Perder peso, aprender inglés y hacer ejercicio se encuentran, de manera recurrente, entre los bienintencionados propósitos con los que solemos dar la bienvenida al año nuevo. Y, sin embargo, solo un 8 % de las personas lograrán sus objetivos, según un estudio de 2018 de la universidad de Scranton (Pensilvania, EE UU). Los datos siguen colocando a España en una posición incómoda en cuanto al nivel de inglés de sus ciudadanos: ocupa la 34ª posición a nivel global (de 100 países participantes), y solo la 26ª (de 34) en Europa, de acuerdo con el Informe EF EPI 2020, pero con motivos para ser optimistas, ya que la mejoría es lenta pero constante. Ya sea para encontrar un mejor trabajo, promocionar en el que tenemos, conseguir un sueldo más alto o acceder a oportunidades laborales en el extranjero, disponer de un nivel de inglés aceptable es ya una condición irrenunciable.
Afortunadamente, la metodología ha cambiado mucho a lo largo de los años, y ya no se centra simplemente en el estudio de gramática y vocabulario, sino que prioriza la comunicación y el uso del idioma en un contexto real. La pandemia y el teletrabajo, además, han acelerado el uso de herramientas y recursos digitales, que están al alcance de todos: “El uso de la tecnología ha democratizado el acceso al aprendizaje de idiomas, ya que personas de cualquier edad y con cualquier presupuesto lo pueden aprender gracias al uso de Internet”, afirma Ana Arángurez, directora de marketing en Europa de la plataforma de clases particulares online italki. La pregunta clave es: ¿Cómo mantener el compromiso para no acabar renunciando al primer inconveniente?
La motivación y la gestión del tiempo, claves
Según los expertos, ni la pandemia ni el aumento del teletrabajo deben ser obstáculos en el aprendizaje de un idioma. De hecho, “ha servido para que seamos más conscientes del tiempo que pasamos trabajando y podamos encontrar una manera de manejarlo mejor. Aunque, debido al distanciamiento, sea difícil, podemos decidir dedicarnos a una cosa y reservar un tiempo para ello de una manera que, en otras circunstancias, no hubiera sido posible”, argumenta David Bradshaw, responsable de servicios de evaluación de Cambridge Assessment English. En otras palabras: convertirlo en una prioridad. “Lo primero es el tiempo: hay que buscar un hueco para el inglés, que será más efectivo si es pequeño pero frecuente. De nada sirve dedicarle tres horas un fin de semana al mes, porque no conseguiremos nada; pero sí con 20 o 30 minutos al día”.
Lo segundo es marcarse objetivos concretos y realistas. “Mejor que proponerse aprender inglés, que es un concepto muy poco definido, se debería expresar en términos de “sacarme un título”, “alcanzar un nivel X” o “presentar mi tesis doctoral en inglés”, por poner varios ejemplos. Cuanto más concreto sea el objetivo, mejor se percibirá el progreso, y la planificación será más fácil”, explica Montse Sàbat, jefa de estudios en la Escuela Oficial de Idiomas de Barcelona-Drassanes. Para Bradshaw, las expectativas poco realistas son también un problema: “No puedes pretender ponerte a estudiar en enero y en marzo leer Guerra y Paz en inglés, o ver una película entera de Tarantino sin subtítulos (…). Hay que ponerse objetivos progresivos porque, si no, el alumno puede perder la motivación, al creer que no avanza”.
“Muchos estudiantes aspiran, de una manera más o menos consciente, a llegar a hablar algún día inglés como un nativo. Pero ese objetivo, además de prácticamente imposible, es muy poco valioso. Podemos llegar a hablarlo muy bien, y a escribirlo con seguridad, precisión y fluidez, pero no te puedes convertir en nativo… ni falta que hace”, añade Sàbat. Para esta profesora de idiomas, es también importante tener referentes que nos recuerden lo que se puede conseguir con un buen programa de estudios: “El parlamento europeo está lleno de ellos, así como cualquier convención de negocios internacional o los múltiples foros internacionales de todos los campos, donde se usa exclusivamente el inglés aunque no haya nativos presentes”. Un dato lo apoya: la mayor parte de las comunicaciones en inglés de hoy en día ya tienen lugar entre hablantes que cuya lengua materna no es el inglés.
Para los expertos de ABA English, otro factor que influye en nuestras posibilidades de éxito es el de compartir esfuerzos: si conoces a otra persona en tu misma situación, únete a ella y juntos podréis corregiros, motivaros y apoyaros mutuamente durante el proceso de aprendizaje. Importa tener claro que el esfuerzo constante tendrá su recompensa, pero también que no conviene fijarse siempre en el resultado final para mantener la motivación. Una investigación realizada por la Queen Mary University of London descubrió que la clave para alcanzar un objetivo es centrarse más en el esfuerzo necesario que en la recompensa, para que el camino no resulte tedioso y haga que desistamos.
Y un último punto: conviene estar preparados para cualquier contratiempo, porque surgirán. ¿Qué pasa si, por ejemplo, tenemos una semana laboral muy pesada? “Una alternativa es integrar el inglés en nuestra rutina diaria, de manera que, si un día no podemos seguir nuestro plan, sigamos teniendo contacto con el idioma al poner nuestro móvil en inglés, viendo películas en versión original, escuchando música o leyendo las noticias en este idioma, por ejemplo. Con esto estaremos más fortalecidos para cumplir de una vez por todas la meta de aprender inglés en 2021”, explica Natalia Casal, especialista lingüística de ABA English, una start-up española con 30 millones de alumnos en más de 170 países.
¿Puede ser efectiva una clase online?
El sector de la formación en línea, que ya estaba creciendo con anterioridad a la pandemia, ha recibido un impulso decisivo a lo largo del último año, debido sobre todo al distanciamiento social impuesto por la emergencia sanitaria del coronavirus, y ha cambiado el modo en que se impartían clases en todo el mundo. “El 60 % de los alumnos cree que el aprendizaje online les ayuda a desarrollar una gran cantidad de habilidades sociales, y el 98 % de los educadores piensa que el vídeo interactivo será esencial en el futuro”, asegura Aránguren, que además recuerda que (según EdTechReview), el uso de la inteligencia artificial en educación puede crecer hasta un 48 % en los próximos dos años.
Una clase en línea, afirman desde italki, presenta numerosas ventajas, como una mayor comodidad y facilidad de acceso, unos costes reducidos, mayores posibilidades formativas, más autonomía, una alta interacción y la posibilidad de personalizar la instrucción de acuerdo con el nivel e intereses de cada alumno. Pero ¿qué debe tener una clase virtual para que sea igual de efectiva que una presencial?
“Debe primar la interacción, y no solo entre profesor y alumno. Tienes que facilitar que los alumnos se metan en los break out rooms de Zoom o Teams, que hablen entre ellos y que tú como profesor puedas escucharlos”, opina Bradshaw. “Pero también has de darles herramientas o cosas que puedan mirar offline y traer hechas, como por ejemplo una lectura en PDF para que lean antes, a su ritmo, y con unas preguntas. Porque si yo lo proyecto en una pantalla, todos tienen que leer al mismo ritmo, y algunos se pueden perder”. La diferenciación, afirma, es otro de los aspectos que se ven potenciados por la enseñanza a distancia, al permitir (incluso dentro de un aula digital con más alumnos) compartir contenido y ayuda específica con cualquier persona que lo necesite, sin que los demás tengan por qué ser conscientes de ello.
Herramientas digitales para todos
Haya o no distanciamiento social (o un nuevo confinamiento forzado por las circunstancias), lo cierto es que Internet nos ofrece una amplia variedad de herramientas y recursos que, en muchos casos, permiten practicar las cuatro habilidades (listening, writing, reading and speaking) de forma gratuita. Es el caso de instituciones como el British Council, por ejemplo, o de la Universidad de Cambridge, mientras que EL PAÍS ofrece un curso de inglés online y 21 días gratis. Por su parte, Cambridge Assessment English, la fundación sin ánimo de lucro de esta universidad, ha puesto a disposición de los estudiantes numerosas herramientas a través de la página Supporting Every Learner y de aplicaciones como Write & Improve (una herramienta que, en cuestión de segundos, evalúa la ortografía, el vocabulario, la gramática y el estilo de una pieza escrita), Exam Lift (diseñada para los niveles A2 Key for Schools y B1 Preliminary for Schools), la app móvil Quiz Your English o Speak & Improve (para mejorar la expresión oral; actualmente en desarrollo).
Son, en definitiva, consejos, pautas, herramientas y recursos al alcance de todos para que este año, de una vez por todas, no formemos parte de eso 92 % que renuncia a los sempiternos propósitos de año nuevo. Requiere, siempre, esfuerzo, constancia y dedicación, pero es posible siempre que recordemos una máxima fundamental: las soluciones mágicas, rápidas y efectivas no existen. “Necesitas seguir, sí o sí. No vas a aprender un idioma en tres semanas, en un mes o en un año. Yo sigo aprendiendo español, y llegué aquí hace 30 años”, admite Bradshaw.
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