Luis Arce y David Choquehuanca: un economista de izquierda y un indigenista en el Gobierno de Bolivia

El conteo oficial de los votos emitidos en las elecciones bolivianas del domingo avanza lentamente, pero la victoria del candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce, es un hecho, según los escrutinios rápidos elaborados por empresas privadas avalados tanto por la presidenta interina, Jeanine Áñez, como por su principal competidor, el exmandatario Carlos Mesa. Los “votos ocultos” de la clase media y el alineamiento casi unánime de los indígenas devolvieron al poder al partido del expresidente Evo Morales.

Áñez reconoció la misma noche de las elecciones, mediante un tuit, que Arce era el nuevo presidente de Bolivia. Horas después, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, publicó su propio tuit de felicitación. Este gesto estuvo cargado de un simbolismo especial por el papel que esta organización internacional desempeñó en la caída del poder del MAS y del presidente Morales en noviembre del año pasado. Finalmente, el turno de felicitar al nuevo presidente fue de Mesa. “El resultado es muy contundente, la diferencia entre el primero y nosotros es amplia y nos toca, como corresponde a quienes creemos en la democracia, reconocer que hubo un ganador en esta elección. Es un resultado que no creemos que vaya a modificarse”, declaró el expresidente boliviano.

La diferencia lograda por Arce no admitía esperar por más tiempo. Según los conteos rápidos, obtuvo el 53% de los votos, en tanto que Mesa logró el 30%; el tercero, el derechista Luis Fernando Camacho, ganó en la región de la que es oriundo, Santa Cruz, pero solo consiguió el 14% de la votación nacional. Según los expertos en estudios de opinión, la diferencia entre los resultados oficiales y los datos que se han conocido solo será de entre el 1% y el 2%.

El expresidente boliviano Evo Morales, durante una conferencia de prensa para analizar los resultados electorales de su país, organizada en Buenos Aires (Argentina), el pasado 19 de octubre. En vídeo, Morales asegura que volverá a Bolivia “antes o después”.JUAN IGNACIO RONCORONI | EFE (VÍDEO: ATLAS)

Acompañará a Arce en su Gobierno uno de los fundadores del MAS y la segunda figura más importante de este partido después de Evo Morales, David Choquehuanca. Será el segundo indígena en la historia que llegue a ocupar el cargo de vicepresidente del Ejecutivo y, simultáneamente, el de presidente de la Asamblea Legislativa Plurinacional. El primero fue, en los noventa, Víctor Hugo Cárdenas. Cuando Arce y Choquehuanca asuman el poder, entre el 31 de octubre y el 14 de noviembre (según haya o no haya necesidad de repetir la votación en algunas mesas electorales), Cárdenas dejará de ser ministro de Educación de Áñez.

Las encuestas previas a las elecciones anticipaban que Arce ganaría, pero con una ventaja mucho más estrecha sobre Mesa, lo que abría la posibilidad de una segunda vuelta. Según el especialista Julio Córdova, los sondeos no se equivocaron, ya que detectaron un alto porcentaje de indecisos, de alrededor del 24%. “Esa identificación fue correcta. El error fue nuestro, por no saber leer estos datos. Creímos que, como los indecisos estaban en todos los segmentos sociales, se irían distribuyendo entre todos los candidatos. Pero no fue así, la gran mayoría optó por el MAS”, reconoció. Para el historiador Pablo Stefanoni, se trató de “voto oculto”, es decir, del sufragio de personas que escondieron su adhesión al MAS a causa del ambiente de descalificación y persecución a este partido que se instaló en las ciudades luego del derrocamiento de Morales, y que fue animado intensamente por el Gobierno de Áñez.

La contundencia del triunfo de Arce relativiza el relato de los rivales del MAS sobre las causas de la caída de Morales el año pasado. Desde entonces, los simpatizantes del expresidente han defendido la tesis de que en noviembre pasado hubo un “golpe de Estado” de las fuerzas conservadoras, la Policía y el Ejército. Simultáneamente, las élites tradicionales que entonces vencieron al partido izquierdista, apoyándose en los informes electorales de la OEA, argumentaban que había habido un “fraude” y que este había ocasionado una revuelta democrática de la población.

El MAS siempre negó la acusación de fraude argumentando que su gran fuerza electoral hacía innecesario que recurriera a una herramienta ilegal. Sin embargo, para Córdova no hay duda de que Arce es más fuerte que lo que fue Morales en su último y peor momento: “Entre 2014 y 2016 el MAS perdió 13% de su apoyo electoral. A muchos de los votantes del MAS no les gustó la búsqueda de una nueva reelección por parte de Evo. Muchos de los votantes que no lo apoyaron el 2019, ahora sí optaron por el MAS, sobre todo en rechazo a la represión de Añez. Fue un voto de resistencia”, sentencia.

Otro analista, Andrés Gómez, cree que el MAS acertó al proponer una dupla de candidatos “étnico-clasista”. Esta estrategia triunfó porque “cuatro de cada 10 bolivianos se identifican con algún pueblo indígena”, según el censo de 2012. Al mismo tiempo, cinco de cada 10 se creen mestizos. El binomio Arce (mestizo) y Choquehuanca (indígena) fue un mensaje a la identidad de la mayoría boliviana”. En cambio, según Gómez, la apuesta de los adversarios del MAS no funcionó porque, en el caso de Mesa, este no estableció alianzas con el mundo indígena y popular, se limitó a apoyarse en las clases medias urbanas que aborrecían al MAS. Camacho, en tanto, apostó por el regionalismo, que no es un mecanismo tan efectivo porque “al menos siete de cada 10 bolivianos se han movido de su lugar de origen y han integrado al país culturalmente. Por esta razón, el MAS fue segundo en Santa Cruz”.

La sensación de sorpresa a causa del país “invisible” que acababa de emerger se esparció en las redes sociales, dominadas por las clases medias urbanas, luego de las elecciones. Un meme decía: “Bolivia es más grande que mi minúsculo círculo social”. Alguien comentó: “Quiero irme de este país. No me representa”. Muy controversial fue el post colgado en Facebook por una cantante local de ópera: “Mis albañiles van a estar felices”.


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