Estar en casa tiene sus ventajas y, una de ellas, es volver a los sabores de antes. La llegada de las cafeteras en cápsulas es una forma de ahorrar tiempo y de usar una herramienta para crear un café de cafetería. Este confinamiento ha servido para que muchas personas se den cuenta de cómo debe ser un café de verdad. Hace años todas las casas tenían su cafetera italiana que dio paso a la expreso para los amantes del café más auténtico y finalmente a las de cápsulas. Pero realmente sabemos qué bebemos ¿Café de cafetera o de cápsulas? ¿Notamos la diferencia?
El café molido es más sano y económico que las cápsulas
Volver a enamorarse de las cafeteras italianas es un pequeño placer que podemos descubrir fácilmente de la mano de un café o un café con hielo. Estar en casa significa tener que hacerse el café. La mayoría de las oficinas del mundo tienen el café a base de cápsulas en el mejor de los casos. En casa podemos servirnos de una máquina expreso o de una italiana para hacernos un café con muchos más matices.
El café molido es mucho más barato. Un paquete de poco más de un euro sirve para 25 tazas, por el mismo precio tenemos 10 cafés de cápsula. No está de más ahorrar un poco en estos tiempos de crisis, pero no debe ser el único motivo para escoger un café de los de toda la vida, el sabor y las propiedades no pueden dejarse escapar.
La cápsula esconde el sabor del café. Es una mezcla que consigue que ciertos matices aparezcan, pero en ningún caso tendrá la misma fortaleza que el café de máquina de toda la vida. La diferencia con las cafeteras en cápsula está en la presión, pero de igual forma este proceso puede ser perjudicial.
La cápsula de café tardará entre 150 y 300 años en descomponerse del todo. Son residuos altamente perjudiciales para el medio ambiente. Aunque hagamos una cortina o un collar con ellas, se trata de materiales que no se reutilizan. Además del sabor no debemos dejar escapar este elemento.