“Con la pandemia hemos estado más en casa y le hemos dado vueltas a cosas que normalmente no te paras a pensar, como la factura eléctrica. Así que nos decidimos a poner placas solares”, explica Ángel Abraham, informático de 47 años que vive en Pozuelo (Madrid). “Teletrabajamos, estábamos en casa, así que nos pareció que era un buen momento para hacer la instalación”, continúa. En plena crisis sanitaria, Abraham y su hermano pusieron placas fotovoltaicas en sus chalets, situados en una misma parcela, para producir su propia electricidad y reducir su factura eléctrica. Su caso cada vez es más habitual: en 2020 se instalaron casi 600 megawatios (MW) de potencia fotovoltaica para autoconsumo en España, un incremento del 30% con respecto al año anterior. Aunque las instalaciones industriales y comerciales siguen siendo mayoritarias, el autoconsumo doméstico ha doblado su importancia en un año difícil; el sector habla de boom, pero pide más facilidades para los particulares, mientras el Gobierno lanzará en los próximos meses una Estrategia Nacional de Autoconsumo para ayudar a que esta explosión se consolide.
José Donoso, director de la Unión Española Fotovoltaica (Unef), que aglutina al sector, explica: “El coronavirus ha tenido un efecto paradójico: si normalmente la tasa de ahorro doméstica era un 8%, este año ha superado el 30%, es decir, muchos hogares han incrementado su renta disponible. Un número importante de personas han decidido utilizar estos ahorros para instalar placas fotovoltaicas. La gente ha pensado que sus ahorros están mejor en el techo de su casa que en el banco, que además no da rentabilidad. Los paneles pueden costar lo mismo que unas vacaciones familiares”.
El impulso viene del decreto del Gobierno que derogó el impuesto al sol en 2018 —que impedía el desarrollo de este tipo de energía— y garantizó impulsar el autoconsumo y que los consumidores tengan derecho a convertirse en autoconsumidores de energía renovables. El decreto fue desarrollado luego en 2019. “Esa normativa ha llevado a que en 2020 haya habido un repunte importante en las instalaciones de autoconsumo en viviendas. Además, la tecnología cada vez es más barata, los números salen”, apunta Laura Feijóo, de Ecooo, una empresa social sin ánimo de lucro que pretende cambiar el modelo energético hacia uno más verde y que ha impulsado ya unas 500 instalaciones en toda España. “Por unos 4.300 euros se pueden poner placas en una vivienda y reducir entre un 40% y un 60% la factura eléctrica”, añade.
Manel Sastre, de Som Energia, una cooperativa que impulsa compras colectivas de placas solares para abaratar su coste, coincide: “Estamos en pleno boom del autoconsumo. De hecho, el sector sufre para dar respuesta a todo el interés que se está dando”. Joan Vila, de 35 años y residente en Molins de Rei (Barcelona), participó en una de estas compras el año pasado. “Instalé las placas sobre todo por conciencia medioambiental. Lo más eficiente es que produzcas tu propia energía”, explica. Su pareja y él invirtieron unos 4.000 euros, que amortizarán en unos 15 años. Som Energia ha hecho 28 de estas iniciativas en las que se han inscrito casi 2.000 personas, la mitad de las cuales ya tienen las placas en sus domicilios.
Unos 5.000 euros de inversión
Las empresas instaladoras tampoco dan abasto. “Hasta el año pasado solo hacíamos instalaciones industriales, pero en 2020 vimos que había un aumento importante en el residencial y nos lanzamos a ese sector”, dice Remigio Abad, director de Powen. “Ha habido un aumento muy importante que se ha notado sobre todo a partir de junio, tras el confinamiento. El año pasado instalamos placas en unas 120 viviendas”, continúa. En su caso, el coste está alrededor de los 5.000 euros, “y se amortiza en unos siete u ocho años”.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. “No hemos avanzado lo suficiente para que esta sea una práctica normalizada”, se queja Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables, que impulsa estas energías. De hecho, mientras en Alemania y Bélgica es muy común ver placas en las viviendas, en España todavía es la excepción. “Seguimos teniendo dificultades en cuanto a autorización de instalaciones: hay ayuntamientos que tienen muchas exigencias. Hemos pedido que en instalaciones de menos de 4 kilowatios (kw) sea igual que comprarse un electrodoméstico”, prosigue.
José Donoso, de Unef, pone otra pega: “Tan solo ocho comunidades autónomas —Andalucía, Baleares, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia y Canarias— eximen a los proyectos de autoconsumo de solicitar licencia de obra. Eso es algo que no se pide en ningún país del entorno”. Y sigue: “En la tarifa eléctrica, el componente fijo es muy alto, el 39%, con lo que hay menos incentivo para ahorrar”.
“En 2021 vamos a bajar la parte fija de la factura”, responde Joan Groizard, presidente del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). El representante de este organismo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica considera que “el crecimiento del autoconsumo es una muy buena noticia en un año muy complicado”, y avanza que el departamento está trabajando en una Estrategia Nacional de Autoconsumo que presentará en los próximos meses y que incluirá nuevas medidas para impulsar esta práctica. También se estudia dedicar parte de los fondos europeos para fomentar el autoconsumo tanto en domicilios como en empresas.
Otra de las quejas del sector se refiere a las instalaciones colectivas, es decir, en edificios con varios vecinos, que no terminan de despegar. “Hemos pedido coeficientes dinámicos, es decir, que la energía producida se pueda intercambiar entre domicilios”, dice el representante de la Fundación Renovables. El presidente del IDAE se compromete a avanzar hacia ese sistema, si bien todavía no hay una fecha para ello. Además, en una instalación individual es automático que se venda el excedente de energía producida a la compañía eléctrica —previo acuerdo—, lo que reduce la factura; en cambio, en las instalaciones colectivas ese proceso administrativo es más complejo.
A pesar de estos inconvenientes, Lurdes Fernández y otros dos vecinos de la calle Escuadra de Madrid se animaron a poner placas en su edificio con la ayuda de Ecooo. “Nos pusimos de acuerdo tres vecinos, los otros cinco no quisieron participar, pero aceptaron que lo hiciéramos”, explica Fernández, profesora de yoga de 61 años, que invirtió 2.000 euros en su parte de la instalación, lo que le da derecho a un 20% de la energía producida. “Es una cuestión de conciencia medioambiental, tenemos que ser sostenibles, no podemos seguir lanzando emisiones a la atmósfera. Ahora soy más consciente de la energía que uso y trato de adaptar mi consumo a las horas de sol. Además, ahorra dinero en la factura de la luz”.
De hecho, la inversión tiene un retorno económico inmediato. “Yo pagaba más de 100 euros al mes y ahora he pasado a pagar menos de 40”, ejemplifica Ángel Abraham, que invirtió unos 4.000 euros en sus placas —su hermano invirtió 6.000 porque su casa es más grande—. “Recuperaremos la inversión entre cinco y siete años, y las placas pueden durar hasta 30”, dice, mirando la instalación que comparten. “Si la gente supiera lo que se puede ahorrar muchos más se las pondrían. Varios vecinos nos han preguntado y seguro que alguno se las acaba poniendo”, confía.
134 plantas fotovoltaicas rescatadas por particulares
La empresa sin ánimo de lucro Ecooo ha rescatado 134 plantas fotovoltaicas quebradas durante los últimos años. “Esta es otra herramienta que utilizamos para cambiar el modelo energético: cogemos plantas fotovoltaicas de venta a red, las arreglamos y se las ofrecemos a los ciudadanos como una posibilidad de inversión en economía real, verde y justa”, dice Laura Feijóo, de Ecooo. “Algunas eran plantas en desuso, otras de inversores que ya no le sacaban la rentabilidad esperaba, o bien de empresas que necesitaban dinero. Desde Ecooo compramos esas plantas y ofrecemos que los ciudadanos puedan participar y obtener rentabilidades del 4,5% anual, que tal y como están los intereses de los bancos son muy interesantes”, continua. Esas 134 plantas “suponen 6,75 megawatios de energía puestos en manos de la gente”, añade Feijóo.
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