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5 señales que te alertan de él

El sobreesfuerzo o el mero hecho de tener que procesar más información de lo habitual, sobre todo si es nueva, hace que nuestro cerebro corra el riesgo de colapsarse. Esto se traduce en un cuadro diagnosticado como agotamiento mental. Es la manera que tiene nuestro cuerpo de manifestarse ante cambios o circunstancias a los que no estábamos acostumbrados hasta ahora y que nos suponen un gasto de energía extra. La clave está en saber cómo prevenirlo.

El agotamiento de nuestra mente llega a nosotros cuando tenemos un giro drástico en nuestras rutinas como por ejemplo el cuidado de un hijo recién nacido, un cambio de trabajo o multitud de tareas en muy poco tiempo con menos descanso del necesario.

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A eso hay que sumarle el añadido de la pandemia mundial de coronavirus. La situación de extrema alerta sanitaria que vivimos desde comienzos de 2020, con el confinamiento total como epicentro, ha ido haciendo mella en nuestro estado de ánimo. Más grave ha sido el caso de las personas que han tenido que afrontar la pérdida de un ser querido por el virus. Todos estos condicionantes mezclados en una coctelera dan como resultado sentimientos negativos como el miedo, la angustia y los nervios que se manifiestan de diferentes maneras.

Uno de los síntomas mas propios es la sensación de cansancio continuado. Esto sucede porque no descansas bien debido a este agotamiento mental. Tus horas de sueño no son lo suficientemente reparadoras y durante todo el día te encuentras fatigado. Esto arrastra directamente a un segundo síntoma que es la irritabilidad. Un sentimiento que podría hacer que te enojes con facilidad y que estés más susceptible de lo habitual.

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La desmotivación es otra señal que nuestro cerebro manda para avisar de que el ritmo de vida que se lleva y que genera ese agotamiento mental no es el adecuado. Asumir las tareas o incluso hacer los planes de ocio no te harán tanta ilusión. ¿La solución? Date un respiro, descansa, duerme ocho horas diarias, bebe mucha agua, come saludable, practica ejercicio moderado y no te castigues por sentirte así. Es importante canalizar las emociones.

Vaivenes en el estado de ánimo. Es otro síntoma muy propio de la fatiga mental. Igual no te apetece salir de la cama que al rato quieres comerte el mundo y hacer un sinfín de planes. Toda una montaña rusa propia de este cuadro y que no tiene mayor importancia. Simplemente, deja que fluya.

Lentitud mental. Cuando la cabeza está saturada, el proceso de toma de decisiones o de reflexión se ralentiza, te sientes extenuado y sin capacidad para resolver con claridad. Inseguridades, dudas y demás trabas a la hora de escoger una opción u otra aparecerán, pero igual que han venido, se irán.

Son algunas de las señales que nuestro organismo reproduce cuando afrontamos un proceso de agotamiento mental. Además de las soluciones aportadas unos párrafos más arriba, algo que supone una gran ayuda es la meditación guiada para controlar la respiración. Días buenos y días malos habrá siempre, lo que se trata es de mantener el equilibro y la estabilidad emocional.


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