La reacción de una bailarina con alzhéimer al escuchar de nuevo ‘El Lago de los Cisnes’


Post de Leonardo a su abuela

Leonardo Martins

El arroz se ha quemado muchas veces, las comidas se quedaban sin sal. Pasaba algo, la abuela se olvidó hasta de su edad el otro día.

Hace dos meses, se quedó en blanco a la hora de tomar sus cinco pastillas, llegó a llorar de desesperación. Y ella está cada vez más tranquila, pobrecita, quiere quedarse todo el día en su habitación, durmiendo. Todo terminaba con la frase “Es que hoy estoy un poco ida”.

La abuela siempre ha cuidado de todo y de todos, vivía con nosotros en casa, pero una sensación de extrañeza empezó a crecer en el ambiente. El sofá, que compartimos durante 19 años, se le hizo cada vez más extraño, menos cómodo. Ni Catia Fonseca o Cesar Tralli [presentadores populares en la televisión brasileña], sus ídolos, salvaban la tarde.

La tomografía fue solo una formalidad. La doctora Alzhira [su médico] ya nos había confirmado: era Alzhéimer.

El Alzhéimer degrada a la persona, como sabéis. Las cosas tienen que estar siempre en el mismo lugar. Hay que dejarle hacer lo que ella quiera. La enfermedad puede venir rápida o lentamente. Depende. Pero no hay nada que se pueda hacer, solo disfrutar [de la persona]. Es lo que nos dijo la médico.

Y es lo que intentamos hacer. Intentamos superar ese obstáculo con alegría. Odio cuando la gente establece una fecha de caducidad para las cosas. Y no creo que lo hayan hecho contigo, abuela.

Ahora la llamo más veces y siempre voy a verla. Lo hago como intercambio por los 18 años que vivió conmigo. El año pasado la abuela me escribió esta carta cuando entré en la universidad. Tenía miedo de perderla, pero ahora eso no va a pasar.

En mi primer cumpleaños, mi abuela y mi tía me llevaron a sacar una foto para poner en un imán en la nevera. La foto debía ser sonriendo. Hicieron varios intentos fallidos hasta que la abuela aplaudió y sonrió, y yo la seguí. La foto quedó muy bonita, incluso con esa frase sin sentido como pie. Y ella dice que es el mejor recuerdo que tiene de mí.

Cada día pienso que al menos Dios me dio la oportunidad de disfrutar lo máximo posible del mejor ser humano que he conocido. Esto me hace dejar de buscar sentido a las cosas fútiles. Dejar de criticarlo todo en todo momento. Me hace dejar de exigir tanto de la vida. Sirvió, además, para mostrarme, una vez más, las diversas trampas con las que la depresión puede atrapar a sus víctimas.

Rezo para que ese mal no te abrace con demasiadas ansias, abuela. Todo lo que necesitamos está muy cerca de nosotros. Tan cerca que puedo hasta sentir el toque de la piel fina de tu mano en mi cara solo al cerrar los ojos. ¡Qué maravilloso tu abrazo, abuela! Ya no recuerdo lo que quería decir con todo esto. ¡A ver, creo que hoy soy yo el que está ido!


Source link