Hace 14 semanas, el colegio envió un correo electrónico al mediodía diciendo que suspendían las clases hasta nuevo aviso y que irían dando más detalles para la vuelta a las aulas. Muchos padres optimistas pensaban que en 15 días o como mucho después de Semana Santa ya estaría la anécdota superada. Y, con la tontería y cien días confinados, esta semana ya ha tocado final de curso. Pero un final de curso disimulado, a medio gas, como cuando a un corrupto se le hace jubilarse para irse sin mucho ruido.
(En algunos casos excepcionales, los niños volvieron la semana pasada unas horitas, pero con los típicos correos disuasorios en plan “que venga solo quien tenga a los padres trabajando presencialmente”. Total, que en todo nuestro colegio han ido unos 20 desde infantil hasta sexto).
Esta semana pues hemos ido a dejar a la niña durante 45 minutos para recoger las cosas que se quedaron en clase y sobre todo para despedirse en persona de las profesoras a las que tanto quiere y con las que solo ha estado en contacto por Zoom. Han repartido a los alumnos en diferentes franjas horarias y puertas para que no coincidieran demasiados, y por supuesto, no se podían dar ni besos. Aunque todos hemos hecho la vista gorda durante un abrazo espontáneo porque era un momento muy importante para ellos.
En la agenda aún tenía apuntado que esta semana se iban tres días de campamentos, que les hacía muchísima ilusión. Hoy lo he tachado y he ido pasando las páginas hasta septiembre.
Todo vacío.
El abismo, tú.
Realmente, los que han sido Salvados por la campana son los responsables de Educación, que tendrán más margen para examinarse de competencias o incompetencias.
Nuestra hija acaba P4, así que el impacto del confinamiento no ha sido muy grave, pero me imagino aún más gris y complicado este fin de curso para los que acaban una etapa escolar y se van al instituto o a la universidad o cambian de colegio y no volveremos a verlos más. Suerte que en Navidad ya hicieron la foto de clase.
Tampoco hacía falta un festival de fin de curso por Zoom ni un baile de graduación cada uno en su comedor, pero este final online será un recuerdo amargo para toda la vida. Lo único positivo ha sido ahorrarnos los grupos de WhatsApp para el regalo de las profesoras.
Ahora pensemos qué vamos a hacer los próximos dos meses y medio sin colegio. Aunque han recalculado el fin del Mundo pronosticado por los mayas y era hoy, así que igual no tenemos que preocuparnos por la vuelta al cole.
Si es el caso, ha sido un placer.
PD: Profesores: como deberes veraniegos, a los adolescentes hacedles repasar el sistema métrico. Cada día veo a cientos de ellos caminando juntos, abrazados y sin mascarilla. Si creen que eso es metro y medio de distancia, miedo me da cuando se saquen el carné de conducir.
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