Unos 500 aficionados del Sevilla se trasladaron hasta Budapest para asistir a la histórica final de la Supercopa, que el Sevilla ha perdido por 2-1 ante el Bayern. Lo que más llamó la atención de los hinchas fue que la mascarilla no es obligatoria en Hungría, por lo que pudieron disfrutar de un paseo por la capital húngara sin ella (aunque algunos la llevaban). Los aficionados se movieron por el centro de la ciudad e incluso algunos acudieron a una fan zone desangelada.
Todos los aficionados del Sevilla llegaron a Hungría con su prueba PCR, aunque se da la circunstancia de que no necesitaron presentarla en algunas situaciones. Por ejemplo, los que viajaron en el vuelo de la Federación de Peñas del Sevilla sí tuvieron que mostrarla en el aeropuerto. Sin embargo, a los que acudieron en coche pasando la frontera desde Austria no les fue requerida por la policía. Los 500 hinchas del Sevilla se unieron a los 1.200 del Bayern que acudieron al primer partido europeo con público en la época de la pandemia. Junto a unos 13.800 aficionados húngaros, todos desafiaron al coronavirus (se vendieron 15.500 entradas) y vieron el choque en medio de grandes medidas de seguridad (mascarilla en zonas comunes, distancia de metro y medio en las gradas y continua limpieza de las instalaciones)
El encuentro ha generado controversia. En los últimos días la UEFA ha sido criticada por permitir la asistencia de público pese al creciente número de contagios en Europa y en la propia Budapest. El primer ministro de Baviera, Markus Söder, y el entrenador del Bayern, Hans Flick, mostraron su desacuerdo con la presencia de hinchas. También el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, afirmó que, si de él dependiera, el partido se hubiera celebrado con las gradas vacías. “Lo más fácil para nosotros sería no hacer nada y esperar, porque si no haces nada no te equivocas. La salud es la prioridad, pero queremos aportar esperanza y hacer lo que creemos apropiado hacer”, se defendió Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA.
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