La discreta muerte del misterioso ‘monsieur’ Auzière, el exmarido de Brigitte Macron

Cuando Emmanuel Macron pronunció el “sí” fuerte y feliz con el que ligó su vida a su esposa Brigitte, en una boda civil el 20 de octubre de 2007, ninguno de los dos podía imaginar que una década más tarde él pasaría su décimo aniversario de bodas en Bruselas rodeado, como nuevo presidente de Francia, de otros jefes de Estado y de gobierno europeos. Pero esta se convertirá, probablemente, solo en una anécdota más en la historia de esta pareja insólita —ella le lleva 24 años a él— que se ha pasado media vida defendiendo un amor que ha resistido, hasta ahora, todos los retos que se le han presentado. Y no han sido pocos, incluso en un país como Francia, tan poco dado a juzgar la vida privada de sus presidentes.

Antes de partir rumbo a París para completar sus estudios de secundaria, Emmanuel, de 16 años, le hizo una promesa a Brigitte, de 39 y por entonces todavía su profesora de teatro en el instituto La Providence de Amiens donde se conocieron y enamoraron pese a la enorme diferencia de edad y de momento en la vida. “No te vas a deshacer tan fácilmente de mí. Volveré y me casaré contigo”, le dijo el joven Emmanuel a Brigitte. Tardaría 13 años, pero Emmanuel Macron cumplió su promesa y, hace ahora una década, el joven de 29 años, flamante inspector de finanzas, desposaba en el ayuntamiento de Touquet a Brigitte Trogneaux, el apellido de soltera que ella recuperó tras divorciarse del padre de sus tres hijos —una de ellas compañera de clase de Macron— tras conocerse el insólito enamoramiento entre profesora y alumno.

Emmanuel Macron pasa el día de su aniversario en Bruselas. En la foto con Angela Merkel.
Emmanuel Macron pasa el día de su aniversario en Bruselas. En la foto con Angela Merkel. AFP

Como se puede ver en el documental Macron, la stratégie du météore (Macron, la estrategia del meteoro), fue una boda celebrada por todo lo alto y con numerosos invitados. Porque si bien, como él mismo admitió durante la cena de celebración, la suya no era una pareja convencional, una vez superadas las primeras objeciones, ninguno de los dos se volvió a esconder ni a ocultar un amor que ha resistido, hasta ahora, todos los prejuicios y ataques y, más difícil aún, el escrutinio público que conlleva hacer una campaña para ser presidente y ganarla.

“Es la pareja que formamos lo que nos protege”, explicaba en una entrevista reciente Brigitte Macron su relación con su marido y presidente, a quien acompaña en sus actos públicos siempre que puede. “Nuestra unión y la felicidad que sentimos cuando estamos juntos son nuestra fuerza. Mi esposo suele decir que para ser eficaz hace falta ser feliz, y yo tengo un cierto talento para la felicidad. Para la felicidad y para la libertad. No pienso dejar que la mediocridad, las maldades o las perfidias anónimas dicten mi vida”, aseguró.

Y estas no han faltado. Como cuando, en plena campaña, Macron tuvo que desmentir que fuera homosexual porque, como ironizó, “no es posible que un hombre viva con una mujer de más edad que él si no es un homosexual o un gigoló escondido”.

O cuando Brigitte Macron tuvo que pasar el apuro de aguantar sonriente, ante las cámaras que registraban cada uno de sus gestos, cómo el presidente estadounidense Donald Trump, durante su visita a París, le tomaba de las manos y le decía, admirado, la buena forma en que la veía y lo “preciosa” que estaba a sus 64 años. Trump le lleva a su mujer, Melania, los mismos años, 24, que Brigitte Macron a su marido, pero la diferencia de edad de la pareja presidencial estadounidense ha merecido muchísimos menos titulares —y juicios— que la de los inquilinos del Elíseo.

Los planes del presidente de oficializar el papel de su esposa como primera dama se vieron frustrados este verano por la fuerte oposición popular a una medida inédita en Francia. Solo ha sido un escollo más. Pese a todo, y pese a todos, los Macron no desperdician ni un instante para mostrar la fortaleza de su relación. Ya lo advirtió Macron en los largos meses de campaña: “He decidido no esconder mi vida privada. ¿Por qué? Porque sí, tengo una mujer, vamos de vacaciones con ella porque la amo, porque mi familia es importante y es el fundamento de mi vida”.


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