Dos pájaros solidarios vuelan hacia los Goya

Carlos Gómez-Mira tenía el sueño de hacer sentir bien y emocionar a las personas a través del cine. Con 45 años lo ha conseguido de la mano de los dos pajaritos protagonistas del cortometraje de animación Vuela, que ha sido nominado a premio en esta categoría en la primera gala híbrida de los Goya del día 6 de marzo. “Es la primera vez que me nominan a algo”, celebra el salmantino-madrileño. Desde su pequeño estudio Thinkwild, situado en un polígono empresarial de Las Rozas, ha dedicado dos años a esta película, cuyos temas principales son la diversidad y la solidaridad. En este tiempo, también ha seguido con otros encargos que realiza en su empresa audiovisual y también ha tenido una niña, Carmen, a la que le ha dedicado el proyecto.

Las oficinas de su empresa se encuentran en estos momentos algo desangeladas. Apenas están las mesas de trabajo a falta de los ordenadores, porque sus cinco miembros teletrabajan. Sobre una de ellas hay una cesta de Navidad que contiene un jamón y un queso, entre otros productos, y que todavía no han recogido. “Es de un compañero y siempre pienso en llevármela”, bromea Carlos. El resto del espacio está decorado con guitarras, libros de animación de películas como La guerra de las galaxias, superhéroes y un teléfono de Darth Vader. En este lugar, es donde en un día normal diseñan a través de Motion Graphics campañas publicitarias, anuncios o presentaciones para otras compañías, como las que han preparado para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2024 o Estocolmo 2026.

Vuela, el proyecto que les ha llevado a los Goya, narra la unión entre dos pájaros solitarios. Uno es un pollíto recién nacido que encuentra protección en otro con su ala atrofiada y abandonado por su bandada al no poder migrar. La idea del cortometraje nació a través de la iniciativa del estudio de crear relatos visuales con los que ONGs pudieran conseguir financiación. “Hicimos un vídeo sobre las personas que sufren exclusión social y decidimos representarlo con unos pajaritos con un ala atrofiada, para que así pudieran conectar con empresas,”, recuerda Carlos.

Poco a poco, el relato fue cogiendo forma y los responsables de Thinkwild comprendieron el poder que tenía esta metáfora visual, por eso decidieron convertirlo en un cortometraje: “Un pájaro que no puede volar es algo poético, porque genera empatía. Pones a tu protagonista en contra de muchas adversidades que tiene que solventar para seguir adelante”. El tema principal va más allá: “Ayudando a los demás somos capaces de realizarnos. Incluso cuando sientes que ya no eres útil, siempre va a haber alguien que te necesita”.

A nivel visual, la mayor parte del corto es responsabilidad de Borja Gómez Orellana y del propio Gómez-Mira: “A él le contratamos específicamente para animar, texturizar. Después él me pasaba su parte a mí y yo lo iluminaba”. En cuanto al guion, que no incluye ni una sola palabra, quién más lo trabajó fue Rossana Giacomelli. Paula Checa es la directora de arte, que desarrolló un par de ilustraciones y decidió la gama de colores a utilizar. Por último, Jaime Summers se encargó de la música. “En los créditos somos cuatro gatos, mientras que en otros cortos hay más de 100. Ha sido divertido hacerlo porque era todo casero”, cuenta el director. Para el sonido de los pájaros, utilizaron una especie de silbato creado con cartulina y un trozo de guante.

El director de la cinta considera que la animación permite abordar temas complejos de una manera poética: ”Hay temas crudos que contarlos con un vídeo puede ser difícil, por ejemplo el abuso infantil. Pero a través de metáforas visuales y no siendo tan explícito puedes contarlo de una manera atrayente”. La guionista Rossana Giacomelli (Madrid, 51 años) pone como ejemplo un proyecto que hicieron para la ONG italiana Sim-patia, que ayuda a personas con daños cerebrales: “Esa historia está contada desde el punto de vista de una persona, pero nunca la mostramos. Su condición de parálisis la representamos en la figura de una mano negra. El personaje dice que no puede coger cosas y aparece una garra que lo empuja, igual para comer. Sin mostrar a las personas se veía lo que sentían”. Añade que de esta manera no se pierde carga emotiva y encima no genera rechazo. Es más fácil de digerir y empatizar.

Vuela está calificado para mayores de siete años, sin embargo Gómez-Mira considera que es para familias con hijos de todas las edades: “Hay amigos nos han dicho que han llorado porque no sabían que iba a pasar con los pajaritos, pero creo que hay que mostrar todos los aspectos de la vida y la muerte a los niños”. Por eso no entiende por qué la plataforma Disney+ ha añadido recientemente un sistema de control parental en varios de sus clásicos, como Peter Pan o Dumbo, por considerar algunos de sus contenidos racistas. “Los niños tienen que enfrentarse al mundo real, donde hay gente buena y mala. Vivimos en un mundo demasiado políticamente correcto y tenemos el miedo de poder herir a alguien. Es bueno que añadan a esos clásicos un mensaje donde se explique que era otra época, pero si nos ponemos a censurarlas habría que prohibir todo”, dice el director. Su compañera Giacomelli piensa igual y señala que en la tele hay muchas cosas inapropiadas.

Con el deseo de que lleguen nuevos inversores que apuesten por ellos ya tienen nuevos proyectos en mente. “Tenemos un proyecto de cocina dedicado también a mi hija, Carmen, y la cuchara de palo. Gracias a la comida descubrimos culturas y lugares”, dice Gómez-Mira. Otro proyecto se trata de un corto de animación sobre el mundo de los sueños y las ilusiones, donde quiere mostrar las situaciones y personas que acaban con las fantasías de la gente. Lo que es seguro es que gracias a los dos pajaritos ha cumplido la suya.


Source link