Quince minutos duró esta vez Eden Hazard. Regresó el pasado sábado contra el Elche tras perderse siete partidos, pero volvió a caer. Después de no entrenar en la previa del duelo europeo de este martes ante el Atalanta (21.00, Movistar Liga de Campeones, 0-1 en la ida), el club informó que sufre una lesión muscular en el psoas derecho. Esta vez no hay tiempo estimado de baja.
“Algo está pasando. Son cosas que no te puedo explicar más. Espero, porque quiero ser positivo, que sea poca cosa y en breve pueda estar con nosotros”, acertó a decir este lunes en rueda de prensa Zinedine Zidane, antes de que la entidad sacara el parte médico. “No sé si va a ser conmigo o con otro, porque tiene un contrato largo, pero lo que quiero es que se vea el jugador que es. Y esto va a llegar. Hay que tener paciencia”, continuó el técnico francés en medio del aluvión de preguntas sobre el belga. “Son ya cuatro, no te puedo decir más”, protestó en vano para zanjar la cuestión.
Su estancia en el Madrid, por el que fichó en el verano de 2019 por entre 100 millones (lo que se informó al principio) y 160 (lo que aseguró después la prensa belga), es un drama médico. Esta es la quinta lesión de la temporada, a lo que habría que sumar el positivo por covid, que le dejó fuera de la visita a Mestalla.
De los 36 partidos que han disputado los blancos esta campaña, se ha perdido 21. No llega ni al 20% de los minutos totales. No completa un encuentro desde el 23 de noviembre de 2019 contra la Real Sociedad, justo el anterior a la lesión contra el PSG, el inicio de una tortura física que nadie es capaz de explicar. Sus bajas son tan recurrentes que el equipo se ha acostumbrado a sufrir sin él. En medio de un problema goleador grave, el ex del Chelsea era uno de los destinados a aliviar ese agujero, pero, hasta nueva orden, hace tiempo que se dejó de pensar en el belga como una posible solución ante la secuencia infinita de percances.
Su récord este curso es enlazar siete partidos seguidos a trozos. Esta temporada, su historial médico empezó como una continuación de la anterior. El belga, que había jugado 80 minutos el pasado agosto en la vuelta de octavos contra el City pese a dar muestras evidentes de su bajo estado de forma, se retrasó en la puesta a punto para la nueva campaña. No estuvo disponible en los dos primeros choques (Real y Betis) y, cuando al fin fue incluido en la lista contra el Valladolid a finales de septiembre, se rompió el recto anterior del muslo derecho.
Regresó un mes después frente al Gladbach, sin embargo, apenas duró tres partidos. El rato en Alemania, contra el Huesca (mete un gol) y con el Inter. Entonces le atacó la covid, aunque, por suerte para él, coincidió con un parón de selecciones y solo se perdió el duelo en Mestalla.
En su siguiente tanda de encuentros, de nuevo apenas volvió a durar tres (Villarreal, Inter y Alavés). Contra los vitorianos, a los 28 minutos se retiró del Di Stéfano y las pruebas le diagnosticaron otra rotura del recto anterior del muslo derecho, el mismo problema que hacía dos meses. Aquellos días, además, el vestuario atravesaba un momento crítico, con el pase a octavos de la Champions en el alero.
El equipo escapó del precipicio sin el él, que se dejó por el camino otros seis duelos (Shakhtar, Sevilla, Gladbach, Atlético, Athletic y Eibar). Retornó contra el Granada, pero no jugó nada. Sí lo hizo en el Martínez Valero y, entonces sí, pudo enlazar siete partidos seguidos, su mejor registro del año. Con poca huella deportiva sobre el césped, eso sí. Hasta que, frente al Levante, una rotura del recto anterior, esta vez en el muslo izquierdo, lo mandó a la camilla para los siguientes siete encuentros.
El pasado sábado se visitó de nuevo de corto ante el Elche, pero hasta ahí llegó.
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