¿Cuánto marca la primera vez que tienes sexo?

El sexo y su despertar son muchas más cosas que el coito en sí, pero es ese momento exacto el que apuntamos en nuestra memoria. Dejar de ser virgen es el resumen de lo que aspira a que suceda cualquier adolescente medianamente enterado del tema. “Una pena que socialmente se asuma que primera vez significa penetración y no relación sexual. Imponiendo así una barrera entre ser o no virgen, tener o no sexualidad madura e inmadura, completa e incompleta…lo que es caldo de cultivo para problemas futuros en el ámbito sexual”, explica Marta Fuentes Galán, psicosexóloga y terapeuta de pareja. Carecer de información afectiva sexual hace que los adolescentes recurran a encontrar la información donde buenamente pueden. Y, como señala la profesional, la mezcla del porno con el mito del amor romántico, se convierten en una bomba de relojería. La primera vez, para casi todos, deja huella. Los chicos se empeñan en dar la talla y las chicas en estar guapas, que no duela y, como recalca la profesional “deben manejar la doble moral que tenemos: se les exige no parecer unas mojigatas, pero sin que nadie piense que puedan ser promiscuas”.

La actriz Ana Milán describe su primera vez como una situación bonita en cuanto a emociones, pero nula si hablamos de placer: “Tampoco podía ser de otra forma. La pérdida de la virginidad tiene, sobre todo para las mujeres, una carga emocional muy brutal. Bastante tenía yo con pasar el trámite y salvar el miedo a que mi madre me lo notara en la cara…Y no, no se pareció a lo que yo imaginaba, puesto que no había golondrinas levantando las sábanas con sus picos, no sonaban violines, ni yo sentí aquello que el cine me había prometido tantas veces”. Pero emocionalmente, acertó: “No fue cualquier chico, fue mi primer novio, ambos la perdimos juntos y hubo tanto mimo y tanto cuidado que para mí el amor pasó a ser un sitio de confianza“. Un sexo que ella ha mejorado y sofisticado: “Lo poco que sé del sexo lo he aprendido escuchándome y teniendo la valentía de preguntar. Los años nos quitan colágeno pero nos dan el regalo de ser más libres con nuestro cuerpo. Para mí, en el tema sexual los años juegan a mi favor”.

Esta es la sal de este guiso. Que el sexo pueda ser un sitio de confianza en el que evolucionemos para llegar a disfrutar y ser felices. Cosa difícil de apuntalar desde el principio, más si eres LGTBI.

La primera vez siendo LGTBI

María está doctorando en filosofía y género. Como mujer trans, su primera vez, con la que entonces era su novia, fue, como ella misma califica, un horror: “Yo casi 18 años; ella 16. Yo no sabía qué hacer, así que básicamente me hizo un poco un recorrido turístico por su cuerpo. Le agradecí mucho que fuera tan directa, porque yo de cuerpos que no fueran el mío no tenía ni idea. El resto fue un coito cutre. Básicamente, ella se me subió encima. Fue una experiencia muy frustrante. No por ella, sino porque a mí no me interesaba nada pero creía que era lo que debía hacer”. María tardó tiempo en tener relaciones sexuales placenteras y, en su caso, cree que su condición de trans fue determinante: “Habría sido mucho mejor si yo hubiera salido ya del armario”. 

Para Toño Abad, presidente de Diversitat Alacant, y director del Observatorio Valenciano contra la LGTBIfobia,  ser LGTBI es determinante para esta primera vez: “Muchos hombres gais hemos socializado nuestra sexualidad a través de sentimientos de culpa y desde el secretismo y la clandestinidad. Sin tener los referentes que tienen las personas no LGTB. Mi primera vez fue un desastre absoluto, me paralizó el miedo y luego me sentí muy culpable. Por suerte, y gracias a las redes de apoyo que hemos sabido construir las personas LGTBI, la información y el acceso a la educación sexual pude mejorar mucho mi vida afectivosexual. El sistema heteropatriarcal nos empuja a relaciones insanas y excesivamente destructivas, por las cargas que nos impone. Establecer educación sexual a todas las personas independientemente de su orientación sexual o identidad de género es esencial para la salud sexual y que no pasen por donde hemos pasado nosotros, sin ayuda, sin consejo y sin apoyo”.

Tampoco había salido del armario Lidia García, una mujer capaz de hablar de la copla, feminismo y lesbianas todo a la vez, pero, sin embargo, para ella fue una maravilla. “Me sentí divinamente, la verdad. Pero no solo por el sexo en sí mismo, sino porque fue una especie de corroboración final: todas las incomodidades que había vivido intentando encajar en la heteronorma, todas las cosas que sentía a las que no sabía ponerles nombre… todo se puso en su sitio”. Lidia reconoce que hubiera sido mucho mejor si hubiera tenido referentes lésbicos porque iba a ciegas, pero ella se acostó con la persona a la que deseaba: “Salió bien porque nos gustábamos mucho y teníamos muchas ganas”.

Cuánta falta hace que nos eduquen en la diversidad para que nos permitamos desear a quien queramos.

¿Cuánto marca la primera vez que tienes sexo?




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