió las escuelas en línea y cerró muchas ciudades, pero el futuro de la ciudad universitaria de Estados Unidos es un área de profunda preocupación para el mundo de las startups.
A las ciudades universitarias les ha ido extremadamente bien con el auge de la economía del conocimiento y la concentración de estudiantes y talento en densas redes sociales. Esa confluencia de ideas y habilidades impulsó el surgimiento de un conjunto completo de grupos de inicio fuera de los principales geos como el Área de la Bahía, pero con COVID-19 afectando a estos ecosistemas y muchos trabajadores tecnológicos considerando el trabajo remoto, ¿cómo se ve el futuro para estos cunas de innovación?
Tenemos tres ángulos sobre este tema del equipo de podcasts Equity:
Danny Crichton ve la muerte de las ciudades universitarias y analiza si las herramientas remotas pueden sustituir las conexiones en persona al crear una startup.
Natasha Mascarenhas cree que conectarse con otros estudiantes es fundamental para desarrollar el sentido de uno mismo, y el declive de las universidades afectará negativamente a los estudiantes y su capacidad para probar y equivocarse en su primer trabajo.
Alex Wilhelm analiza si las universidades residenciales están a punto de ser interrumpidas, o si prevalecerá la tradición. La suya (¡sorpresa!) Es una mirada más optimista al futuro de las ciudades universitarias.
Los centros de inicio se desintegrarán a medida que los pueblos universitarios sean diezmados por el coronavirus
Danny Crichton: Una de las pocas historias de éxito urbano fuera de las grandes ciudades globales como Nueva York, Tokio, París y Londres ha sido un pequeño conjunto de ciudades que han usado una combinación de su proximidad al poder (capitales de estado), conocimiento (universidades) y finanzas (grandes empresas locales) para construir economías innovadoras. Eso incluye lugares como Austin, Columbus, Chattanooga, Ann Arbor, Urbana, Denver, Atlanta y Minneapolis, entre muchos otros.
En las últimas dos décadas, hubo una alquimia económica casi mágica en estos lugares. Las universidades atrajeron a un gran número de estudiantes brillantes y ambiciosos, las capitales y las oficinas del gobierno estatal ofrecieron una base financiera a la economía regional y las grandes empresas locales ofrecieron los empleos y la estabilidad que permiten que florezca la innovación.
Todo eso ha desaparecido, lo que lleva a algunos críticos, como Noah Smith, a preguntar si “¿El coronavirus pondrá fin a la edad de oro para las ciudades universitarias”?
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