La maleta del exilio español en América


Ahora que se han cumplido 80 años del fin de la Guerra Civil, y que los restos de Franco ya está fuera del Valle de los Caídos, y que hay cierta conciencia de que no es propio de un país civilizado que miles de víctimas sigan en fosas comunes y cunetas, reconforta entrar a una sala de cine y encontrarse con el documental La maleta de Helios, un homenaje a los cientos de miles de exiliados españoles y sus familias que fueron grandes damnificados de aquella guerra, pero de los que casi no se habla.

La historia sencilla y desgarradora de Helios Estévez y su padre Antonio, uno de los 25.000 exiliados que acogió el Gobierno de Lázaro Cárdenas en México tras la contienda, es una reivindicación de aquellos hombres y mujeres que, si bien no acabaron en la cárcel o fusilados, sufrieron durante toda su vida las consecuencias del franquismo y en la mayoría de los casos vieron sus sueños rotos.

El largometraje dirigido por Javier Angulo y Nacho Villar comenzó su andar en el Festival de Cine de Huelva y acaba de pasar por el de La Habana, donde el tema es especialmente sensible, pues en Cuba recalaron miles de exiliados republicanos que, como Antonio Estévez en México, rehicieron su vida como pudieron, en un país que no era el suyo, pensando que un día podrían regresar.

Todo el mundo conoce los grandes nombres del exilio mexicano, cubano, argentino o norteamericano, Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, Mariano Ruiz Funes, Luis Jiménez de Asúa… Pero ¿qué fue de las vidas de tantos hombres y mujeres anónimos que lo perdieron todo y dejaron atrás su pasado y sus historias, y de los que nada se sabe?

La maleta de Helios cuenta la historia de Antonio Estévez, un republicano anarquista, escritor e intelectual autodidacta, nacido en 1897, que vivía en El Bierzo (León) cuando estalla la Guerra Civil y ha de marchar del pueblo para no ser fusilado. Deja allí a su esposa e hijos, el más pequeño de ellos Helio, de pocos meses, y lucha en el bando republicano hasta que termina la guerra y se exilia en México. Hasta ahí una historia de tantas.

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Pero la película aborda el conflicto del exilio desde una perspectiva diferente, que toca el corazón del espectador de un modo sutil y a la vez brutal: es el punto de vista del hijo que no conoció a su padre y que ha construido su imagen a través de los recuerdos de su madre, que nunca volvió a ver a Antonio pero siguió enamorada de él hasta el último día, y de las cartas que les llegaban desde México.

Antonio nunca pudo regresar a España y, después de 20 años, solo habló una vez por teléfono con su esposa. A los 19 años, Helio Estévez no aguantó más y se fue a México a conocer a su padre, que era viajante y vivía en una pensión, pues nunca tuvo un hogar estable, siempre pensó en el reencuentro. La narración, a través de los ojos y de la voz de Helio, de lo que fue el exilio para su padre y sus compañeros en México, provoca tristeza y desasosiego: primero, las conversaciones de café cuando todavía creían que Franco caería y podrían regresar, luego la etapa de la rabia, de la frustración, y la depresión al darse cuenta de que no había alternativa.

Helio se reencontró con su padre, pero la alegría duró poco. Antonio murió pronto y él convirtió su tristeza en poesía y se quedó a vivir en México, donde formó una familia, que ahora viajó con él a La Habana a la presentación del documental. “Es una historia muy dura y triste, como la de muchos”, afirmó. Para Javier Angulo, director desde hace 12 años de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, la historia de la familia Estévez no es importante solo porque habla de la herida del exilio, sino “por su reflexión final: un mensaje de reconciliación para que no vuelvan a cometerse los mismos errores”.

En la maleta que siempre tuvo preparada Antonio Estevez para volver y reencontrase con su familia, que finalmente Helio llevó de vuelta a El Bierzo, se resume el drama de cientos de miles de exiliados que vieron naufragar sus vidas hace 80 años y que nunca han sido reivindicados como se merecen.


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