Ya nadie entiende a Dembélé

Dembélé, durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva del Barcelona.
Dembélé, durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva del Barcelona.FCB

”No te preocupes por el Atalanta. Tienes que estar bien para la semifinal. Si tú estás bien, ganamos la Champions”. Antes de viajar a Lisboa, cuando Mbappé todavía se recuperaba de la lesión de tobillo, su amigo Neymar le pedía precaución. El francés jugó un poco más de media hora frente al equipo italiano y el PSG ya está entre los cuatro mejores. Y Neymar, donde quería. El paulista se marchó del Barça porque necesitaba salir del ala protectora de su amigo Messi para, de una vez, opositar al trono en el que se turnaban el argentino y CR7. Hoy, 1.472 días, 12 lesiones y 70 goles (83 partidos) después, Neymar aspira a convertirse en el número uno. El Barça, mientras tanto, sigue echándole de menos, sobre todo Messi. Ni Dembélé, ni Coutinho ni tampoco Griezmann, en los que el Barça ha invertido más de 300 millones, han hecho olvidar a Neymar. Los dos franceses y el brasileño se cruzan este viernes, curiosamente, en los cuartos en Da Luz.

La crisis económica por la pandemia, sumada al momento del paulista, atentan contra el sueño de Messi de volver a jugar con Neymar. “Es poco probable una operación así”, dijo el presidente azulgrana, Josep Maria Bartomeu. El rosarino se las tiene que arreglar con los de siempre: con Suárez, que no hace un gol en Champions fuera del Camp Nou desde hace más de cinco años; con Jordi Alba, con Busquets y Piqué, que sufren más en los duelos físicos. La nueva generación no termina de arrancar y ni hablar de los llamados a reemplazar a Neymar. El Barça invirtió 105 más 40 en variables por Dembélé, 120 y 40 por Coutinho, y 135 por Griezmann. No hay dinero que borre la huella de Neymar.

Dembélé fue la primera apuesta para amortiguar el golpe de la salida de Neymar al PSG a cambio de la cláusula: 222 millones. Bartra, entonces compañero del francés en el Dortmund, aconsejó no ficharlo por sus malos hábitos. Valverde y sus muchachos creían que podían reconducir al extremo francés. “Talento no le falta”, dice unos de los pesos pesados.

Mala alimentación, pocas horas de sueño y faltas de disciplina eran algunas de las fechorías del francés. Le hablaron Messi y Suárez, le aconsejó Eric Abidal y tuvo paciencia Valverde. Nada. Las lesiones (nueve, ocho musculares), hicieron el resto. En el Barça reconocen parte de responsabilidad. “Es cierto que se entrena a una velocidad y se juega a otra. Eso pudo perjudicarlo”, explican en la Ciudad Deportiva. Hoy Dembélé está con ganas. “Se le ve más maduro. Viene a entrenar a las cinco de la tarde con un calor terrible. Eso antes era imposible. No se sabe qué puede pasar. Es una incógnita”. En el Barça jugó 74 partidos y marcó 19 goles. Setién, por su parte, confía: “Es una satisfacción que esté en la convocatoria. Estará en disposición de participar unos minutos ante el Bayern. Tenemos la ilusión”.

Extremo y nueve

Coutinho fue el siguiente en llegar al Barça. Cuando en la pasada fiesta del Gamper desfiló contra el Arsenal reverberaron los pitos. Con la camiseta azulgrana disputó 76 encuentros y firmó 21 goles. “No rindió en un año y medio”, aceptan fuentes del área deportiva del Barcelona. Lo cedieron al Bayern. Tampoco despuntó en el club alemán, que pagó 8,5 millones por una cesión además de sufragar los 13,5 millones netos de su salario. Ya no lo quiere más.

Sin embargo, todo había empezado de color de rosa. Incluso su técnico, Niko Kovac, se deshizo en elogios: “Sabe qué hacer, cuándo, cómo y dónde con el balón”. Pero tras Kovac llegó Hansi Flick, que le sentó en el banquillo. “En los entrenamientos siempre lo hace muy bien y espero que rompa su bloqueo”, dijo Flick. Sin éxito. Quizá porque como le ocurriera en el Barça, donde le designaron el sucesor de Iniesta, en el Bayern le nombraron relevo de Robben y Ribéry, extremos de quiebro y carrera, lejos del fútbol en varias baldosas de Coutinho. “En el Liverpool demostró quién es. Pero en el Barça y el Bayern no tanto”, agrega Ignacio Camacho, medio del Wolfsburgo.

El tercer intento del Barça fue Griezmann. Superado el malaterrizaje en el grupo, el 17 busca reencontrarse en el campo. Le costó como extremo y como delantero centro (cuando Suárez estuvo lesionado), y ahora se siente cómodo como segunda punta con Messi de enganche. “Luis fija a los centrales y Antoine al pivote, eso le da libertad a Leo. Además, Griezmann en esa zona es muy inteligente y se asocia muy bien”, analizan al francés en el área deportiva. Griezmann jugó 47 partidos y marcó 15 goles.


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