Desde que saltó a la luz su sorprendente relación, Enrique Ponce y Ana Soria tomaron la decisión de no ocultarse más y vivir su relación como una pareja más. En el tiempo que ha pasado desde entonces todo han sido gestos de cariño, abrazos, pasión y muchos besos. Hasta ahora. La pareja ya ha protagonizado su primera gran bronca, y lejos de hacerlo en la intimidad del hogar esta ha sucedido en plena playa, por lo que ha tenido testigos.
La discusión ha tenido lugar en el Cabo de Gata, en Almería, donde están pasando unos días de vacaciones y donde se convirtieron en objeto de las miradas del resto de bañistas, que no pudieron mantenerse ajenos a la acalorada discusión, que terminó formando un revuelo en la playa.
Según ‘La Razón’, medio que desvela el desencuentro entre la pareja, el vigilante de la playa llegó incluso a acercarse a ellos para ver qué sucedía, convirtiéndose así en un testigo privilegiado. «Los gritos fueron subiendo de tono y se oían a distancia. No me quedó más remedio que acercarme para ver qué ocurría, y al ver al torero y a su novia discutir acaloradamente me quedé de piedra. Menudo espectáculo…», explica al diario.
«Por lo que me contaron algunos bañistas que presenciaron los hechos desde sus inicios, esa pareja tuvo una discusión muy fuerte. La cuestión es que fue un episodio muy desagradable y a la vista de todo el mundo. Los motivos del altercado debieron ser muy fuertes para que Ponce se alterara tanto», sigue narrando el socorrista, que continúa para añadir «yo les vi a los dos muy nerviosos, no supieron controlarse… y saltaron los insultos y los reproches. Incluso el nombre de Paloma Cuevas sale a la luz, por lo que me da a entender que algo relacionado con la ex mujer de este señor podría haber sido la principal causa de su enfrentamiento».
Un relato muy alejado de la instantánea que Ana Soria colgó poco después en su cuenta de Instagram en la que aparece junto a Enrique, los dos mirándose tiernamente a los ojos y fundiéndose en un caluroso abrazo. Sobre todo, después de que el vigilante terminara su relato añadiendo que «el rostro de esa chica era todo un poema, parecía haber llorado, se la veía muy afectada».
Mientras que la estudiante no deja de compartir fotografías en sus redes sociales en las que aparece junto a su novio, él prefiere que su cuenta sea principalmente profesional. ¿Sería este el desencadenante?