Economía ‘verde’ para salvar el planeta


El mundo está sumido en una crisis climática sin precedentes. El avance del calentamiento global es imparable, y sus consecuencias son imprevisibles. Por eso, y con motivo de la celebración del Día Internacional contra el Cambio Climático, es un buen momento para recordar que aún estamos a tiempo de revertir la situación. Prueba de ello es lo que sucedió durante los meses de confinamiento a raíz de la pandemia del covid-19, cuando se comprobó hasta qué punto la actividad humana repercute directamente en el medio ambiente.

Durante aquellas semanas en las que el planeta se paralizó, los niveles de polución en las grandes ciudades mejoraron de forma notable. En abril, las emisiones de gases de efecto invernadero cayeron hasta un 17% respecto al mismo periodo de 2019. Tras la recuperación de la movilidad y de la actividad industrial, se calcula que a finales de año las emisiones apenas se habrán reducido un 4,2%. Esto demuestra que está en nuestras manos poner freno a esta situación, y que hay que actuar ya mismo porque el tiempo corre en nuestra contra.

La colaboración y la implicación de los países, a través de políticas encaminadas a reducir los gases de efecto invernadero, es fundamental. Pero también pequeños gestos cotidianos a nivel individual contribuyen a ralentizar el problema. Acciones tan aparentemente sencillas como reciclar y generar menos basura, ahorrar en el consumo de energía, apostar por los alimentos de proximidad, evitar un consumo masivo de carne o desplazarnos de manera sostenible en las ciudades (mediante transporte público, bicicleta, patinete o a pie) son gestos que ayudan a reducir las emisiones dañinas de CO2, incompatibles con el futuro del planeta.

La pandemia del coronavirus ha demostrado lo importante que es vivir en un mundo sostenible. Y la única solución para dar la vuelta a esta situación pasa por concienciar a toda la población y por un esfuerzo conjunto de todos los actores implicados: ciudadanos, estados y empresas.

Las claves para un futuro sostenible

En este nuevo contexto, es imprescindible liderar cuanto antes una transición hacia una economía verde, con un modelo de producción alejado de las fuentes de energía fósiles y de las emisiones de carbono. El reto es mayúsculo y forma parte de la hoja de ruta adoptada por Banco Santander, que apuesta con contundencia por la puesta en marcha de proyectos sostenibles dirigidos a preservar la salud del planeta.

Entre 2019 y 2025, la entidad financiera habrá movilizado 120.000 millones de euros para combatir el cambio climático; cifra que alcanzará los 220.000 millones de euros en 2030. Solo el año pasado, destinó 19.000 millones de euros a financiación verde. Este compromiso está alineado con su estrategia de Banca Responsable, que ha convertido al banco en el más sostenible del mundo, según el índice Dow Jones Sustainability Index 2019.

Las iniciativas que Banco Santander ha lanzado en materia de sostenibilidad son numerosas. La institución que preside Ana Botín se ha adherido al Compromiso Colectivo de Acción por el Clima para acelerar la transición del sector financiero a una economía baja en carbono. El banco también se ha sumado recientemente a la Alianza para la Recuperación Verde (Green Recovery Alliance), promovida por el Parlamento Europeo, para respaldar e impulsar la movilización de paquetes de inversión verdes que actúen como aceleradores de una transición hacia una neutralidad climática y ecosistemas saludables.

El compromiso de Banco Santander con el medio ambiente viene de lejos. Ya en 2019, fue líder mundial en financiación de proyectos de energía renovable, con una cartera total de esta clase de iniciativas de 10.030 millones de euros a cierre de año repartidos en 17 países (166 proyectos eólicos y 145 solares), evitando la emisión de 63 millones de toneladas de CO2.

Entre 2019 y 2025, Banco Santander habrá movilizado 120.000 millones de euros para combatir el cambio climático; cifra que alcanzará los 220.000 millones de euros en 2030.

También el pasado año, el banco emitió su primer bono verde por valor de 1.000 millones de euros como punto de partida para un plan global de emisiones sostenible y en junio de 2020 ha emitido un segundo bono por el mismo valor.

Reducir las emisiones de CO2 es otro de las prioridades de Banco Santander. Por eso, en 2019 lanzó un nuevo plan de eficiencia energética centrado en reducir su propia huella medioambiental mediante el uso de energías renovables y una gestión responsable de sus residuos. El objetivo es alcanzar este año la neutralidad en carbono, compensando así todas las emisiones generadas en sus propias operaciones. Planes entre los que también se encuentra la eliminación del plástico de un solo uso, como vasos, cubiertos, pajillas y botellas, que representan la mayor parte del plástico consumido.. Y en 2025, el 100% de la electricidad que utiliza la entidad deberá provenir de fuentes renovables, habiendo alcanzado ya el 66%.

Entre las últimas iniciativas puestas en marcha, hace pocas semanas Banco Santander anunció la creación de un equipo global de soluciones ESG (sostenibilidad, gobernanza y medio ambiente) para su división de Santander Corporate & Investment Banking (SCIB). Esta unidad de negocio busca ayudar a los clientes en su transición hacia un modelo de negocio más sostenible. Para ello les ofrece desde soluciones estratégicas hasta estructuras financieras y de producto, diseñadas específicamente para las diferentes geografías, industrias y segmentos del mercado.

Viviendas, coches e hipotecas verdes

En España, la entidad financiera ha lanzado una línea de financiación, tanto para particulares como empresas, para proyectos de ahorro y eficiencia energética para aquellos que deseen reducir el consumo y las emisiones de CO2 en edificios residenciales. Además, para aquellas viviendas que cumplan con determinados criterios medioambientales (como tener calificaciones energéticas A o A+ o estar considerada vivienda sostenible, de acuerdo con los certificados emitidos por empresas reconocidas del sector), el banco ofrece hipotecas verdes, con condiciones muy ventajosas para sus clientes.

La movilidad es otra de sus líneas de actuación, con la puesta en marcha del primer leasing ecológico para clientes que necesitan financiar la compra de un vehículo sostenible nuevo o seminuevo (eléctrico o híbrido). Proyectos que también tiene en marcha en otros mercados como Alemania o Argentina.

En su apuesta por la sostenibilidad, el banco también comercializa Santander Sostenible, la primera gama de fondos con criterios de inversión socialmente responsables (medioambiental, social y de gobierno corporativo) para invertir en empresas que apuestan por la innovación, la eficiencia energética y el bienestar social.

Marcado por su carácter global, las iniciativas verdes de Banco Santander se extienden por todos los países en los que está presente. En Alemania, por ejemplo, la entidad apoya distintos programas para la adquisición de nuevas viviendas o la remodelación de aquellas que cumplen determinados criterios medioambientales. Mientras en Polonia, el banco financia con 379 millones de euros la construcción de 128 plantas fotovoltaicas, a través de R.POWER, el desarrollador de proyectos fotovoltaicos líder del país, y ha promovido un plan de leasing del 100% para todas las marcas de coches eléctricos disponibles en el país.

Los proyectos de energía renovable también son una prioridad para el Grupo en Reino Unido, donde Banco Santander es la tercera entidad que más dinero destina a este tipo de financiación. Lo mismo ocurre en Noruega, donde la entidad se ha aliado con el proyecto Chooose para ofrecer a sus clientes la posibilidad de participar en proyectos sostenibles en países en vías de desarrollo, para generar un impacto positivo en el planeta. Y en Portugal, la compañía comercializa, desde 2018, el Fundo Santander Sustentável, un fondo de inversión para empresas que cumplen los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo.

El desarrollo sostenible del Amazonas es una de las prioridades del banco en Brasil, mediante un plan conjunto que desarrolla con los otros dos mayores bancos privados del país. En Chile, los clientes tienen la posibilidad de medir su huella medioambiental a través de sus transacciones financieras, para luego poder comprar créditos de carbono o de realizar una donación para la conservación de los ecosistemas chilenos mediante la financiación de proyectos sostenibles


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