NUEVA YORK – “Yo estaba tumbado en la camilla, y detrás de mí se abre una puerta y aparece un hombre gritando ‘¡tenemos una herida de bala! ¡Una herida de bala en el pecho!”.
Así comienza Alan Weiss a contar cómo se convirtió en el primer periodista en informar de la muerte de John Lennon después de que un accidente le llevara al mismo hospital al que fue trasladado el músico cuando fue abatido a tiros.
Al cumplirse, este 8 de diciembre, cuatro décadas del asesinato de uno de los músicos más famosos de la historia, a Weiss, que en 1980 trabajaba en Nueva York en el departamento de producción de un canal de noticias local, le vuelven a asaltar los recuerdos de aquella fatídica noche en la que Lennon recibió el impacto de cuatro balas a las puertas del edifico de apartamentos de Manhattan en el que vivía.
“Era una noche muy fría de diciembre, yo tenía una moto y conducía a través de Central Park, cuando me golpeó un taxi y salí volando por encima del manillar”, dice en una entrevista con Efe sobre el incidente que le llevó a ser testigo del fallecimiento del miembro más popular de Los Beatles.
El reportero acabó esa noche en el Roosevelt Hospital, en el Upper West de la Gran Manzana, esperando en el pasillo a que los médicos evaluaran si tenía alguna lesión grave tras haberse golpeado duramente la cadera y la cabeza en la caída. Fue entonces cuando dos policías entraron entre gritos a urgencias transportando a un hombre malherido.
Segundos después escuchó la estupefacción de otros dos agentes, que estaban de pie a su lado: “¿Puedes creerlo? John Lennon”, afirmaron.
El músico plasmó su firma momentos antes de morir. Entérate de cuánto podría recaudar el álbum.
Aturdido aun de la caída y sorprendido por el hecho de que pudiera tratarse de aquel célebre personaje, que además era una de las personas a la que más admiraba, Weiss quiso confirmar que habían pronunciado el nombre de Lennon.
“Quizá dijeron algo como Jack Lemmon y lo entendí mal”, pensó, pero los policías se negaron a contestar a sus preguntas.
Confinado a su camilla, intentó entonces que uno de los celadores llamara por teléfono a la redacción del canal de noticias para el que trabajaba, ABC7, para alertar del posible tiroteo del artista, pero fue interceptado por un guardia de seguridad, que le aseguró una y otra vez que no se trataba de Lennon.
Es por el uso de sus canciones en los actos electorales.
La mentira, sin embargo, quedó al descubierto cuando Weiss vio entrar por las puertas del hospital a una devastada señora asiática vestida con un abrigo de visón.
“Lloraba histérica en el brazo de un agente de la policía. He sido un fan de Los Beatles toda mi vida, y desde luego sabía quién era Yoko Ono. Estaba bastante seguro de que era ella, pero no completamente”, dice el periodista sobre la famosa mujer de Lennon, a quien algunos acusan de haber sido la causa de la ruptura de la banda.
De nuevo, más intentos de acceder a una línea telefónica por parte de Weiss para ponerse en contacto con la redacción, que eventualmente dan sus frutos.
La banda tenía prevista una gira por EEUU este verano, pero todos sus conciertos han sido pospuestos debido a la crisis del coronavirus.
Al hablar con sus compañeros, le confirman que han oído información de un tiroteo frente al Dakota, los apartamentos de lujo en los que vivían John Lennon y Yoko Ono, por lo que con toda esa información, corroboran la noticia del ataque.
Cumplida su misión inicial, el periodista vuelve a su camilla, desde donde ahora puede ver perfectamente cómo los médicos tratan de salvar la vida al ilustre paciente.
“Aunque ya han pasado 40 años, es una escena que nunca olvidaré. Lennon estaba tumbado, le habían quitado toda la ropa. Estaba tumbado sobre su espalda, sus pies mirando hacia la puerta, y rodeándole en semicírculo todo el personal médico que le trataba, y su pecho completamente abierto”, relata pausadamente.
“Había sangre por todas partes, y uno de los médicos tenía sus manos dentro del pecho de Lennon, y podía ver, por cómo se estaban moviendo sus manos, que estaba bombeando su corazón. (…) Estaba tratando de mantener la circulación en su cuerpo”, agrega.
Minutos después, Weiss fue trasladado a través de unas puertas, fuera del departamento de urgencias y hacia la zona general del hospital, donde, por casualidad, estaba sonando de fondo la melodía del “All My Loving” (1963) de Los Beatles.
“La canción termina, y como un minuto más tarde, se oyen los gritos de una mujer, ‘¡oh,no! ¡oh, no!’, y se abren las puertas de una habitación y veo salir a Yoko Ono, llorando desconsoladamente, abrazando al productor musical David Geffen”, cuenta el reportero, que dice que poco después, la doctora que le atendió le confirmó con indirectas que Lennon no había superado el tiroteo.
Tras convencer a la médico con el argumento de que sólo trataba de ser buen periodista, Weiss pudo utilizar otro de los teléfonos del hospital para confirmar el fallecimiento, y se convirtió así en el primer reportero en informar del fatal desenlace.
“Esta historia me afectó de maneras que prácticamente ninguna otra historia hizo. Primero, porque rara vez estaba en el lugar de los hechos cuando sucedía una tragedia. Normalmente como periodista llegas cuando ya ha pasado”, reflexiona.
“Además, era un fan de Los Beatles, Me encantaban Los Beatles, crecí con Los Beatles, Los Beatles fueron el grupo musical más importante de mi vida, y creo que la mayoría de la gente está de acuerdo en que fue el grupo musical más importante de la historia”, exclama Weiss.
El periodista dice que Lennon usó su estatus para hacer el bien, exigiendo el fin de la guerra de Vietnam, o comprando chalecos antibalas para la Policía de Nueva York cuando aun no eran obligatorios.
Recapacita, sin embargo, que los reporteros que cubrieron la historia cometieron un importante error: el de publicar el nombre del asesino, Mark Chapman, que mató al cantante para lograr ser conocido por todo el mundo.
“Creo que ahí fue cuando nosotros como periodistas decepcionamos al país y al mundo entero. Debemos de tener una mayor disciplina para no permitir que la gente nos manipule”, asegura. “(Chapman) No compuso canciones ni música ni creó un plan para la paz ni le salvó la vida a alguien. Acabó con la vida de alguien, y por una razón egoísta, para salir en los periódicos y cadenas de televisión y radios por todo el mundo”.
Por eso, se niega a mencionar su nombre en las entrevistas que concede a los medios: “No sé si lo has notado, pero no he usado su nombre en la conversación. No soy muy consistente en ello a veces, (…) pero estoy tratando más y más de aprender de mis errores”, expone Weiss, que sentencia que el asesino debería “pudrirse en la cárcel hasta el fin de sus días”.