Saad Hariri, nombrado por tercera vez primer ministro de Líbano

El capitán del 'Rhosus', Boris Prokoshev, y miembros de su tripulación muestran pancartas pidiendo su liberación en la embarcación que portaba 2.750 toneladas de nitrato de amonio, en el puerto de Beirut, en 2014.
El capitán del ‘Rhosus’, Boris Prokoshev, y miembros de su tripulación muestran pancartas pidiendo su liberación en la embarcación que portaba 2.750 toneladas de nitrato de amonio, en el puerto de Beirut, en 2014.BORIS MUSINCHAK / Reuters

El puerto de Beirut almacenó de forma irregular durante seis años 2.750 toneladas de nitrato de amonio, un compuesto químico que se utiliza para fabricar desde explosivos a fertilizantes y cuya combustión produjo la explosión del martes. Todo apunta a que la sustancia llegó hasta allá en un barco de bandera moldava, el Rhosus, que fue abandonado cargado con el peligroso material tras sufrir problemas técnicos en 2013. Cómo este cargamento fue almacenado durante todo este tiempo, sin las mínimas medidas de seguridad, está en el centro de una investigación aún llena de incógnitas.

Las autoridades de Chipre localizaron e interrogaron este jueves, a petición de la oficina de Interpol en Beirut, a un hombre ruso vinculado con el Rhosus, informa Reuters. Una fuente consultada por la agencia informó de que se trata de un hombre de negocios de 43 años llamado Igor Grechushkin. Poco más se sabe. El capitán del barco en 2013, Boris Prokoshev, ha explicado este jueves que el producto químico acabó en Beirut después de que el propietario del barco —que él identifica también como Grechushkin— le dijera que tenía que realizar una parada no prevista en la capital libanesa para recoger una carga.

Un informe publicado en 2015 por la red de abogados Shiparrested daba entonces datos que ahora resultan significativos. “El 23/9/2013, m / v Rhosus, con la bandera de Moldavia, zarpó de Batumi Puerto, Georgia rumbo a Beira en Mozambique con 2.750 toneladas de nitrato de amonio a granel. En ruta, el buque enfrentó problemas técnicos que obligaron al capitán a entrar en el puerto de Beirut”, se lee en el primer párrafo del informe Rhosus, arresto y liberación de la tripulación firmado por dos letrados. Así comenzaría lo que en un principio era una breve parada que se complicó después con daños en la nave, con impagos de las tarifas portuarias, con parte de la tripulación retenida y con el definitivo abandono del material y la embarcación por parte los fletadores y el propietario. “Perdieron el interés por la carga”, se lee en el texto. Ahora se ha traducido en una catástrofe que ha desolado e indignado aún más a un país que ya arrastraba una crisis política, social y sanitaria que ha provocado importantes revueltas en sus calles en los últimos meses.

La población libanesa, hastiada por la situación, reclama que se esclarezcan estos hechos y se asuman culpas en un ambiente de desconfianza hacia la investigación de la catástrofe. De momento, la justicia libanesa ha ordenado el arresto domiciliario de los responsables del puerto de Beirut sin especificar el número de personas involucradas ni sus identidades. Pero por su lado, tanto el jefe del puerto como el de aduanas han asegurado que se enviaron varias cartas al poder judicial pidiendo que se retirara el material y que no se tomó ninguna medida, recoge Reuters. Previsiblemente, los altos funcionarios de aduanas escribieron a los tribunales libaneses entre 2014 y 2017 para solicitar información sobre cómo deshacerse del material, según los registros publicados en Twitter por el parlamentario legislador libanés, Salim Aoun.

Para garantizar la independencia del proceso y salvaguardar la imparcialidad, cuatro ex primeros ministros -Saad Hariri, Najib Miqati, Fuad Siniora y Tamman Salam- han hecho un llamamiento a la comunidad internacional y a la Liga Árabe para que lideren la investigación en curso, una propuesta a la que se ha sumado la organización Human Rights Watch por ser la mejor “garantía para que las víctimas de la explosión reciban la justicia que merecen”. Francia se ha ofrecido a colaborar en las pesquisas y además mantiene una línea abierta por sus fiscales para investigar el caso por los 24 heridos franceses registrados.

“Tras la inspección del buque por el Control del Estado del puerto, al barco se le prohibió navegar (…) Debido a los riesgos asociados al nitrato de amonio a bordo en el buque, las autoridades portuarias descargaron la carga en almacenes del puerto. El buque y la carga permanecen hasta la fecha en el puerto esperando subasta y / o disposición adecuada”, prosigue el texto de Shiparrested, que añade que en la solicitud de los letrados al juez de Beirut para permitir la repatriación de parte de la tripulación, atrapada en el Rhosus durante cerca de un año por restricciones migratorias, ya se alertó del inminente riesgo al que se enfrentaban por la naturaleza “peligrosa” de la carga. La detonación del nitrato de amonio solo es posible a través de la contaminación con otras sustancias o con una fuente intensa de calor, ya que no es explosivo por sí mismo. Por lo que su almacenamiento debe seguir estrictas reglas de aislamiento.

En julio de 2014, el marinero y periodista Mikhail Voytenko denunció en una publicación especializada que cuatro de los tripulantes, el capitán de nacionalidad rusa, y tres ucranios, estaban varados en una “bomba-flotante”. “Las autoridades de Beirut no permiten que la tripulación restante abandone la embarcación y vuele a casa. La razón es obvia, no quieren quedarse con el barco abandonado en sus manos, con carga peligrosa, explosivos, de hecho”, escribió. Después consiguieron salir del barco y se trasladó la carga al puerto en lo que ha resultado una cadena de errores letal. “Siento pena por la gente (muerta o herida en la explosión). Pero las autoridades locales, las libanesas, deben ser castigadas. No les importa en absoluto el cargamento”, ha declarado el que fue capitán del barco, Boris Prokoshev, a Reuters.




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