Nada más terminar el partido contra el Valencia, le pidieron a Benzema que explicara la enorme volea de su segundo tanto, y lo primero que le salió al francés con una sonrisa entre tímida y pilla, mientras se salía del plano de cámara, fue una respuesta casi pueril para lo que acababa de hacer: “Es un centro de Marco [Asensio], hago el control, tiro con la izquierda y entra”. Aunque seguidamente, tal vez al darse cuenta de la simpleza de sus palabras, remató: “Parece fácil como yo lo cuento, pero hay que hacer el gesto muy rápido”.
El delantero había firmado un gol de póster, de gran complejidad técnica, con el que se convirtió en el quinto máximo anotador de la historia del Real Madrid (243), uno por encima de Ferenc Puskas. El actual nueve blanco, eso sí, había necesitado más del doble de encuentros (503 frente a 242) que Cañoncito Pum hace medio siglo. Por delante, tiene todavía a Santillana (290), Di Stéfano (308), Raúl (323) y Ronaldo (450).
En el vestuario el acontecimiento quedó eclipsado por el feliz regreso casi 11 meses después de Asensio al fútbol. Todos acudieron a felicitar y mimar al balear, era lo suyo. Había clavado el 2-0 a los 31 segundos de salir al campo y apareció también en la escena de ese 3-0 de Benzema, con un pase que el francés recibió algo forzado, que domó y lo convirtió en un golpeo de exposición.
Media hora antes, el delantero galo ya había aliviado a su equipo con el primer gol a pase de su nuevo socio preferido, Hazard. No marcaba un doblete desde el pasado noviembre, al PSG, y entre mediados de diciembre y el parón de marzo apenas acumulaba tres tantos. “Jamás ha sentido ningún nervio por los goles”, aseguran en el club. La sensación desde fuera también era esa, pero sin la aportación anotadora del resto de arietes (Bale, Hazard, Vinicius, Jovic, Mariano o Rodrygo) las miradas a la cuenta atascada de Benzema resultaban inevitables. Con los dos ante el Valencia ya acumula 21 este curso (16 en Liga), a 11 de su mejor registro en la campaña de los récords (2011-12) de Mourinho, el mismo que poco antes había deslizado el apelativo de “gato” para referirse a él y a sus habilidades para “cazar” dentro del área.
El debate sobre sus dotes anotadoras es tan viejo como su llegada a España (2009), solo atenuado en los dos últimos cursos con el paso al frente en esa faceta (30 dianas alcanzó el año pasado). Pero a él lo que más le sigue gustando es todo lo que rodea o antecede al gol, por eso es el máximo asistente (9) del vestuario esta temporada, un pase más que Kroos y dos que Carvajal. Y, si se compara con Messi, Griezmann, Mbappé, Salah, Mané, Firmino, Agüero, Neymar, Lewandowski y Haaland, es el que mejor porcentaje de pases buenos presenta, con un 85,14%, tres puntos por encima del argentino azulgrana.
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El fútbol de Benzema se parece bastante a su descripción de la volea contra el Valencia: fácil en apariencia, complejo en el fondo y sin artificios. Cualquier compañero que se le acerca, lo encuentra. La campaña anterior ocurrió con Vinicius, cuando el brasileño surgió en medio del páramo para animar a un Madrid deprimido. Y en esta le han juntado con Hazard, la sociedad en la que el equipo ha puesto gran parte de sus huevos en ataque en este tramo final. El belga arranca desde la izquierda, una zona en la que tradicionalmente ha gravitado Benzema. Ellos dos culminaron este jueves el 1-0 y a punto estuvieron de hacerlo mucho antes en un disparo forzado de Hazard tras conexión con el francés. De los 38 pases buenos que dio el nueve, ocho fueron con su nuevo compinche.
El año pasado, a la vez que asumía más responsabilidades anotadoras tras la salida de Cristiano Ronaldo, inició “un proceso de readaptación física”, como lo definen en Valdebebas, que pasó por “una dieta minuciosa y una preparación extrema, por ese orden”, para asumir el paso del tiempo (ahora tiene 32 años). Pero no lo hizo, dicen, para meter más goles, sino para seguir disfrutando de su fútbol. Contra el Valencia cumplió las dos cosas.
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