España ha tardado 24 horas en sumarse a la suspensión del tráfico aéreo de pasajeros con el Reino Unido. Ha pasado un día y más de un centenar de vuelos han aterrizado en suelo nacional desde que el Gobierno holandés anunciara que sellaba sus fronteras con las islas británicas para evitar la propagación de una variante de coronavirus que se ha mostrado más contagiosa, pero aparentemente, no más letal. Desde entonces se fueron sumando la mayoría de los países de la Unión Europea. España ha sido de los últimos en hacerlo, a primera hora de la tarde de este lunes. Desde el martes no podrán entrar vuelos salvo para traer a nacionales o residentes. Además, también reforzará el control fronterizo con Gibraltar, donde se ha confirmado un caso de esta variante.
La suspensión afectará a un centenar de vuelos que cada día aterrizan en suelo español, especialmente en Málaga y las Canarias. Según una portavoz de AENA, las aerolíneas de momento mantienen los trayectos, a los que solo podrán subir nacionales y residentes. Según los datos de los aeropuertos de noviembre, la media de ocupación era de poco más de 100 pasajeros por vuelo, es decir, unas 10.000 personas al día.
Además, el refuerzo de los controles de Gibraltar afectará a quienes cada día cruzan la frontera. Gibraltar calculaba que antes de la pandemia lo hacían diariamente 30.000 personas. De ellos hay 15.000 empleados transfronterizos europeos que viven en la zona española, 9.300 de ellos españoles. No hay una estimación de cómo la crisis sanitaria ha afectado a estas cifras. El ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, comunicó a Exteriores que a todos los viajeros que lleguen al Peñón procedentes del Reino Unido se les exigirá una PCR negativa y que se aumentarán las pruebas entre la población. Por parte española, se intensificarán los controles en la verja y se realizarán controles aleatorios a los trabajadores transfronterizos.
La medida, según ha informado la Secretaría de Estado de Comunicación, se ha tomado tras la reunión del mecanismo de crisis de la Unión, que este lunes ha analizado los efectos de la nueva variante del virus y ha pedido que se eviten los viajes no esenciales. Después de tres horas no se ha logrado una posición común. El encuentro técnico del llamado mecanismo de respuesta política integrada a las crisis (RPIC) de la UE se ha limitado, según fuentes diplomáticas, a constatar las diferentes medidas adoptadas por cada uno de los 27 Estados miembros, que van desde prohibición de entrada a los viajeros procedentes de territorio británico a la imposición de test y cuarentenas. Los 27 han pedido a la Comisión Europea que elabore unas directrices que podrían servir de base para un protocolo sanitario más estricto que se aplicaría al Reino Unido como vía para restablecer las conexiones aéreas, marítimas y ferroviarias. El encuentro también ha abordado la necesidad de mantener la coordinación interna para evitar que se repitan los cierres de frontera dentro de la zona Schengen que ocurrieron durante la primera ola de la epidemia.
Sin una posición común, como pedía España, el Gobierno ha decidido suprimir los vuelos después de que “se haya expuesto en Bruselas la necesidad de tomar medidas coordinadas”. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha mantenido “una conversación sobre estas decisiones comunes” con el primer ministro portugués, Antonio Costa, al igual que han hecho los ministros de Sanidad de ambos países, Salvador Illa y Marta Temido.
Pese a que el domingo una docena de países ya había decidido suprimir los vuelos, España se limitó a anunciar que limitaba los controles sobre las pruebas PCR a viajeros procedentes del Reino Unido. Desde el pasado 23 de noviembre, España exige a los viajeros de países considerados de riesgo ―los que tienen una incidencia acumulada superior a 150 casos por 100.000 habitantes en 14 días― un test negativo efectuado 72 horas antes del vuelo, con multas desde los 3.000 euros si no se dispone de él. El Reino Unido está incluido en el último listado, vigente hasta el 27 de diciembre. Esta medida fue calificada por el propio Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, de poco eficaz, ya que no impide que una persona que esté incubando el virus pueda entrar y contagiarlo una vez que llega al país.
Cuando España ha comunicado el cierre, 20 países de la Unión Europea habían prohibido ya la llegada de vuelos de las islas Británicas: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, los Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Rumania y Suecia ya habían anunciado en cascada sus vetos, con distintas duraciones: en Holanda, hasta el 1 de enero, y en Francia, solo temporalmente, durante 48 horas. Otros países europeos, como Suiza, Noruega y Rusia, también se había sumado al cierre de fronteras, al igual que Marruecos, Turquía, Israel, Canadá, Hong Kong, Argentina, Colombia, Perú y Chile.
El Gobierno español seguía apostando por una postura común que finalmente no se ha conseguido: “Hemos apostado por que estas medidas sean coordinadas. Es bueno que haya una respuesta coordinada a nivel europeo”, había insistido a primera hora de este lunes Illa, en una entrevista radiofónica en Rac1, en la que dijo también que actualmente no hay “constancia” de que la nueva cepa del coronavirus ya se encuentre presente en España, aunque eso no significa “que no lo esté”, y explicó que la vacuna sigue siendo “efectiva” contra la mutación.
El Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) publicó este domingo una evaluación de riesgo y dio por buenas las estimaciones del Reino Unido, que aseguran que la nueva cepa puede ser un 70% más contagiosa. “Esta nueva variante ha surgido en una época del año en la que tradicionalmente se ha incrementado la mezcla familiar y social. En este momento, no hay indicios de una mayor gravedad de la infección”, señala en su informe. Insta a los países que secuencien los casos para detectar si corresponden a esta variante para alertar al sistema europeo de detección temprana y llama a evitar viajes y actividades sociales no esenciales.
Ni el Ministerio de Sanidad ni las comunidades autónomas han tomado por el momento medidas más restrictivas con respecto al plan navideño, cuyos detalles fueron dando a conocer los gobiernos regionales durante los últimos días. La secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, ha explicado que el contacto con las autonomías es diario y que las medidas se adecuarán en cada momento a su situación epidemiológica. Ha eludido responder a la pregunta sobre si el Gobierno piensa endurecer el plan navideño o instar a las comunidades a que lo hagan ante esta nueva variante y ante las recomendaciones del ECDC.
Calzón ha señalado que España es el segundo país europeo que más estudios de la secuencia genética del virus realiza y que se va a “seguir con especial atención” todo lo relacionado con esta nueva variante del virus. La número dos de Sanidad ha descartado “a priori” que la nueva cepa pueda afectar a la estrategia diagnóstica, ya que los test de antígenos detectan una parte del virus que no se ve afectada por esta mutación. Tampoco cree que pueda afectar a la efectividad de las vacunas que comenzarán a pincharse en España el próximo domingo, ya que la proteína S, que es a la que se dirige el medicamento, no ha sufrido cambios significativos.
Los expertos no se atreven a hacer predicciones de cómo puede afectar a la propagación de la pandemia esta nueva variante. Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, señala que lo más preocupante de forma inmediata es un posible aumento de la transmisibilidad del virus. “No obstante, de momento no es el virus predominante en el Reino Unido, aunque esté creciendo mucho. Es razonable que se refuercen las medidas de protección no farmacológica, pues seguro que son eficaces, aunque es opinable la intensidad de estas medidas, y que se monitorice la situación y se analicen los posibles problemas, como sugiere el ECDC europeo. Se trata de ganar tiempo hasta que se pueda vacunar a los más vulnerables”, relata.
Aunque la variante no sea más letal, al ser más contagiosa su extensión podría redundar en más infecciones, lo que en última instancia lleva a más hospitalización y más fallecimientos, como señala Elvis García, doctor en Epidemiología por la Universidad de Harvard.
Con información de Jesús Cañas, Bernardo de Miguel y Miguel González.
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