El Gobierno de Afganistán rechaza la propuesta de Estados Unidos para dar un impulso a las conversaciones de paz con los talibanes. Así se desprende de las declaraciones que ha hecho este lunes el primer vicepresidente afgano, Amrullah Saleh, en las que descarta compartir el poder con la guerrilla. El plan acompaña a una carta del secretario de Estado, Antony Blinken, al presidente afgano, Ashraf Ghani, cuyo contenido reveló la víspera la cadena ToloNews. En ella, Blinken advierte a Ghani de que Washington sigue estudiando la salida de sus tropas el 1 de mayo, lo que podría dar lugar a “rápidos avances territoriales” de los insurgentes.
La misiva ha caído como un jarro de agua fría sobre el Gobierno afgano. El vicepresidente Saleh ha asegurado que no está “preocupado por la carta” y que solo una administración salida de las urnas puede gobernar el país. “Agradecemos su apoyo a EE UU. Pueden decidir sobre sus tropas, no sobre el pueblo de Afganistán”, ha declarado no obstante este lunes durante una ceremonia televisada.
Poco antes, en el mismo evento, Abdullah Abdullah, el presidente del Consejo de Paz y el rival político con el que Ghani comparte el poder tras su empate electoral, ha confirmado que ambos recibieron la carta dos días antes de la visita del enviado especial de EE UU, Zalmay Khalilzad, a Kabul la semana pasada, quien se reunió con ambos. El presidente, por su parte, reiteró el sábado su oposición a cualquier transferencia de poder fuera del proceso electoral, aunque se mostró dispuesto a adelantar los comicios para facilitar las conversaciones de paz.
Según la carta de Blinken, Estados Unidos ha emprendido esfuerzos diplomáticos “para avanzar de forma más significativa y rápida hacia una solución y un alto el fuego permanente y total” en Afganistán. Entre esos se incluye pedir a la ONU que convoque a los ministros de Exteriores de Rusia, China, Pakistán, Irán, India y el propio EE UU “para debatir una postura común en apoyo de la paz” en el país asiático. Además, va a pedir a Turquía que albergue una reunión de alto nivel entre ambas partes en las próximas semanas para concluir un acuerdo de paz. También hace referencia a un documento adjunto en el que se sugiere “una hoja de ruta hacia un nuevo Gobierno incluyente”.
Aunque las tres páginas de la misiva y las ocho del plan circulan por las redes sociales, el Departamento de Estado ha declinado pronunciarse sobre su autenticidad. A menos de dos meses de la fecha que la Administración de Trump pactó con la guerrilla talibán para retirar sus soldados de Afganistán, la nueva Casa Blanca da la impresión de querer cerrar ese capítulo para concentrarse en el principal problema regional: Irán.
“Estamos considerando la total retirada de nuestras fuerzas para el 1 de mayo, así como otras opciones”, afirma Blinken. Pero por muy impopular que después de dos décadas sea el despliegue en Afganistán, el secretario de Estado también es consciente de los riesgos de retirarse sin un mínimo entendimiento entre los afganos.
Sin embargo, el diálogo entre el Gobierno afgano y los talibanes que Estados Unidos impulsó en Doha (Qatar) no ha avanzado, en medio de recriminaciones recíprocas. Mientras, la guerrilla, que con EE UU se comprometió a no atacar a las fuerzas internacionales, ha aumentado sus operaciones contra las tropas afganas y extendido su control territorial. Muchos analistas se muestran convencidos de que los insurgentes tienen la victoria militar al alcance de la mano, pero temen volver a convertirse en un Gobierno paria y perder la ayuda internacional que ahora recibe el país.
El portavoz de la oficina política de los talibanes en Doha, Mohammad Naeem, ha dicho que ha recibido una copia del plan “del que hablan los medios” y que está siendo estudiado. “Una vez debatido, haremos saber nuestra posición al respeto”, ha añadido citado por las agencias de noticias.