La organización asegura que la crisis derivada del coronavirus eleva la cifra de niños afectados por pobreza multidimensional hasta los mil 200 millones.
Al menos 594 millones de niños de países en vías de desarrollo no habrán recibido antes de que acabe 2020 ningún apoyo financiero para afrontar el impacto económico de la pandemia de coronavirus, alertó Save the Children.
En su informe La base para poner fin a la pobreza infantil, publicado en víspera de la celebración el sábado del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, Save the Children advierte que millones de familias se han visto abocadas a la pobreza desde que comenzó la pandemia de coronavirus porque los padres han perdido su trabajo y esa circunstancia ha repercutido en el acceso de los hijos al sistema sanitario, la educación, la vivienda y la alimentación.
Los datos del informe ponen de manifiesto que cientos de millones de familias necesitan apoyo adicional para mantener a sus hijos y que hay al menos 68 países en vías de desarrollo que no están dado respaldo a las familias necesitadas.
Tras recordar que la situación previa a la pandemia ya era dramática en muchos de esos países, con más de mil millones de niños sufriendo pobreza multidimensional, privados de acceso a la educación, la salud, la vivienda, la nutrición, el saneamiento o el agua, la ONG ha indicado que la cifra ahora se eleva ya a mil 200 millones de niños afectados por esa situación.
“Sabemos que el impacto económico del coronavirus será duradero y si no se ayuda a las familias más vulnerables, el impacto para los niños y las niñas podría durar toda la vida. A nivel mundial, las familias ya se están enfrentando un futuro incierto debido a que el impacto del cambio climático hace que los mercados laborales sean cada vez más inciertos”, explicó la directora de Reducción de la Pobreza, Resiliencia Climática, Igualdad de Género e Inclusión de Save the Children, Yolande Wright.
La responsable de la ONG ha recalcado que los niños merecen el mejor inicio posible en su vida.
“Sabemos que el argumento económico para invertir en ellos es sólido. No se trata de si esto es viable sino en si podemos permitirnos no hacerlo”, añadió.
Los datos publicados por Save the Children en septiembre y recogidos en la que ha sido la encuesta más grande sobre el impacto de la pandemia en la infancia, revelan que cerca del 75 por ciento de los encuestados que habían perdido todos sus ingresos no recibieron ningún apoyo de las autoridades de su país.
“La situación no es buena. Aquí en mi zona hay niños que tienen que vender cosas en la calle porque sus padres no tienen trabajo. La gente no tiene nada para comer y si se quedan en casa, se van a morir de hambre. El Gobierno debería dar apoyo a las familias y ayudarlas”, cuenta Paula, una adolescente de 17 años de Mozambique.
El informe de Save the Children destaca que los países deben avanzar hacia las prestaciones universales por hijos, unas inversiones que, a juicio de la ONG, son necesarias en la lucha contra la pobreza infantil y para ayudar a las familias a mitigar los impactos de crisis futuras.
“Todos los padres y madres quieren lo mejor para sus hijos e invertirán en su futuro, si tienen los medios. La evidencia muestra que si ellos, especialmente las mujeres, reciben ayudas regulares o transferencias de efectivo, brindarán a sus hijos e hijas atención médica, educación y alimentos nutritivos. De esta forma, se rompe el ciclo asfixiante de la pobreza y se reducen las prácticas nocivas, como el matrimonio forzoso en niñas o el trabajo infantil”, explicó la directora general de Save the Children Internacional, Inger Ashing.
La ONG señaló que la inversión en beneficios para la infancia no solo ayuda a los niños y a sus familias, sino también a las economías locales y nacionales, ya que las familias gastan su dinero en bienes y servicios de su entorno más próximo”.
Antes de la pandemia, según las estimaciones, sólo el 35 por ciento de los niños en todo el mundo recibían alguna protección social, una cifra que baja al 28 por ciento en Asia y a tan sólo el 16 por ciento en África.