En 1995 Microsoft puso en marcha una campaña masiva de marketing con motivo del lanzamiento de Windows 95, uno de los sistemas operativos más esperados de la historia. El primer spot de televisión contaba con el tema de los Rolling Stones Start me up en referencia al botón de inicio (start, en inglés). El sistema, lanzado hace justo 25 años, supuso precisamente el debut del menú inicio y también de la barra de tareas, que aún a día de hoy siguen utilizándose en millones de ordenadores del mundo con Windows 10, la última versión del sistema operativo de Microsoft.
Windows 95 incluía herramientas para gestionar el almacenamiento y los recursos del ordenador. “Una de sus características fundamentales fue que permitía a los desarrolladores ofrecer software con una interfaz de usuario unificada y sencilla”, indica José García Fanjul, secretario del Consejo de Colegios de Ingeniería Informática de España y decano del Colegio Oficial de Ingenieros en Informática del Principado de Asturias.
Fue el primer sistema operativo de Microsoft basado en ventanas. Pero no el único existente. Otras empresas ya ofrecían sistemas alternativos: “La principal competencia de Windows 95 en ordenadores personales era el Mac OS que se utilizaba en los ordenadores de Apple. Asimismo la primera versión de Linux se presentó en 1994”. Antes de Windows 95 estaban Windows 3.1 o 3.11, versiones anteriores para un solo ordenador o para redes.
Enrique Dans, profesor de Innovación y senior advisor de Innovación y Transformación Digital de IE Business School, explica que estas versiones aunque no eran en sí mismas un sistema operativo, sino una capa de interfaz: “Eran capas gráficas ejecutadas sobre un sistema operativo de entorno carácter, el MS-DOS”.
Cuando Microsoft lanzó Windows 95, “se sabía ya enormemente poderosa y había ganado ya mucho dinero con las versiones anteriores de Windows”. La campaña masiva de marketing de su nuevo producto estrella estaba en parte dirigida al usuario final, pero en la práctica el usuario final “no tenía opciones”: “Era prácticamente imposible adquirir un ordenador que no viniese con Windows 95 preinstalado, así que, en realidad, los destinatarios de la campaña eran los fabricantes de hardware, que preinstalaban el sistema, trasladaban una parte del coste al usuario y pagaban a Microsoft por la licencia”.
Desde su lanzamiento Windows 95 tuvo un gran éxito. Tanto que se vendieron siete millones de copias en las primeras cinco semanas y llegó a convertirse en el sistema operativo más utilizado en ordenadores personales. La noche antes de su lanzamiento en Estados Unidos se llegaron a formar largas colas de personas que querían hacerse con Windows 95. El entorno, unido al Office —también de Microsoft—, proporcionaba al usuario todas las herramientas que podía necesitar, “desde una simple calculadora o un pasatiempo hasta un potente procesador de textos, hojas de cálculo, un programa de presentaciones o un navegador”. Además fue la primera vez que Microsoft incluyó la papelera de reciclaje.
La llegada de Windows 95, según Dans, supuso cimentar el dominio que Microsoft ya tenía de la informática entre los usuarios y “consolidar ese entorno como un absoluto monopolio ante el que no existía prácticamente ninguna opción”. Según cuenta, todos los programas existentes se vieron obligados a sacar versiones para Windows y los que no lo hicieron a tiempo prácticamente desaparecieron.
Windows 95 también “generó un monocultivo muy vulnerable al desarrollo y la expansión de virus”. La necesidad de que el resto de fabricantes de software pudiesen adaptarse al entorno facilitó que los controles que había que gestionar para instalar o utilizar cualquier herramienta estuviesen prácticamente al alcance de cualquiera, según Dans: “La seguridad en Windows 95 era prácticamente inexistente, dado que hasta ese momento, la incidencia de virus informáticos había sido muy escasa y prácticamente limitada a pruebas de concepto o al divertimento. A partir de ahí, los sistemas operativos evolucionaron en la dirección que marcaron Apple o Linux, con controles en manos del usuario que dificultaban la instalación de programas maliciosos”.
Microsoft, tras varias actualizaciones, puso punto final al soporte técnico de Windows 95 el 31 de diciembre de 2001. Con él, quedaron marcadas muchas de las reglas que hoy conocemos como universales en un sistema operativo. Además, el profesor recuerda que Microsoft se convirtió “en una de las compañías más valiosas del mundo y en una de las más poderosas antes de que Steve Ballmer, posiblemente el peor directivo de la historia, la destrozase ignorando todas las tendencias de la industria”.
Aun así, Microsoft sigue siendo a día de hoy un gigante tecnológico y Windows, uno de sus productos estrella. Windows 98 y Windows ME fueron las nuevas apuestas de Bill Gates tras Windows 95. Después vendrían otros sistemas como Windows Vista, Windows 7, Windows 8 y el actual, Windows 10. La mayoría de los sistemas operativos actuales se parecen bastante a Windows 95, según Dans. Tratan de emular un entorno de trabajo, el escritorio —o desktop— sobre la que se despliegan las herramientas que se quieren utilizar. “Esa metáfora de la mesa de trabajo sobre la que ponemos nuestras herramientas no ha cambiado demasiado”, sostiene.
Para Fanjul, los cambios más significativos entre los sistemas operativos actuales y el Windows 95 están relacionados con la integración de herramientas de comunicación basadas en Internet. Los sistemas operativos actuales han introducido avances sobre todo “en el ámbito de la comunicación, el uso y disfrute de contenidos multimedia y el almacenamiento”. “En 1995 pocas personas habrían imaginado disfrutar de contenidos digitales bajo demanda o de almacenamiento prácticamente ilimitado en la red”, añade.
¿Y cómo serán los sistemas operativos del futuro? “Mejorarán la comunicación con los usuarios utilizando tecnologías de reconocimiento de voz y permitiendo de forma generalizada experiencias inmersivas de realidad virtual tanto en el ámbito del hogar y el entretenimiento como a nivel profesional y empresarial”, vaticina Fanjul.
Probablemente se abandone la metáfora de la mesa de trabajo, según Dans, dado que hoy en día “la propia mesa de trabajo está desapareciendo como lugar en el que poner papeles y la nueva metáfora es la pantalla como tal, con un espacio ilimitado”. “Los nuevos sistemas operativos ignoran las limitaciones de una supuesta mesa y se despliegan en distintas pantallas, incluso a través de distintas máquinas y hacia lugares como la nube en los que gestionan también nuestros recursos disponibles”, concluye.
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