Todo tiene un límite y la mayor de las calmas puede tornarse en tormenta. Eso es lo que ha ocurrido en 72 horas clave en la crónica de la separación del matrimonio formado por Paloma Cuevas y Enrique Ponce, oficialmente a primeros de julio. Los últimos días no han sido fáciles para el diestro de Chiva. Demasiado ruido, demasiadas fotos, demasiada exposición al sol; demasiado de todo y cero discreción. Demasiado protagonista de la historia que él mismo estrenó cuando subió la primera fotografía en redes sociales con Ana Soria, la almeriense que hoy ocupa su verano y su corazón. Su nueva felicidad y la forma de expresarla públicamente se le han vuelto en contra, probablemente en donde más le duele.
La separación del matrimonio es amistosa, de mutuo acuerdo y ambos mantienen una relación cordial, pero estos últimos días la tensión ha sido máxima. Dos gotas han rebosado el vaso: una fotografía y la afirmación que dejaba a Cuevas como la causante de una supuesta ruina económica del diestro, además de dibujarla como derrochona y mujer florero.
Todo ha ocurrido en las dos últimas semanas. Quizá la tensión venía cumulándose desde hace meses. Finca familiar La Cetrina, en Navas de San Juan (Jaén) donde, como adelantó Look, se confinó el matrimonio durante el estado de alarma y donde su familia pasa el verano desde que él se marchara a Almería junto a Soria en cuanto llegó la desescalada. Estamos en la tercera semana de agosto. Cataclismo intramuros: una imagen que alguien envía a un teléfono móvil manejado por manos pequeñas, fotografía de ese papá con una chica rubia y el drama. Hasta ahí, Kike. Cuevas tomó cartas en el asunto y puso las cosas en su sitio. Ella también “mata” por quien tiene que matar, entiendo. Fue acción-reacción. Todo tiene un límite y si el amor es ciego, hay ojos que todo lo ven.
Él mejor que nadie sabe hasta dónde se llegó con su historia en su propia casa. Quien sabía y quien, no. Su ausencia bien podía deberse a un obligado entrenamiento antes de volver a los ruedos este verano. Son cosas de mayores, tratadas con mucho cariño y poco a poco. Flaco favor esa ansia de pasear imágenes por la red en otras compañías en un momento personal tan delicado. Claro que tiene, como todos, derecho a ser feliz y libre de decirlo abiertamente si ese es su deseo. Pero la discreción es la mejor parte del valor, maestro. Se lo atribuyen a Shakespeare y a mí, hoy, me viene al pelo.
Sábado, 29 de agosto y los ánimos en La Cetrina no mejoran. El golpe de la foto con otra mujer fue duro. La situación se lleva lo mejor posible, desde la calma y prudencia, con la mejor intención de acordar conjuntamente el futuro, pero todo es susceptible de empeorar, a veces. Ponce retira todas las fotos con Ana Soria y las alusiones a su romance de su perfil de Instagram, sin embargo, las informaciones sobre la separación y divorcio no cesan. Algunos datos son mera especulación. El vaso rebosa.
El de Chiva nos sorprendió este domingo con un comunicado en el que, sobre todo, destacaba que Paloma Cuevas, es una mujer “independiente económicamente”, que se graduó en International Business con reconocimiento magna cum laude por la universidad de Boston y “con experiencia propia en el ámbito laboral”. Que no es una mantenida, vamos. Quien utilizara semejante palabra – micro machista donde las haya- estaba desorientado, como poco. Es evidente que el torero, en los primeros puestos del escalafón taurino desde hace 30 años, ha facturado muchos millones que han permitido a los suyos un nivel de vida de primera. Ella se ha ocupado, por su parte, de la familia que ambos formaron. Ha sido imagen de una conocida marca de bombones -la misma con la que recibía en casa Isabel Preysler- por la que le pagaron su buen dinero. Ella misma subió este sábado a su perfil de Instagram, en plena tormenta, unas imágenes del spot de esa marca de chocolates. Decía, sin decir, que ella tenía su propio trabajo para quienes no lo recordaban. También lleva una marca de ropa infantil, con tienda en Madrid, colabora estrechamente con una conocidísima firma de joyería y, en los últimos años, Enrique le confío la gestión del importante patrimonio familiar para mejorar los resultados. Pasar por mujer florero no era una opción.
El comunicado tranquilizó ambas partes: al torero porque salía a dar la cara por su todavía mujer y a Paloma Cuevas porque fuera el mismo Ponce quien desmintiera esas especulaciones que, además, llegaron a los mentideros taurinos. Este lunes volvió la tensa calma, pero calma, al fin y al cabo. Todo más tranquilo. Cuevas reconoce el gesto y entiende que el comunicado le ha dado su sitio. Personalmente, creo que solo en parte. La firma del divorcio, el siguiente paso.