Johnny Depp, la caída al abismo de un ídolo


Johnny Depp es un “maltratador de esposas”. Así lo ha declarado la justicia del Reino Unido, que ha fallado en contra del actor estadounidense en la demanda de difamación que presentó contra el diario británico The Sun. En un artículo publicado en abril de 2018, el tabloide daba por cierto que el actor había golpeado a la que entonces era su esposa, Amber Heard y ahora un juez lo ha ratificado. Un veredicto que, aunque podría sonar impactante, no debería sorprender. Para empezar porque la acusación de la actriz sobre las actitudes violentas del actor surgió hace más de cuatro años, después de que ella solicitara una orden de alejamiento por violencia doméstica tras anunciar su separación después de solo 15 meses de matrimonio. Tampoco debería ser una sorpresa, al menos en Hollywood, dada la cantidad de hombres enormemente famosos que han sido acusados de abusar de mujeres. La primera sorprendida, en cambio, parece haber sido la propia Amber Heard, quien se ha dejado ver estos días celebrando junto a unos amigos con un gran globo en forma de botella de champán la decisión judicial.

Aunque los abogados del actor no descartan recurrir a la sentencia del juez de Alto Tribunal de Londres, Andrew Nicol —”la sentencia es tan defectuosa que sería ridículo que el señor Depp no apelara esta decisión”, dijo uno de los letrados que representan al actor —, hay que tener en cuenta que, a estas alturas, la mayor parte del mundo ya ha visto las fotos del rostro magullado de Heard o el vídeo donde se ve al intérprete bebido y lanzándole improperios a su entonces esposa. También las grabaciones en las que Heard insulta a Depp y admite haberle arrojado ollas y sartenes. O las declaraciones de Winona Ryder, Penélope Cruz y Vanesa Paradis defendiendo al actor. Incluso el comunicado conjunto que la expareja emitió admitiendo que su relación se había vuelto “horriblemente tóxica”. Pero nada de esto podría cambiar el hecho de que un juez consideró que The Sun tenía derecho a describirlo como un “maltratador de esposas”.

No es solo el veredicto del juez lo que ha diezmado la reputación de Depp. Desde hace un largo tiempo, su vida ha sido absurdamente exagerada. Muchos de sus fieles admiradores fechan el comienzo del declive de Johnny Depp en 2012, cuando se separó de la actriz y cantante francesa Vanessa Paradis después de 14 años de relación y dos hijos, Lily-Rose y Jack, de 19 y 16 años respectivamente. Con Paradis, Depp parecía haber encontrado esa estabilidad que facilitaba una sinergia entre las excentricidades de un reputado actor y el verdadero hombre de gran corazón que dejaba entrever en pantalla.

Y es que representó una forma diferente de ser famoso. Incluso con algunas salidas de tono esporádicas e indumentarias estrambóticas, Johnny Depp siempre ha sido muy querido por los espectadores. Se ganó una reputación de estrella versátil desde sus primeros papeles protagonistas en películas como Eduardo Manostijeras (1990) de Tim Burton. Fue nominado tres veces al Óscar, entre ellas por su papel en Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet (2007), pero nunca se llevó la preciada estatuilla. Después, consolidó su condición de inconformista de Hollywood con grandes éxitos de taquilla como Willy Wonka en Charlie y la fábrica de chocolate o el famoso pirata Jack Sparrow de la saga Piratas del Caribe.

Sin embargo, de unos años para atrás el romance con la crítica que el actor vivió en los noventa, cuando Marlon Brando le declaró el mejor actor de su generación, y sostenido hasta bien entrado el siglo, se torció no solo por sus fracasos en taquilla como le ocurrió con El Llanero solitario (2013), que se lo llevó a lo personal, o Mortdecai (2015), la comedia en la que comparte plano con Gwyneth Paltrow y que un diario reseñó como “psicóticamente antidivertida”.

Apartado de las mieles del éxito, sus idas y venidas con Amber Heard no han sido lo único que han convertido a Johnny Depp en carne de tabloide. También su elevado tren de vida marcado por las adicciones y las disputas que ha protagonizado hasta hace bien poco con sus exrepresentantes. En 2017, el actor inició acciones legales contra The Management Group, liderado por Joel y Robert Mandel, que se encargaron de sus asuntos durante 17 años. Depp les acusó de gastar millones sin su permiso y les reclamaba 25 millones de dólares (22,8 millones de euros) en concepto de daños. Ellos argumentaron que el único responsable de sus problemas financieros era el propio artista que había gastado millones en caprichos locos: vino a raudales, casas de lujo, seguridad, aviones privados…, y le reclamaban más de 500.000 euros por difamación. Ese capítulo se cerró en julio de 2018 con un acuerdo un mes antes de la fecha fijada para el juicio y con ambas partes satisfechas.

Pero el empeño por lavar su imagen para que el público vuelva a quererle y la industria cinematográfica siga contando con él entre sus filas continúa. A la espera de conocer si el actor recurrirá o no la sentencia en favor del británico The Sun, Depp prepara un segundo asalto que esta vez será en Estados Unidos y está previsto para el próximo año. Un tribunal del estado de Virginia atenderá la denuncia del actor contra Amber Heard por describir presuntos abusos y amenazas de muerte en un artículo publicado en el periódico The Washington Post unos meses después de llegar a un acuerdo de divorcio. El nombre del intérprete nunca se menciona en el texto titulado Hablé en contra de la violencia sexual y me enfrenté a nuestro odio cultural. Esto tiene que cambiar, escrito en el apogeo del movimiento #MeToo, pero el protagonista de Piratas del Caribe decidió emprender acciones legales contra su exesposa. Habrá que esperar para saber si la justicia británica y la estadounidense coinciden o no en el veredicto que pueda suponer la confirmación de la caída definitiva de un ídolo.


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