En la fórmula de los productos de Levinred Wine Cosmetics hay tinto y mucho amor por el rural gallego. En 2017, Patricia Rodríguez y Sofía Ferreiro aunaron su apuesta por permanecer en su localidad ourensana de O Leiro y la tradición vinícola que heredaron de sus abuelos para crear cosméticos elaborados con vino. “Somos hijas de emigrantes y estuvimos muchos años fuera del país. Nuestros padres nos inculcaron siempre el amor por el Ribeiro y su tierra”, cuenta Rodríguez por teléfono. Se formaron, vivieron y trabajaron en el extranjero, pero ese bagaje emocional siguió ahí y, en cuanto pudieron, marcaron el camino de vuelta a Galicia.
Allí, en un viñedo familiar de sus abuelos rehabilitado por sus padres una vez retornados, Rodríguez aprendió a hacer vino como lo hacían las generaciones anteriores. El salto a su idea de negocio vino dada por el azar. En 2015, la cosecha fue abundante y generó excedentes que no pudieron comercializar. Así que Rodríguez pensó en aprovechar esos litros de vino para utilizarlos en cosmética. En ese momento la idea quedó en el aire, hasta que dos años después, en un momento poco fértil laboralmente para ambas, compartió su visión con Ferreira. Al día siguiente, ya estaban buscando un laboratorio.
El proceso administrativo y burocrático y el difícil acceso a la financiación hicieron que el comienzo no fuera fácil. “Empezamos de cero a patear las calles y a dar a conocer nuestro primer producto, porque sacamos solo uno, para minimizar también los riesgos económicos”, recuerda esta comunicadora política de 38 años.
Esa primera referencia fue una crema facial a la que siguieron pronto otras, como un jabón exfoliante, el primer pintalabios hecho de tinto, un sérum y un exfoliante. Todos ellos con, al menos, un 95% de componentes naturales. Lo que diferencia sus productos, dice Rodríguez, es que no extraen encimas, sino que utilizan el vino obtenido de manera tradicional.
Los cosméticos de Levinred se pueden encontrar, por ejemplo, en establecimientos de productos naturales o tiendas especializadas en vino en diferentes puntos de España. También comercializan en Suiza y a través de su web, que reforzaron durante la pandemia por el cierre de los comercios. “La verdad es que nos funcionó muy bien. Y hemos tenido la suerte de que los locales tampoco han tenido, pese a las dificultades, un bajón muy importante”, relata Rodríguez. Con una facturación de 80.000 euros, en 2019 la empresa ya obtuvo beneficios. A la espera de cerrar las cuentas definitivas, las previsiones de 2020 siguen esa misma línea.
Por el momento son dos en la empresa, aunque de manera indirecta emplean a varios trabajadores. “Intentamos que sean emprendedores también del rural”, relata la cofundadora. Quieren servir, de alguna manera, como inspiración para proyectos igual “o más interesantes”, dice, que el suyo.
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