Jürgen Klopp, líder rebelde


El Liverpool ganó la Premier. Estaba anunciado. Pero parecía imposible que sucediera contra la corriente de una historia que le había dado la espalda, contra los golpes de la fortuna, contra un Manchester City que batía récords de eficacia absolutos en el fútbol inglés, y contra la pandemia de coronavirus que paralizó la industria durante tres meses y amenazó con dejar la competición baldía. Después de tres décadas de amargura en el torneo nacional, el soberbio equipo de Jürgen Klopp tomó por fin el testigo del equipo de Kenny Dalglish que en la primavera de 1990 alzó la vieja liga inglesa.

Aquel fue el punto final de la saga más grandiosa del fútbol británico. Este es el comienzo de una epopeya marcada por los extremos. De la conquista de la Champions en 2019 al drama de un campeonato que solo se ha podido completar en estadios vacíos mientras la crisis sanitaria se cobra víctimas a un ritmo insólito en Europa Occidental. Inglaterra ya suma más de 40.000 muertos oficiales por covid-19.

”Este es el año más difícil para ser campeones”, decía Klopp esta semana, animando a sus pretorianos, a Henderson, a Van Dijk, a Wijnaldun, a Alexander-Arnold, a Mané, Salah y Firmino. “Esta liga ya es histórica”.

Formalmente, la lucha por el campeonato se cerró este jueves en Stamford Bridge, donde el Chelsea venció por 2-1. En una tarde caliente y extemporánea. Con Guardiola en la banda, con camiseta blanca y playeras, mirando incrédulo a su equipo después de que Gundogan y Mendy regalaran el gol al Chelsea. Fue en el minuto 36, después de una falta a favor del City al borde del área de Kepa. El rechace se depositó en Mendy. Se la pidió Gundogan. El francés se la dejó. Gundogan se quedó parado y Pulisic se la robó. Cuando Mendy intentó cerrarlo, Pulisic tocó el balón con la punta de la bota y lo dejó pasar por la tangente antes de definir con muchísima clase ante la salida de Ederson. Fue el 1-0. Fue el comienzo del desplome de los visitantes, obligados a ganar para postergar el alirón del retador. Incapaz de reponerse, el City acabó perdiendo ante un adversario atrevido que ya le porfió con acierto en Manchester.

Si la diferencia de 23 puntos (de momento, 86-63) entre el líder y el segundo no se altera, el Liverpool se convertirá en el campeón más sobrado en la historia de la liga inglesa. Superará al propio City, que se llevó el campeonato en 2018 con una diferencia de 19 puntos sobre el United. Es la primera vez en los 132 años de la Primera División inglesa que un equipo se proclama campeón siete jornadas antes de completar el calendario.

El Liverpool venía de hacer su trabajo. El miércoles, en Anfield, había borrado del mapa al Crystal Palace para completar un récord local: 23 victorias seguidas en casa. El Palace recibió cuatro goles sin poder tocar ni un solo balón en el área del líder. Otra circunstancia sin registros precedentes en la última década.

“Es la mejor presión tras pérdida jamás conseguida a puerta cerrada”, celebró Klopp el miércoles. “Íbamos 4-0 en el minuto 80 y había cuatro de nuestros jugadores acosando a sus rivales como si persiguieran el último balón que queda en el planeta. ¡Eso somos nosotros! Nunca subestimen las ganas que tiene este equipo de ganar este título”.

Probablemente, los jugadores de Klopp ansiaban más la liga que sus lejanos predecesores. Las crónicas recuerdan que la tarde del 28 de abril de 1990 se impregnó con un aire de nostalgia cuando Bruce Globbelaar, Glenn Hysen, David Burrows, Steve Nichol, Barry Venison, Alan Hansen, Jan Molby, Ronny Rosenthal, Ian Rush, John Barnes y Steve McMahon verificaron que habían ganado la 18ª liga inglesa del Liverpool. Después de imponerse al QPR (2-1) con un penalti de Barnes, los jugadores permanecieron cuatro minutos vagabundeando por el césped de Anfield, a la espera de la conclusión del Aston Villa-Norwich (3-3). El empate en Villa Park dejó fuera de la carrera al Aston Villa y desató los sentimientos encontrados en el equipo que dirigía Kenny Dalglish. La multitud congregada en el estadio hizo de la victoria un homenaje a los 95 hinchas fallecidos en la avalancha de Hillsborough un año antes.

Un apagón sin precedentes en las grandes ligas

Si el Liverpool seguía de luto, maltratado por los tabloides y expulsado de las competiciones europeas tras la masacre de Heysel, el fútbol inglés estaba a punto de experimentar la reforma más profunda desde el comienzo del profesionalismo. La inauguración de la Premier League a partir de 1992 transformó la industria por completo. Se reformaron los estadios, se dispararon los derechos de televisión, y el Liverpool, que venía de conquistar ocho ligas en la década del 80 y era con mucho el club con más trofeos nacionales de Inglaterra, se adentró en un ciclo depresivo. Durante 30 años vivió a la sombra de rivales que no tenían ni la mitad de su pedigrí.

La historia del fútbol europeo no registró un apagón parecido. En abril de 1990 el Liverpool sumaba cuatro Copas de Europa. Era un miembro señalado de la aristocracia. Ninguno de sus pares, en las tres décadas que siguieron, se quedó sin ganar su liga nacional. El United, que en 1990 sumaba una Copa de Europa y solo siete ligas inglesas, desde entonces ganó dos Champions y 13 títulos de la Premier. El Chelsea (5), el City (5) y el Arsenal (3) le siguieron en la conquista, y hasta el Leeds, el Leicester y el Blackburn Rovers se pusieron la corona del mejor del año.

En el resto de las grandes ligas europeas, los viejos campeones de Europa conservaron su hegemonía local. Desde 1990, en Alemania el Bayern acumuló 18 títulos de la Bundesliga, por delante del Dortmund (5), el Stuttgart (2), el Kaiserslautern (2), el Werder Bremen y el Wolfsburgo. En la Serie A, la Juventus coleccionó 13 scudetti, seguido de Milan (7), Inter (5), Sampdoria, Roma y Lazio. Y en LaLiga el Barcelona fue el campeón dominante (16) seguido del Madrid (8), el Atlético (2), el Valencia (2) y el Depor.

Este jueves el Liverpool sumó su 19ª liga. Parecía cantada. Parecía imposible.


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