Sus cenizas viajarán a su natal Aguascalientes y después regresarán para reposar definitivamente a la Catedral de Tehuantepec.
Por Diana Manzo
Tehuantepec, Oax.- Las cenizas del obispo emérito de Tehuantepec, Arturo Lona Reyes, reposan en una urna dorada colocada en un nicho de cristal frente al altar principal de la Catedral de Tehuantepec, llegaron este sábado por la noche tras su fallecimiento y permanecerán hasta el próximo martes.
Integrantes de la comunidad católica y amigos del Istmo de Tehuantepec acuden a este recinto religioso en donde le rinden honores póstumos mediante misas, rosarios y guardias de honor.
Arturo Lona Reyes conocido por su labor altruista como “El obispo de los pobres” falleció el sábado a la edad de 94 años en un hospital de Lagunas, Oaxaca, y este domingo estaría celebrando un aniversario más de vida, sin embargo, su cuerpo no resistió tras un contagio por coronavirus SARS-CoV-2, que inicialmente no se sabía y que empeoró tras padecer diabetes.
Además de sus restos, están colocadas dos fotografías que muestran su rostro y también sus ornamentos litúrgicos como la estola, solideo, báculo y mitra, que son admirados por la comunidad católica que lo visita y le rinde honores por el amor desinteresado que aseguran “siempre les brindó”.
Reconocido como uno de los máximos representantes de la Teología de la Liberación en México, Lona Reyes perteneció a la corriente eclesiástica de la cual formaba parte el también fallecido obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, conocida como la “opción preferencial por los pobres”.
Cuidando la sana distancia y con el cubrebocas, los feligreses saludan al líder religioso, algunos le lloran y otros le dirigen palabras de agradecimiento.
El obispo de Tehuantepec, Crispín Ojeda Márquez, ofició una celebración litúrgica en su honor y expresó el gran cariño y admiración que siempre le tuvo, además informó que los restos de Arturo Lona Reyes estarán hasta el próximo martes, posteriormente visitarán su natal Aguascalientes y retornarán para quedarse definitivamente en un espacio honorífico dentro de la catedral como una figura importante de la iglesia católica.
El párroco y rector de la catedral de Tehuantepec, Gildardo Aguilar Zárate, recordó a Lona Reyes como una persona con un gran corazón y que siempre tuvo una sonrisa de aliento para todos.
“Siempre sonriente, solidario y humano. Así fue Arturo Lona Reyes a quien recordamos por su muerte, por supuesto nos duele su partida, pero desde aquí sabemos que nos iluminará, porque es un ser que siempre se preocupó por las causas sociales, por la gente pobre, sin pedir nada a cambio”.
Uno de sus hijos adoptivos, Julio Eduardo Solano Ríos, originario de Santa María Xadani, expresó que se ha ido un gran hombre, que siempre lo cuidó y le enseñó la vida evangelizadora, herencia que continúa realizando por los pueblos indígenas de Oaxaca.
Asimismo, en San Dionisio del Mar, integrantes de la comunidad católica, le rindieron un homenaje a través de un rosario y de guardias de honor, como agradecimiento por el acompañamiento que les brindó en su lucha contra los megaproyectos eólicos.
El líder religioso nació el 1º de noviembre de 1925 en el estado de Aguascalientes. En 1952 tomó los hábitos y 20 años después, el 15 de agosto de 1972, asumió el cargo de obispo en la catedral de Asunción de María de Santo Domingo Tehuantepec.
Desde entonces su lucha fue la de prédica con el ejemplo. Creó dos cooperativas de producción, una de café orgánico, que exporta a Europa, y otra de ajonjolí, de la cual todos reciben utilidades en partes iguales.
Fundó hace más de 20 años el Centro de Derechos Humanos Tepeyac, ubicado en Tehuantepec, y en 1972 presidió la Comisión Episcopal de Indígenas.
Lona Reyes se convirtió en obispo emérito en 2000, desde la vida pastoral brindó asesoría y acompañamiento a los pueblos indígenas, en especial a los que viven en resistencia contra los megaproyectos mineros y eólicos contemplados en el Istmo y también contra la tala inmoderada en los zoques de Chimalapas.
En 2008 recibió el galardón de la edición 16 del Premio Nacional de Derechos Humanos Don Sergio Méndez Arceo por su defensa y promoción de los derechos humanos de los pobres e indígenas de Huejutla, Hidalgo, y de Tehuantepec, Oaxaca. Su mayor logro educativo fue la Universidad Indígena en la zona mixe de la región del istmo de Tehuantepec.
Al líder religioso se le reconoce también por privilegiar la educación a través de la creación de 15 bachilleratos maristas en zonas rurales y hace 13 años también una universidad de la orden de los jesuitas que ha dado cobijo a seis generaciones de pobladores de la zona norte del Istmo.