Sito Miñanco afronta su cuarta condena, que puede perpetuarlo en prisión


En una videoconferencia desde la cárcel, la juez María Tardón ha comunicado este martes al narcotraficante José Ramón Prado, conocido como Sito Miñanco, el cuarto procesamiento en su largo historial con el tráfico de drogas. El capo gallego ha escuchado la lectura de 75 folios en los que la magistrada de la Audiencia Nacional le describía al detalle cómo Prado coordinó en febrero de 2018, cuando disfrutaba de libertad condicional, a medio centenar de personas para ejecutar el desembarco de cuatro toneladas de cocaína, con unas ganancias de 160 millones de euros que arruinaron su ficha de buen preso.

Con 65 años, José Ramón Prado se enfrenta a un complicado horizonte penitenciario que podría perpetuarlo en prisión. Es difícil imaginar que pueda defenderse de un relato judicial basado en contundentes informes policiales. Sin embargo, una persona de su entorno ha asegurado que tiene preparada una gran artillería procesal; pretende demostrar así que su implicación en esta causa ha sido el resultado “de una emboscada para enterrarlo en vida”.

Su abogado Gonzalo Boye, también procesado junto a Sito Miñanco, por blanqueo de dinero, defiende la inocencia de su cliente y la suya propia. “Hasta ahora no hemos podido defendernos, pero ha llegado el momento de hacerlo y lo haremos con todas las consecuencias”, ha comentado escuetamente el letrado. La juez ha fijado para Boye una fianza de 900.000 euros, aunque su procesamiento no alterará su actividad como letrado en esta y otras causas, en las que defiende a los expresidentes de la Generalitat Carles Puigdemont y Quim Torra.

La leyenda en torno a Sito Miñanco creció con estas dos operaciones de cocaína por las que ha regresado a prisión, cuando muchos, incluidos algunos jueces, habían creído en su arrepentimiento y en su reinserción social después de pasar más de una década encarcelado. Pero la Policía demostró que el playboy del narco gallego había abandonado la cárcel con el propósito de retomar su carrera de capo y relanzarla con una mayor proyección en el tráfico internacional, desde la cúpula del mercado de la coca.

Así, se le pudo implicar en sendas operaciones, una la del buque Thoran, abordado en octubre de 2017 cuando transportaba 3.3 toneladas de cocaína, y dos meses después con la aprehensión de un contenedor en Holanda, que ocultaba 615 kilos de la misma sustancia. “Estos dos hitos en la investigación fueron el resultado de un sinfín de preparativos orquestados por Prado Bugallo, encaminados a materializar estas y otras operaciones que se desarrollaban incesantemente y de forma paralela”, afirma la juez Tardón.

Sito reconstruyó su banda y sus viejos métodos: una gran organización y fondos suficientes para pagar los fletes de cocaína. Para ello, disponía de todos los recursos necesarios, en particular los financieros, asociándose cuando era necesario con otras organizaciones, a través de numerosas operaciones de recogida de dinero en las que se involucraba personalmente. Junto a estos transportes de dinero en efectivo para la financiación de operaciones de narcotráfico, Miñanco siguió contando con su mano derecha, el colombiano Luis Enrique García Arango para diseñar toda la logística de ocultación e incorporarlo al circuito financiero, bien a través del entramado societario del propio Sito en Galicia o enviándolo a Colombia. Uno de estos envíos se detectó el 6 de febrero de 2017 cuando se intervino en el aeropuerto de Madrid-Barajas la suma de 899.620 euros ocultos en dobles fondos de los equipajes de varios de sus hombres.

El narcotraficante vivía obsesionado con extremar la contravigilancia y la impenetrabilidad de sus comunicaciones. De hecho, había realizado un curso de informática en prisión cuyo diploma fue localizado por la Policía en un cajón de las oficinas de O Facho, en Cambados, los astilleros propiedad del capo desde su época de contrabandista de tabaco.

Durante los preparativos fue posible constatar las extremadas precauciones y medidas de seguridad adoptadas por Miñanco y sus hombres que recurrían al uso de cabinas telefónicas para dificultar la intervención de sus comunicaciones o el uso de móviles encriptados. En octubre de 2016, en un permiso penitenciario de Sito para desplazarse a Galicia, se sucedieron las reuniones encaminadas a preparar la operación en un chalé en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), propiedad del capo.

Este inmueble, que operaba como “piso de seguridad” para la organización, era utilizado por la banda para asegurar la confidencialidad de sus reuniones y al mismo tiempo almacenar el dinero producto de la venta de la cocaína, según el auto de procesamiento.

Los enclaves estratégicos de los montes de O Salnés (Pontevedra) desde donde se divisaban las Rías Baixas fueron revisados insistentemente para comprobar que había comunicación fluida y segura con el buque y las planeadoras que iban a descargar la droga. Pero pese a todas estas previsiones y los esfuerzos para culminar con éxito esta operación, en la madrugada del 2 de octubre de 2017, sobre las 00.20 horas, el Thoran fue abordado en las proximidades de las Azores con 165 fardos con una elevada pureza, superior al 80%. Fue el regreso del mito a su celda.


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