Luis Castro, entrenador del Shakhtar: “Esto es una pesadilla; frente al Madrid perdemos diez jugadores”

Messi, durante el último encuentro ante el Getafe.
Messi, durante el último encuentro ante el Getafe.GABRIEL BOUYS / AFP

Al Barça le puede venir bien el partido de Champions contra el Ferencvaros este martes (21.00, Movistar LC) para reflexionar sobre sus aspiraciones en la temporada y expectativas en LaLiga. El sábado recibe al Madrid después de ser abatido en Getafe y empatar con el Sevilla. Marcó un solo gol en dos partidos y ha menguado su vigor respecto a los partidos iniciales contra el Celta y el Villarreal. Los azulgrana necesitan recuperar las mejores sensaciones para no recaer en el desánimo y alimentar el optimismo generado con la llegada de Koeman.

El mensaje clarividente del técnico es la bandera de un equipo que se debate entre lo viejo y lo nuevo, entre lo conocido y lo que está por ver, entre Griezmann, Coutinho y Dembélé por una parte y por la otra Ansu Fati y Pedri. Y, en medio, Messi. “No tengo ninguna duda sobre su rendimiento. Le veo feliz, es inteligente, quiere ser el capitán y estoy encantado”, proclamó Koeman después de admitir que el rendimiento del argentino “puede ser mejor”, autor de un solo gol, de penalti, desde el inicio del curso 2020-2021.

La trayectoria del Barça dependerá mucho de los goles y del juego de Messi y también de la mano de Koeman. La presión, de momento, es futbolística, sobre todo en la Champions. “No estamos entre los más fuertes ni los favoritos, pero podemos llegar lejos”, sintetizó el entrenador para contextualizar el papel de su equipo en un torneo muy doloroso últimamente con el Barça. Ya goleado en Roma y Liverpool, el último partido contra el Bayern acabó 2-8. Coutinho jugaba entonces como cedido en el club alemán y le marcó dos goles a Ter Stegen.

El retorno del brasileño explica de alguna manera la situación del Barça, víctima de su mala gestión y de los estragos provocados por la covid-19, el virus que impide abrir al público las puertas del Camp Nou. Al Ferencvaros le puede venir bien la ausencia de aficionados por su inexperiencia a pesar de ser el único equipo que llega a la fase final después de participar desde la primera ronda de la Champions. Sergei Rebrov, el técnico, conoce muy bien el estadio de sus tiempos como jugador y compañero de Shevchenko en el Dínamo de Kiev.

Rebrov fue uno de los protagonistas del 0-4 encajado por el Barça en noviembre de 1997 y participó antes, el 29 de septiembre de 1993, en uno de los partidos más emblemáticos del Dream Team, que remontó el 3-1 de la ida con un 4-1. El técnico ucranio triunfa ahora en el Ferencvaros, un club histórico que el barcelonismo siente muy próximo desde los tiempos de Kubala, Kocsis y Czibor. Los húngaros y los holandeses han sido siempre referentes del fútbol del Barcelona.

Los azulgrana andan en busca precisamente de goleadores y de jugadores que le den identidad después del extravío de Griezmann —un tanto en los 17 últimos partidos— y de De Jong. Hoy es todavía un equipo atomizado, como se advierte en la cancha y en el despacho —no hay consenso en la negociación con la junta por la rebaja salarial—, al que intenta coser Koeman. No tiene más salida que un marcador favorable para combatir la desunión que hay en el vestuario y el palco para no volver a las andadas vividas con Setién y el último año de Valverde.


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