Concentradas frente a sus máquinas de coser, reclusas panameñas confeccionan mascarillas con telas estampadas y multicolores, como parte de la estrategia gubernamental que busca frenar la pandemia de COVID-19 en Panamá y como una demostración de que ellas son “decentes e íntegras”.
Se trata de un plan piloto puesto en marcha con un grupo de privadas de libertad del Centro Femenino de Rehabilitación Cecilia Orillac (Cefere), que están produciendo mascarillas de tela para contener la propagación del nuevo coronavirus en los penales, según informó el Ministerio de Gobierno.
Las mascarillas de tela cumplen con las recomendaciones de las autoridades sanitarias, con doble capa de tela (no sintética) y un tamaño de 17.8 por 10 centímetros, explicó el Ministerio de Gobierno, el rector del sistema carcelario panameño.
En medio del constante sonido de las máquinas de coser, Zenovia Vanderpol, con siete años de estar detenida tras ser extraditada desde Cuba, dijo a Efe que está “muy agradecida con Dios y la ministra de Gobierno”, Janaina Tewaney, porque la hayan tomado en cuenta para ser parte de la iniciativa.
Madre de tres hijos, uno de ellos fallecido, Vanderpol afirmó que junto a otras seis de sus compañeras valora su participación en este proyecto como una oportunidad para ayudar al país, “y para que el mundo entero sepa que nosotras también somos gentes decentes”.
Esta misión también las ayuda a estar espiritualmente con sus familias, expresó Vanderpol, que recordó que junto a una compañera de nombre Ruth fueron de las primeras que iniciaron como voluntarias el proyecto de confección de las mascarillas, al que se unieron otras cuatro detenidas.
De momento, Vanderpol manifestó que desconocen la cantidad de mascarillas que les van a encomendar coser, pero que cualquiera que sea están dispuestas a entregarse a su producción.
Vanderpol reconoce la seriedad de esta pandemia global y exhortó a los panameños a que “se cuiden mucho y se queden en casa, que es la única forma para que esta epidemia pueda parar pronto”.
Tewaney dijo que los planes que se tienen son los de expandir la confección de mascarillas iniciada en el Cefere a la cárcel La Joya, en la capital, y también al Centro Femenino de Rehabilitación de la provincia occidental de Chiriquí.
La iniciativa, según la titular de Gobierno, tiene sus beneficios y aristas, como lo es la resocialización a través de enseñarles a los privados de libertad nuevas habilidades “para que en un momento se reintegren a la sociedad”.
Y agregó que sobre todo está la importancia de resaltar a la ciudadanía que los reclusos “están aportando muchísimo, que son los que nos están ayudando ahora, las privadas específicamente, para la confección de estas máscaras” para los centros penitenciarios del país y eventualmente para la población.
Científicos de Harvard publicaron los resultados de su estudio el 14 de abril, alcanzando esta conclusión.
Además destacó que la llegada de la pandemia al país obligó a la implementación escalada de medidas de prevención en los penales, como la restricción de visitas externas a las cárceles, de limpieza e higiene, dotación de mascarillas, jabones.
“Una vez ya nos enteramos de los casos positivos, se empezaron a tomar todas las medidas de aislamiento necesarias y requeridas para poder salvaguardar (la vida y la salud) de los privados de libertad en el país, que es nuestra responsabilidad”, señaló.
Panamá, de acuerdo con cifras oficiales, tiene una población penitenciaria de más de 18,000 reclusos, con aproximadamente cerca de 1,000 mujeres.