De cómo enseñar a amar la literatura

El escritor Mario Vargas Llosa, en el Teatro Real de Madrid.
El escritor Mario Vargas Llosa, en el Teatro Real de Madrid.JOSE JIMENEZ / EFE

Imaginar el mundo en medio de una pandemia. Recurrir a la palabra y a la literatura para ello. La presencia del imaginativo Jorge Luis Borges no podría gravitar de forma más acertada en esta versión del Hay Festival de Arequipa. “Borges estaba concentrado en la literatura como una salvación en sí misma”, recordó el Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, acerca del autor argentino a quien conoció personalmente en París.

Sobre el escritor universal y extraordinario, que aún es norte de generaciones de escritores, ha girado una de las charlas más esperadas del encuentro literario a propósito de Medio siglo con Borges, el nuevo libro de Vargas Llosa. “Somos de mundos muy alejados. Yo soy un escritor realista, era seguidor de Jean-Paul Sartre y de los que creían en la literatura comprometida; a Borges no le interesaba la política, más bien la literatura fantástica, tenía preocupaciones más relacionadas con el tiempo, no con cambiar la sociedad”, le contó Vargas Llosa el miércoles al periodista peruano Raúl Tola durante la charla en la que admitió que en sus comienzos lo leía casi a escondidas.

Su primer contacto- ha recordado también- fue gracias a su amigo Luis Loaiza, que estaba fascinado con el autor de El Aleph, y comenzó por los cuentos. “El tipo de escritor que trato de ser es muy distinto de Borges; para mí fue un shock encontrarlo. Disfrutaba de Borges pero sin reconocerlo”, relató el Nobel a Tola. “Luego lo hice sin vergüenza, asumiendo la admiración que le he tenido”.

Borges y el ‘boom’

Antes de la conversación, Eva Valero, doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante, y José Carlos Yrigoyen, crítico del diario El Comercio de Perú, hablaron con Tola sobre este libro que conecta a los dos íconos de la literatura latinoamericana. “La revolución de Borges es unipersonal. Es premonitoria de lo que vendrá después del boom”, dijo Valero quien destacó el apartado sobre las ficciones del escritor argentino que el Nobel analiza en el libro. Para ellos, así como Borges alimentó el boom, también se benefició del empuje que ese gran movimiento tuvo en América Latina. “Borges era desdeñoso con el boom. Una vez le preguntaron por Vargas Llosa y dijo que no lo había leído”, recordó Yrigoyen. Y Tola añadió: “Dijo que era un muchacho que escribe bien, pero que le había inventado goteras en una entrevista”.

Vargas Llosa recuerda con detalle esa anécdota y los efectos de la entrevista que le hizo en 1983 en Buenos Aires. Fue en su departamento del barrio Palermo y le impresionó la modestia con la que vivía uno de los autores fundamentales en español. El detalle de una gotera que el peruano incluyó en su entrevista no hizo mucha gracia a Borges. “El hecho de que escribiera que había una gotera que se filtraba hizo que Borges dijera: ‘Es un muchacho que me vino a ver, un periodista, pero mi impresión es que era un publicista que quería venderme una casa”, contó Vargas Llosa entre risas.

Otra entrevista, esta vez en 1963 en París, trae recuerdos luminosos al Nobel. Borges había deslumbrado a los intelectuales franceses que estaban sorprendidos por descubrir un tipo de literatura de latinoamericana que los obligaba a repensar sus prejuicios. Vargas Llosa era un joven escritor y cayó también bajo la fascinación del argentino. “El gran prestigio de Borges saltó en ese viaje. Y ese reconocimiento saltó hacia América Latina, al venir sancionado por el éxito en Francia”, dijo Vargas Llosa, quien recordó la emoción que le produjo ese momento a pesar de ubicarse en mundos literarios tan alejados. “Prevalecían la extraordinaria prosa y la originalidad. Era muy difícil no ceder a esa fascinación y encanto que producía”.


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