El Baskonia de Dusko Ivanovic resultó un Tourmalet inalcanzable para el Joventut. El conjunto vitoriano, liderado por Henry, Polonara, Peters y Giedraitis (todos por encima de los 15 puntos), superó a la Penya (96-87) con margen para ajustarse el maillot para la foto camino de semifinales de la Copa del Rey. El orgullo del equipo de Carles Durán chocó con una roca. Se agarró el Joventut en la víspera a dos hazañas coperas ante el Baskonia: el triunfo en la final de Vitoria en 2008 (la última de las ocho Copas de su palmarés) y aquel triunfo apoteósico de 2019, con los 36 puntos y 50 de valoración de Nico Laprovittola. Pero eso era pasado pluscuamperfecto; ahora el Baskonia es inabarcable para la Penya, por físico y por recursos.
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Desde el salto inicial se vieron sobre la pista dos planes de partido bien definidos. Dos estilos de vida. Dos modelos de sufrimiento. El Baskonia acumulando músculo en la pintura para imponer su físico. El Joventut apretando los dientes para contener la embestida rival. Siguiendo el guion de Dusko fue Pierria Henry el que tensó la cuerda, desató la agitación y tradujo el dominio atlético de su equipo en puntos (16-6, m. 5). Carles Durán descubrió pronto que debía reforzar el espíritu agonístico de su tropa si quería competir frente al ejercito baskonista. Y para ello reclutó al veterano Pau Ribas, soldado de Dusko en el TAU entre 2009 y 2012.
Fue el propio Ribas el que comparó en su día el sufrimiento de trabajar con el técnico montenegrino con “subir el Tourmalet”. Otro exbaskonista como Sergi Vidal desarrolló la idea después. “Dusko marcó mi mentalidad, sin duda. Como sobreviví hablo bien de él. No era cansancio era dolor. Yo lo compararía con el ejército. No he estado, pero cuando veo las películas me veo ahí reflejado. Como en Titanes… cuando salían a correr por las montañas… la realidad supera a la ficción. Hay cosas que no son de contarlas sino de sentirlas”, contó Vidal antes de colgar las botas.
Con esa fórmula militar, el Baskonia —que, desde la Liga de 2010 hasta la del verano pasado, pasó una década sin sumar un solo título y con solo tres finales disputadas (dos de la Supercopa en 2011 y 2018 y la de la Liga de la temporada 2017-2018)— volvió a la cima del baloncesto español. Y con esa fórmula sigue haciendo camino para ampliar la cosecha. Con muchos guerreros abrazando con convicción el no hay dolor del sargento Dusko. “Si das sentido al sufrimiento, el sufrimiento se convierte en motivación, en placer. Lo aprenderán seguro”, dijo Ivanovic tras ganar la Liga en Valencia. Y con esa motivación se desplegaron sobre el parquet Henry, Polonara, Peters, Dragic y compañía. Y se intentó defender el Joventut haciendo la goma en la subida a su Tourmalet.
Los puntos de Jackson y los rebotes de Tomic permitieron a la Penya estirar a duras penas la rendición mientras se retorcía sobre la bicicleta. Enfrente, con una cadencia de pedaleo a veces imperfecta pero siempre tensa e intensa, el Baskonia fue haciendo camino con altísimos porcentajes de tiro. Un sprint, de costa a costa, de Henry, que acabó con un espectacular mate a una mano, permitió al Baskonia apuntarse la meta volante de la primera mitad (55-47, m. 20). La máxima anotación del conjunto vitoriano al descanso en su historia copera.
Tardó en encontrar la pedalada López Aróstegui, habitual sustento anotador de la Penya, y el Baskonia avanzó entre la inercia y la velocidad de crucero. Giedraitis se sumó a la causa de Henry y Polonara y el conjunto de Ivanovic comenzó a divisar las semifinales. Bassas procuró no rendirse a la evidencia y descargó una ráfaga de puntos. Siempre insuficiente porque el problema del Joventut estaba más en su defensa que en el ataque. “¡Hay que aguantar!, ¡hay que aguantar!”, se escuchaba en las arengas de la Penya en los tiempos muertos.
Y la resistencia estuvo a punto de convertirse en caza y captura. Con 71-65 en el marcador, Birgander falló una canasta fácil bajo el aro que habría colocado al Joventut a cuatro puntos y, acto seguido, llegó un triple de Polonara. El Baskonia no terminaba de demarrar y la Penya no lograba completar la persecución. Peters cerró el tercer cuarto con un triple sobre la bocina y el conjunto vitoriano entró en la recta de meta con el +10 como distancia tranquilizadora (78-68, m. 30). Se mantuvo el margen hasta el final y el Baskonia selló su pase a las semifinales tras una etapa ganada con solvencia y sin agobios.
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