El documental de Juliana Fanjul se estrenó en México el sábado pasado, en un acto cerrado en la UNAM, pero se proyectará próximamente en el Monumento a la Revolución y en varias plazas del país.
Por Gustavo Sánchez B.
“¿Consummatum est?”, nos preguntamos en este sitio el 16 de marzo de 2015. Una noche antes, la periodista Carmen Aristegui había sido despedida por la empresa MVS.
Desde ese momento ya se hablaba de un golpe a la libertad de expresión y de censura contra la comunicadora y su grupo de periodistas que la acompañaba.
Marzo 2015.
4 meses. Les tomó cuatro meses ejecutar el golpe. Lo planearon todo. Primero empezarían con las cabezas de Daniel Lizárraga e Irving Huerta. Pero la que en verdad querían era la de ella. ¿Su delito? Hacer periodismo. En este caso documentar la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto en Las Lomas de Chapultepec, comprada y facilitada por Grupo Higa, contratista del gobierno de Peña tanto a nivel federal como local en el Estado de México, a cambio de participar en la construcción del tren México-Querétaro, el cual finalmente se canceló unas horas antes de la publicación del gran reportaje de Rafael Cabrera, Sebastián Barragán, Daniel e Irving, bajo la dirección de Carmen.
“Fue una puñalada trapera”, me dijo Carmen en marzo 2015, cuando llegó a la modesta redacción de su sitio web, entonces ubicada en la calle de Darwin, colonia Anzures, a unas cuadras a la espalda de MVS.
Carmen llevaba varios días escuchando unos spots en su contra, pautados justo en sus cortes comerciales. Pero lo que ya no toleró fue el despido de Daniel e Irving, a los que la empresa acusó de hacer mal uso de la marca MVS.
Llegó agitada pero ni el día del golpe ni ningún otro día la vi llorar. Enfundada en una gabardina azul marino, me di cuenta de su fuerza. Veía hundirse el barco pero no saltaba ni dejaba hundir a los demás. Siguió su camino, no escrito, con una entereza encomiable.
Marzo 2020.
Los ejecutores del golpe no lo pensaron ni lo entendieron entonces pero tal vez lo saben ahora: la voz de Carmen no es de nadie más que de ella. Ahora se escucha no sólo en su sitio de internet sino también en Grupo Radio Centro, gracias a una alianza concretada a finales de 2018.
Tal vez los ejecutores lo saben ahora: aún con el gobierno más autoritario y corrupto en frente, la voz de Aristegui no se calla y proyecta una luz que ilumina hasta un país en tinieblas.
Los ejecutores se fueron, otros aún siguen por ahí como si nada, pero ninguno tiene el tamaño de quien ya es considerada por varios como una de las mejores periodistas en los últimos tiempos, formada en una fila de grandes, como Julio Scherer, Vicente Leñero, Miguel Ángel Granados Chapa, Carlos Monsiváis…
Silencio Radio, el documental de Juliana Fanjul, retrata todo esto. Es, básicamente, un poema de miedo y esperanza. Miedo por todo el poder que se puede llegar a emplear contra los mensajeros. Esperanza por la decisión de Carmen de seguir adelante.
Una de las sorpresas de “Silence Radio” es que no deja fuera el contexto político y social en México: desde los 43 hasta la llegada de AMLO al poder.
Escribe Giorgia del Don al respecto en Cineuropa: “Carmen Aristegui, incorruptible hasta adquirir un aura mística, representa para los millones de personas que la apoyan la única voz alternativa a la versión oficial. Carmen, en apariencia impermeable al miedo, se dedica a tiempo completo a divulgar la verdad que el gobierno mexicano (liderado desde hace 70 años por el mismo partido político) que se dice respetable, ya no puede esconder debido a su sistema corrupto. La desinformación es la verdadera batalla de la periodista, una herida infectada que el gobierno busca cerrar despidiéndola de su puesto de trabajo cuando ella y su equipo hicieron público un escándalo de corrupción que implicaba al presidente. Una decisión desencadenará la indignación colectiva e iniciará una guerra mediática a favor de la libertad de opinión y de prensa…”.
“Sin mostrar nunca (o al menos brevemente) el horror, Juliana Fanjul sugiere; nos hace imaginar lo peor sin privar a su heroína de esa amabilidad y sentido del humor que la hacen única. La voz fuera de cámara de la directora (cuyas palabras, implacables pero realistas, son elegidas con sumo cuidado) da a la película un sabor agridulce, poético y a la vez contundente“.
“Silence Radio enriquece un discurso sobre México que la directora complica en cada película. Como un caleidoscopio que apunta hacia un mundo complejo y en constante cambio, y que tiene una gran necesidad de voces y de imágenes verdaderas y valientes”, remata.
El filme se estrenó en México el sábado pasado, en un acto cerrado en la UNAM, pero se proyectará próximamente en el Monumento a la Revolución y en varias plazas del país.
Aquí, una parte del mensaje de Aristegui tras el estreno del documental:
Reporte de lo ocurrido el sábado: