Son las últimas personas que cierran el ciclo de una persona que no superó el contagio por esta cepa; se trata de un oficio altamente discriminado.
Por Diana Manzo
Tehuantepec, Oax.- Debido a la pandemia que se vive por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 en las comunidades zapotecas del Istmo de Tehuantepec, el ritual a la muerte vive una “nueva normalidad”. A los difuntos ya no se les reza ni se les pone flores, tampoco se les llora de cuerpo presente; son los muerteros las personas que ahora les toca dar el último adiós en un funeral.
Desde junio pasado, Adrián Gallegos López, coordinador de la funeraria “Ríos” en Tehuantepec Oaxaca, y Jesús Edmundo Quiroz, encargado de logística y dos trabajadores más (Wualdo Sadot Gallegos Sacarías y Carlos Ramírez López), se encargan del traslado de los cadáveres de pacientes Covid-19, y son los últimos que tienen “el permiso y autorización” para tener contacto con ellos antes de ser cremados o inhumados.
A ellos les toca dar la despedida de los cadáveres, con sus manos dan el “último empujón” del cuerpo previo a su ingreso al horno que lo cremarán, sensación que constantemente les revive emociones de tristeza porque también son los últimos que cierran el ciclo de una persona que no superó el contagio y que falleció por coronavirus.
“Ser muertero es uno de los oficios que menos gusta, pero alguien lo tiene que hacer” explica Adrián, quien junto con su esposa Leticia Ríos Gallegos, quien es la dueña de la funeraria lo iniciaron hace 7 años y es una de los pocos negocios que brindan este servicio a los que fallecen por coronavirus.
“No cualquiera se atreve a ofrecer un servicio, en primera por miedo a un contagio, porque estamos entre la vida y la muerte, en segunda por desconocimiento del manejo de cadáveres y en tercera, el equipo de protección que nosotros empleamos es desechable y caro, entonces no cualquiera invierte, por eso muchos nos dicen que cobramos caro, pero no es eso, brindamos un servicio integral y humano, eso es lo que nos distingue”, refirió Leticia.
Además de seguir a pie de la letra el protocolo para el tratamiento de cadáveres recomendado por las autoridades de salud, está funeraria cuenta con las suyas y que se siguen de forma estricta para evitar contagios de este virus.
Leticia es enfermera de profesión y se encarga de la parte administrativa, pero antes de la pandemia también se dedicaba a la preparación de los cadáveres, ahora solo vigila que el protocolo se cumpla sin excepción alguna.
Un traje blanco, una bata, gorros, botas de plástico, tres pares de guantes, gogles y caretas además de una constante sanitización, es la primera parte del protocolo de seguridad que se activa previo al acudir a levantamiento de cadáver.
Cuando se tiene el contacto con el difunto en caso de que sea dentro de un hospital, al salir, nuevamente se vuelven a sanitizar, al igual que al cadáver y la carroza; y si es en una casa, se pide permiso y se realiza el levantamiento del cuerpo, todo el espacio que ocupó el paciente se limpia sin excepción, desde su cama, hamaca, sillones y sus accesorios.
La limpieza profunda de los espacios y de ellos mismos, se realiza antes y después de tener contacto con el cadáver a través de una bomba de plástico que contienen agua y cloro, y sólo así con esta estricta medida de seguridad, Adrián, Jesús Edmundo y todos los de la funeraria han evitado contagiarse de esta pandemia.
Sí se trata de una inhumación el cadáver se va directo al panteón, no hay misas, tampoco encuentros con los familiares, lo mismo ocurre cuando es una cremación, el cuerpo una vez ingresado al crematorio, sale con las cenizas en una caja de madera que se le entrega a las familias.
Adrián y Jesús Edmundo, qué son los que realizan este protocolo señalan que la parte más complicada que les ha provocado un cúmulo de sentimientos, es justamente cuando el cadáver sale del hospital o de su hogar y se despide de sus familiares porque el tradicional rito a la muerte se esfumó por esta pandemia y ahora las despedidas son de lejos.
“Las despedidas del Covid han sido las más dolorosas que hemos visto y más aún en nuestro Istmo donde la muerte tiene un especial significado, todo se ha roto, ahora las familias nos encargan a sus muertos para les demos el adiós, porque con nosotros tienen el último contacto, es decir nosotros somos los que cerramos el ciclo de una persona contagia fue vencida por esta pandemia”.
Evitar un contagio significa portar un traje de seguridad con todos sus aditamentos aún con las altas temperaturas que se registran en la zona, en ocasiones dilatan de 3 a 4 horas cuando es una cremación, pero sí se trata de una inhumación se duplica el tiempo, por lo qué al llegar a su casa, es el respiro inimaginable que siempre les da que no ocurrió nada en el trayecto.
Y que decir de la discriminación y la estigmatización, Adrián y Leticia confiesan que lo “viven todos los días”, y por todas las personas porque temen contagiarse de este virulento, inclusive algunos los ven venir y huyen, además temen el roce de la carroza fúnebre en su piel, porque eso significaría atrapar el virus en su cuerpo.
“Siempre lo he dicho, hasta que el virus no llegue a tu familia, no sabrás lo que se siente, creo que es momento de parar la discriminación y la estigmatización, porque todos podríamos contagiarnos, nadie está exento y lo mejor es salvarse, a nosotros nos cuesta ofrecer estos servicios y más por Covid-19, es doloroso tener que sepultar a una persona que vivió esta pandemia y no se recuperó”, precisaron ambos.
***De músico a prestador de servicios funerarios de Covid-19
Jesús Edmundo de 24 años de edad, no pudo quedarse en casa, su oficio de músico quedó suspendido tras la emergencia sanitaria, entonces para llevar el sustento económico familiar, decidió buscar empleo y encontró como “prestador de servicios funerarios de Covid-19”.
Su desconocimiento en manejo de cadáveres lo puso a dudar unos días cuando su tía le ofreció el empleo, pero al paso de los días, se animó y a casi tres meses de emplearse en la funeraria, ahora por “necesidad” es un experto, y confiesa que cada que acude a un “servicio” sabe que está entre “la vida y la muerte”.
“No te imaginas la adrenalina que siento cuando mi tía o mi tío, que son los dueños me avisan de un servicio fúnebre, porque ya sé que se trata de una persona que murió por Coronavirus, confieso, no es nada fácil, no cualquiera lo hace por temor a contagiarse y morir”.
El estado de Oaxaca según datos de las autoridades de salud , hasta este martes 25 de agosto, se han registrado 13 mil 090 casos confirmados y mil 235 decesos por esta pandemia.