El Real Madrid entrará este miércoles durante unas horas en Alcoy (Alicante), una ciudad cerrada perimetralmente a cal y canto por las medidas anticovid, para disputar contra el equipo local el partido de dieciseisavos de final de la Copa del Rey (21.00, Dazn y Telecinco). Las duras restricciones no han impedido que la incidencia se dispare en el municipio (2.407 casos por cada 100.000 habitantes, más de 600 que la semana pasada) y su alcalde pidió que solo se saliera de casa para “comprar, trabajar e ir a la escuela”. Lógicamente, nadie dijo nada de Zidane y sus muchachos. Así que los lugareños que quieran verlos tendrán que hacer lo mismo que el resto del mundo: encender la televisión porque el encuentro en El Collao se celebrará a puerta cerrada. Los operarios que adecentan estos días el campo municipal no lo hacen por cortesía, sino porque tocaba.
“Esto es un palo muy duro, no podemos sacarle nada”, se lamenta Toni Justicia, el presidente del Alcoyano, un histórico con leyenda propia a cuenta de la moral que sufre una “delicada situación financiera”. En el viejo mundo, la visita del Madrid hubiera supuesto un pelotazo económico para la entidad y la comarca; en la “nueva normalidad” es una oportunidad perdida, como ver pasar ante sí un furgón de euros y no poderlo ni mirar. Ya hace dos semanas, la eliminatoria frente al Huesca también se celebró sin público. “A 30 o 40 euros la entrada, contra el Madrid hubiéramos ingresado más de 100.000 por taquilla. Nosotros no estamos bien económicamente. Yo llegué al cargo hace un mes y hemos encargado una auditoria”, añade el máximo dirigente sin querer ofrecer más detalles de las cuentas de un equipo, recién ascendido a Segunda B, que ronda los 800.000 euros de presupuesto. Para contener daños, sacaron unas entradas virtuales a 10 euros, aunque nadie espera que esta iniciativa reviente la caja, como sí le ocurrió al Marine, de la octava división inglesa, que vendió 20.000 tickets simbólicos del duelo ante el Tottenham en la FA Cup.
“Es un palo muy duro, no podemos sacarle nada”, se lamenta el presidente del Alcoyano, un histórico con una “delicada situación financiera”
Los clubes modestos siempre han soñado con este tipo de Gordos, y más en el nuevo formato de la Copa, pero el fútbol encapsulado los ha reducido, en el mejor de los casos, a frustrantes pedreas. Quizás el colmo es el caso del Cornellà, que eliminó al Atlético hace 15 días y este jueves se cruza con el Barcelona (21.00, Dazn), y los dos partidos son sin público cuando a unos metros, literalmente, tiene el estadio del Espanyol, donde podría meter miles de espectadores. Ya lo hizo hace seis temporadas contra el Madrid y se embolsó 400.000 euros por taquilla en un choque que reunió a casi 30.000 espectadores.
“Creo que esta vez podríamos haber llegado a 600.000 euros entre el Atlético y el Barcelona. Y eso es el 75% de nuestra masa salarial de este año”, detalla resignado su presidente, Alex Talavera. “Son encuentros únicos en el peor momento posible. Nosotros hasta hace dos días estábamos en la Primera catalana [dos categorías más abajo de su Segunda B actual] y este dinero nos hubiera servido para dotarnos de infraestructura. Sortearemos camisetas, el balón, sacaremos entradas virtuales, pero bueno… Este año, en general, es una ruina. Ya veremos qué presupuesto podemos cuadrar el siguiente”, señala el dirigente. El presente se sitúa en 1,1 millones para los equipos del club de más nivel y de este cruce copero sacará poco más de los 30.000 euros de rigor que da la Federación por haber pasado de ronda.
Recaudación a medias
En el Córdoba, el enfrentamiento de este miércoles contra la Real Sociedad (19.00, Dazn) solo les dejará su regreso al gran escaparate (están en Segunda B) tras años de muchas penas, incluido un concurso de acreedores. Un fondo de inversión de Bahréin compró hace unos meses en una operación muy singular la unidad productiva de la institución (plantilla, empleados, himno, escudo, colores…) y se hizo cargo de 3,5 millones de deuda. Ahora sus gestores calculan que el choque en El Arcángel frente a los donostiarras, también sin público, le saldrá “lo comido por lo servido” cuando en la vieja normalidad les habría supuesto más de 600.000 euros de taquilla.
El Cornellà, que eliminó al Atlético y ahora se cruza con el Barça, podía haber metido miles de personas en el estadio del Espanyol, como hace seis años contra el Madrid
Si les sirve de consuelo a estos clubes, en el mundo anterior al covid tampoco todos obtuvieron la máxima tajada. El Unionistas de Salamanca, el peculiar proyecto asambleario nacido en 2013, se enfrentó hace un año al Madrid y el acontecimiento apenas le dejó limpios entre 50.000 y 60.000 euros. Por principios, quiso disputar el encuentro en su campo, Las Pistas, y solo pudo meter 4.000 espectadores. “Habíamos contratado a una empresa de Sevilla para que instalara gradas supletorias y duplicar el aforo, pero hubo problemas de licencias. Le tuvimos que indemnizar con 5.500 euros. La iluminación extra nos costó otros 20.000, más el gasto en seguridad privada, sonido, aseos…”, explica su presidente, Miguel Ángel Sandoval. Al final, los 80.000 que ingresó por entradas, la mitad en realidad de lo que hubiera metido si se llega a ampliar la capacidad, fueron menguando.
Aunque, en mitad de estas complicaciones logísticas surgió la oportunidad del gran pelotazo: “El Madrid nos ofreció jugar en el Bernabéu y quedarnos con lo recaudado menos los gastos de organización. Hubieran sido 500.000 o 600.000 euros, la mitad de nuestro presupuesto. Pero nunca nos lo planteamos en serio. Por nuestra filosofía de equipo humilde, solo podía ser en nuestro campo”, zanja el dirigente sin ningún atisbo de arrepentimiento. Una oportunidad que ni tan siquiera han tenido ahora el Alcoyano o el Cornellà.
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