En la historia del mundo, podemos encontrar todo tipo de hechos insólitos. Por ejemplo, el saber que una serie de inventos que fueron descubiertos por casualidad fueron capaces de cambiar, algunos no tanto el rumbo de la humanidad, pero sí en parte nuestra forma de ver la vida, de trabajar e incluso de hacer las cosas de una manera más cómoda.
Porque, si miramos nuestro mundo actualmente, observamos cómo ha evolucionado si lo comparamos con cómo era hace unos 50 años, 100 o incluso si retrocedemos varios siglos. Pero no todo cuanto se ha descubierto ha sido de manera intencional.
Sea como fuere, para hacer un descubrimiento, primero se ha de tener una base científica y de conocimiento importante. Alguien sin apenas cultura y estudios raramente podrá ver algo extraordinario y, aunque haya sido casual, descubrir sus posibles aplicaciones futuras y seguir trabajando sobre ello.
Inventos que fueron descubiertos por casualidad
¿Sabías que los post-it son parte de esos inventos que fueron descubiertos por casualidad y, tal vez no nos salven la vida, pero a nivel laboral y personal se usan por millones a diario? Fueron obra de Art Fry y Spencer Silver, que descubrieron un uso interesante al adhesivo de baja adherencia que habían desarrollado en su laboratorio, de forma que podían pegar papelitos en libros sin que las hojas se estropeasen.
El horno de microondas obra de Percy Spencer también fue otro invento casual. Descubierto en 1946 cuando su creador investigaba el radar con un tubo vacío, observó que un dulce de su bolsillo se deshacía. Entonces, imaginó las muchas aplicaciones del aparato, y vaya si revolucionó la historia del mundo.
Otro invento casual fue el marcapasos, obra de John Hopps. Mientras investigaba la hipotermia, usó calefacción de frecuencia de radio, descubriendo que el latido del corazón podía recibir estimulación artificial para funcionar.
Sin duda, la penicilina fue un gran invento que nos cambió la vida. Obra de Sir Alexander Fleming, buscaba curar enfermedades con algún producto poderoso, pero nada iba bien. Y fue precisamente gracias a un experimento desechado en una placa de Petri contaminada cuando observó que el moho creado disolvía una bacteria. Así nació este poderoso antibiótico que salvó millones de vidas humanas.
Por último, despedimos con la sacarina, obra de Constantine Fahlberg, que buscaba un nuevo uso para el alquitrán de hulla. Corría el año 1879 cuando observó que los panecillos cocinados por su mujer estaban muy dulces. Y todo ello era por el químico que llevaba en sus manos que, a partir de ese momento, recibiría el nombre de sacarina.
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