Los mercados financieros han puesto la alfombra roja a los bonos europeos. El ansia inversora por el primer nuevo paquete de deuda de la Comisión Europea llevó a que la demanda fuera hasta 14 veces superior a la oferta. Bruselas pedirá alrededor de 900.000 millones de euros en los próximos cuatro años para financiar las prestaciones de paro temporal y el fondo de reconstrucción europeo. España por ahora solo quiere acceder a los subsidios de ese plan, pero no a los préstamos. El Ejecutivo comunitario espera convencer al gobierno de Pedro Sánchez al ofrecerle deuda con mejores condiciones que la que podría hallar en los mercados financieros.
La Comisión Europea acudió a los mercados para hacerse con los fondos necesarios para financiar las prestaciones vinculadas a programas de protección temporal del empleo, como los ERTE. Bruselas concederá con ese programa hasta 100.000 millones de euros, más de la mitad de los cuales irán a Italia y España. Para ello, Bruselas emitió el pasado martes bonos sociales por un importe de 17.000 millones en dos tramos: 10.000 millones de euros a 10 años y otros 7.000 millones a 20 años. La demanda fue desorbitada, de 233.000 millones.
El comisario encargado del presupuesto, el austriaco Johannes Hahn, destacó el “voto de confianza en la UE como potencia y como emisor” que supone ese “exitoso lanzamiento” y auguró que las emisiones reforzarán “el papel internacional del euro”. Además, la emisión para el fondo SURE relanzará el mercado de bonos sociales al triplicar sus dimensiones. Hasta ahora, había en circulación obligaciones sociales por valor de unos 50.000 millones. La Comisión aportará otros 100.000 millones.
La emisión del fondo de reconstrucción, en verano de 2021
Bruselas, que hasta ahora apenas tenía una deuda de 50.000 millones, se convertirá en los próximos cuatro años en el mayor emisor supranacional del mundo. Solo en 2021, la Comisión prevé emitir 200.000 millones de euros, lo cual situará al Ejecutivo comunitario como la quinta Administración europea en colocar deuda, por detrás de Italia, Francia, Alemania y España. A finales de 2024, habrá emitido 900.000 millones, de modo que la deuda del Ejecutivo comunitario se aproximará al billón de euros.
Las primeras emisiones para el fondo de reconstrucción, sin embargo, no serán inmediatas. Un funcionario comunitario explica que prevén realizarlas en verano de 2021, después de que todos los países hayan ratificado la creación de nuevos impuestos europeos para devolver esa deuda y la Comisión haya dado el visto bueno a los planes de recuperación en abril.
A partir de entonces, Bruselas irá emitiendo hasta 800.000 millones en deuda dentro del paquete de recuperación que se dividirá en dos paquetes: algo más de la mitad se distribuirá entre los socios y el resto a préstamos. En ambos casos, el objetivo es el mismo: financiar los planes de recuperación. Sin embargo, España o Portugal han avanzado que por ahora no tienen la intención de acceder a los créditos.
Imagen de “bloque político”
Hahn hizo valer el “éxito” de la emisión para señalar que esos países pueden cambiar de opinión y que, de hecho, desde Lisboa están reconsiderando su posición. “Las condiciones que la UE puede dar a muchos países miembros son mucho más favorables que las que obtendrían si fueran a pedir prestado por ellos mismos”, señaló Hahn. El comisario, además, recordó que la vicepresidenta española, Nadia Calviño, fue directora general de Presupuestos de la Comisión Europea, por lo que dio por hecho que es “muy consciente” de todos los elementos del fondo de reconstrucción.
Con el respaldo de una triple A, Bruselas logró colocar deuda a 10 años con un interés negativo (-0,238%) y a 20 años a una rentabilidad del 0,131%. “No es el nivel de Alemania, pero tampoco lo esperábamos”, sostuvo Hahn. Un alto funcionario comunitario sostuvo que esa rentabilidad seguramente no sale a cuenta a Berlín o París. “Pero sí les interesa a España o Italia”, agregó. Además, también cabe ver si esos eurobonos tienen un efecto de expulsión. Es decir, si los inversores deciden reemplazar en sus carteras deuda nacional por bonos europeos dado su buena calificación.
España, no obstante, ha sido también reticente a usar los préstamos que ha puesto a su disposición el fondo de rescate (Mede), de alrededor de 24.000 millones de euros, para reforzar su sistema sanitario. En ese caso, la institución con sede en Luxemburgo estima que España podría ahorrarse 1.300 millones de euros en intereses. Aun así, el gobierno de Sánchez sigue resistiéndose a llamar a su puerta.
Los bonos, además, permiten reforzar la imagen de la UE como “bloque político” a nivel internacional, en palabras de Hahn. El comisario destacó, de hecho, que ese impacto se producía sobre todo entre inversores asiáticos. Aun así, los datos de la Comisión arrojan que los compradores europeos siguen siendo los más activos. Más de la mitad de los bonos acabaron en manos de instituciones con sede en Alemania, Francia, Reino Unido o el Benelux.
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