La selección femenina de baloncesto ha conquistado 13 medallas en los 18 campeonatos disputados este siglo, las siete últimas de forma consecutiva entre 2013 y 2019. Los éxitos redimensionaron el camino de un grupo de leyenda que se hizo emigrante por proyección y obligación. El auge y la depresión de la liga española marcaron el ritmo de una diáspora que ahora toca a su fin. El “ejército de Pancho Villa”, como tituló Amaya Valdemoro la conmovedora aventura de sus coetáneas en inferioridad de centímetros y condiciones con las rivales, se transformó progresivamente en una marabunta competitiva que rompió los percentiles a fuerza de talento y carácter. Los bronces en el Europeo de Letonia (2009) y en el Mundial de la República Checa (2010) fueron las dos primeras medallas para Alba Torrens, Silvia Domínguez, Laura Nicholls y Anna Cruz, el núcleo que, con la capitanía de Laia Palau, el refuerzo primero de Sancho Lyttle y después de Astou Ndour, la posterior llegada de Marta Xargay y Laura Gil, y la pizarra de Lucas Mondelo, alcanzó dimensión internacional.
MÁS INFORMACIÓN
Un viaje apasionante que estos días trae de vuelta del exilio a Anna Cruz y Laura Nicholls, ambas procedentes de Turquía, con destino a Vitoria y Zaragoza respectivamente. Del núcleo de medallistas del equipo de Mondelo, solo Alba Torrens (en el Ekaterimburgo ruso) y Astou Ndour (en el Hatay turco) siguen fuera de España. El símbolo del rearme de la Liga Femenina Endesa. El regreso al futuro de la selección, para preparar un 2021 de traca con Europeo en Valencia y Juegos Olímpicos en Tokio enlazados entre junio y agosto. “En el bronce mundial de 2010, las 12 jugadoras estaban en España. Después todas se fueron marchando al extranjero. Su vuelta multiplica la evolución y la repercusión de nuestro baloncesto”, explicaba hace justo un año José Ignacio Hernández, seleccionador entre 2010 y 2011 y actual director técnico de las selecciones femeninas, tras la consecución del oro en el Europeo de Belgrado.
“La Liga está cogiendo vuelo y a los grandes proyectos de Girona, Salamanca y Valencia se están uniendo otros con apuestas muy importantes”, cuenta Anna Cruz, fichaje estrella del Kutxabank Araski de Madelén Urieta. “Hay verdaderos equipazos, clubes consolidados y mucho producto nacional. Eso le da nivel a la Liga”, suma Laura Nicholls, pilar del Casademont Zaragoza en su apuesta por el baloncesto femenino tras asociarse con el histórico Stadium Casablanca (Mann-Filtter). El regreso de las dos internacionales revierte la diáspora de las medallistas de Mondelo y potencia la competición nacional a niveles de sus mejores épocas. Una repatriación a la que también se sumó en enero Xargay, ahora momentáneamente retirada en busca de su rearme personal. “Ya la echamos de menos. La traeremos de vuelta, aunque sea tirándola de las orejas”, se acuerda de ella Nicholls. “La entendí mucho. Hay veces que hacer lo que te gusta te lleva a ciertos límites que no esperas. Solo se ve lo bonito, pero detrás llevamos mucha carga que no cuentas por no preocupar a los que están lejos”, añade Cruz. La selección está de vuelta a casa.
Cruz vuelve a España después de siete años de peregrinaje, con seis de “supervivencia” en Rusia, la conquista del anillo de la WNBA en 2015 con Minnesota como gran hito, y un complicado final de periplo en Turquía. “En mi caso, volver era una necesidad, física y mental… En navidad, cuando tomé la decisión de operarme de la rodilla, ya tenía en mente regresar a España para la próxima temporada. Quería dejar de pasarlo mal fuera”, confiesa la escolta barcelonesa, de 33 años, que ha ganado ocho medallas con España. “Yo tuve un año positivo y tranquilo en el Fenerbahçe. Pero tenía la sensación de que necesitaba algo más, un aliciente como el que me ofrece el Zaragoza. Una ilusión así”, explica Nicholls, con nueve medallas en su colección (solo Laia Palau, con 12, la supera).
“Todo son procesos. Hay un momento en el que necesitas superarte, salir de tu zona de confort, acumular experiencias. Pero, cuando pasas por todo eso, luego también quieres disfrutar de la familia, estar cerca”, desarrolla la pívot santanderina de 31 años. “La Liga española está resurgiendo. En su día fuimos reflejo de la crisis social y económica que se estaba viviendo en el país y eso marcó la salida de muchas jugadoras. Ahora toca volver. Además, aquí tenemos a los mejores profesionales para el cuidado y tratamiento físico. Teniendo en cuenta el verano que nos espera en 2021, lo ideal sería tener una temporada sin incidentes para llegar al mejor nivel”, completa Nicholls. “Haciendo balance digo ‘¡madre mía¡, no sé ni cómo lo he hecho’. Hasta tengo carácter de rusa. Muchas veces hemos pensado eso de ‘con lo bien que estaríamos en casa”, prosigue Cruz, interpretando su regreso también en clave de selección. “Las que estábamos fuera veíamos siempre la selección como la oportunidad de sentirnos en nuestro entorno. El ambiente y la conexión que tenemos nos hace grandes. Nos juntamos un mes y sentimos que es nuestro equipo de siempre. La personalidad de cada una es lo que nos diferencia como equipo”, señala la nueva jugadora del Araski.
Vitoria espera a Cruz, de vuelta de su viaje iniciático. “En este confinamiento me he acordado mucho de mis inicios, de cómo disfrutaba del baloncesto más puro y más sencillo, sin tanta estrella alrededor. Y me he dado cuenta de que cuando mejor he jugado ha sido cuando más feliz he sido dentro y fuera de la pista. Por eso busqué un entorno y un proyecto que me hiciera feliz”, relata. “Estamos deseando volver a competir aquí”, añade Nicholls. “Vamos a salir como fieras para recuperar este tiempo perdido. El gen competitivo y el afán de lucha lo llevamos dentro. Esto es como montar en bici, pero no bajamos nunca la guardia”, remata Cruz, que lleva desde diciembre sin disputar un partido oficial. Ambas tendrán vacaciones por primera vez en muchos veranos, antes de reanudar la batalla.
En 2011, Salamanca se convirtió en la capital europea del baloncesto femenino. Ese año, el Perfumerías Avenida (con Silvia Domínguez, Sancho Lyttle, Alba Torrens, Marta Xargay y Laura Gil en sus filas y Lucas Mondelo de entrenador) conquistó la Euroliga y puso fin a casi dos décadas de ausencia de equipos españoles en el palmarés continental, desde que las pioneras del Dorna Godella se proclamaran campeonas en 1992 y 1993. En 2012, el éxito fue a más y España presumió de la primera final europea de su historia con el duelo entre el Rivas Ecópolis y el Ros Casares. Sin embargo, tras aquel hito y la inmediata desaparición del lujoso proyecto valenciano, la Liga entró en depresión. El regreso de las medallistas emigrantes ha consolidado la reconstrucción.
Una Liga Femenina Endesa llena de medallistas y talento emergente
Con Laia Palau y Silvia Domínguez capitaneando a Uni Girona y Perfumerías Avenida, referentes absolutos de la Liga en el último lustro, el resto de internacionales darán vuelo a proyectos como el de Valencia. Allí se reunirán la próxima temporada Queralt Casas, mvp nacional este curso, la prometedora Raquel Carrera, que regresa tras su cesión al Araski, y las recién incorporadas Cristina Ouviña y Laura Gil (junto a la australiana Rebecca Allen y otras medallistas como María Pina y Leticia Romero). Un impulso que se busca igualmente en Vitoria, con Anna Cruz, Tamara Abalde y Laura Quevedo, y en Zaragoza, donde el Casademont ha apostado fuerte por el baloncesto femenino con el fichaje de Laura Nicholls como piedra angular. El verano pasado también se sumó a la reconstrucción de la Liga Maite Cazorla, que, tras llegar a la Final Four de la NCAA, firmó con el Perfumerías Avenida, la gran cantera histórica de la selección. Entre las grandes promesas, además de Cazorla y la mencionada Carrera, Paula Ginzo cambia el Al-Qazeres extremeño por el Lointek Gernika Bizkaia, que ha renovado también a Belén Arrojo y Nogaye Lo, e Irati Etxarri permanecerá como referente en el Cadí La Seu. En el radar de talentos de Mondelo (entrenador de las Toyota Antelopes en Japón), apenas María Conde, que ha cambiado Polonia por la República Checa para jugar la Euroliga con el USK Praga, y Leo Rodríguez (Famila Schio) y Ángela Salvadores (Virtus), pendientes de definir su futuro en Italia, permanecen fuera de España.
Source link