Irán acusa de espionaje a un turista francés que detuvo hace 10 meses


Un turista francés encarcelado en Irán hace 10 meses se enfrenta a un juicio por “espionaje y propaganda contra el sistema”, según ha revelado este lunes uno de sus abogados. La detención de Benjamin Brière, que no se hizo pública hasta el pasado febrero, se suma a la de una veintena de ciudadanos extranjeros o con doble nacionalidad que, según las organizaciones de derechos humanos, Teherán utiliza como moneda de cambio en sus relaciones con Occidente.

“La razón para acusarle de espionaje: este turista francés estaba haciendo fotos en zonas prohibidas; la razón para acusarle de propaganda: suscitar en los medios la cuestión de por qué el hiyab [velo] es obligatorio en la República Islámica, pero opcional en otros países islámicos”, ha explicado Saeid Dehghan a través de su Twitter. Este abogado y activista civil, que también se ocupa de la defensa de la iranofrancesa Fariba Adelkhah, publica además una imagen de Brière con la furgoneta con la que viajaba por Irán y un primer plano del francés.

El pasado 24 de febrero, después de que algunos medios europeos se hicieran eco de rumores sobre la detención en Irán de un alemán y un iranofrancés, el Ministerio de Exteriores francés dijo que estaba al tanto del arresto de uno de sus ciudadanos y estudiaba el caso. El mismo día Dehghan precisaba en un tuit que “un nacional francés llamado Benjamin” se encontraba “detenido ilegalmente” desde nueve meses antes. Aseguraba además que el “joven turista” no había tenido acceso a un abogado y que se hallaba en la cárcel de Vakilabad, en la ciudad oriental de Mashhad.

Apenas se tiene información sobre Brière, pero fuentes cercanas a su familia citadas por los medios franceses confirmaron entonces que había viajado a Irán en una autocaravana. El hombre, de unos 35 años y que trabajaba en la organización de espectáculos, fue al parecer detenido tras utilizar un dron con una cámara en el desierto, cerca de la frontera con Turkmenistán.

Tras hacerse pública su situación, Brière ha tenido acceso a un abogado y funcionarios de la Embajada de Francia en Teherán están en contacto regular con él. Pero Dehghan ha expresado a la agencia Reuters su temor a que “cualquier retraso en el seguimiento integral del caso pueda complicarlo”.

El Poder Judicial iraní aún no se ha pronunciado al respecto, pero las acusaciones de espionaje y propaganda, a las que el régimen islámico recurre con frecuencia cuando detiene a extranjeros o binacionales, llevan consigo largas penas de cárcel. “Mis colegas y yo consideramos que estos cargos son falsos y carecen de base, pero tenemos que esperar a que el juez lleve a cabo una investigación en los próximos días y dicte su veredicto”, ha declarado el abogado.

También esta semana se espera el resultado del segundo juicio contra la iranobritánica Nazanin Zaghari-Ratcliffe, tras cumplir una condena a cinco años por supuesto espionaje. A diferencia de Brière, ella no ha podido beneficiarse de la asistencia consular porque Irán no reconoce los segundos pasaportes. Tampoco otros, como la citada Adelkhah, los iranoestadounidenses Baquer y Siamaz Namazi, la iranoalemana Nahid Taghavi o el iranoaustriaco Kamran Ghaderi, que languidecen en sus celdas sin que se tenga noticias de su situación.

Irán niega las acusaciones de que detiene a extranjeros para extraer concesiones de los Gobiernos occidentales, pero en los últimos años los ha utilizado en canjes para liberar a ciudadanos iraníes detenidos en otros países por violar las sanciones internacionales o acusados de terrorismo. El último caso se produjo el pasado noviembre, cuando la profesora australiana Kylie Moore-Gilbert fue excarcelada a cambio de tres iraníes condenados en Tailandia por un atentado frustrado contra diplomáticos israelíes.




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