Hace unos días hablábamos de la astenia primaveral como uno de los enemigos más temidos de la nueva estación. El cansancio, la fatiga y el abatimiento que produce son efectos que pueden estar derivados de otro mal muy extendido entre la población: la falta de vitamina D. Padecer una ausencia de ella hace que nuestro organismo se vuelva más vulnerable y se derive en catarros, gripes y demás enfermedades. Tanto si es tu caso como si no, vamos a darte unos cuantos consejos para tratar de mantenerla siempre arriba. ¿Te apuntas?
En primer lugar hay que hacer una aproximación para saber de qué hablamos cuando decimos que tenemos la vitamina D baja. También denominada calciferol, estamos ante una de las vitaminas liposolubles esenciales para la formación normal de los huesos, de los dientes y para la absorción del calcio y el fósforo a nivel intestinal. Además, contribuye a la composición esquelética mediante la mineralización ósea, refuerza el sistema inmunológico, actúa como antienvejecimiento y mantiene los índices tumorales bajos. Tener déficit de esta hace que podamos tener algunos problemas de salud tales como raquitismo (niños) y, osteoporosis, hipocalcemia (bajas concentraciones de calcio en sangre) y osteomalacia (debilidad progresiva de los huesos) en adultos.
Seguramente hayas escuchado alguna vez que la vitamina D es «la del sol». No le falta razón. Los rayos solares son el mejor aliado, pero con cabeza. Una exposición moderada de entre 10-20 minutos (no más) unos tres días a la semana debería ser suficiente para recibir un aporte vitamínico considerable. Sin embargo, también es posible lograrlo a través de algunos alimentos que te descubrimos a continuación.
Toma pescados grasos para ganar vitamina D
Atún, caballa o salmón son excelentes aportes de vitamina D para nuestro cuerpo. En el caso de este último supone una gran inyección de proteína, alrededor del 18%, vitaminas, sobre todo del grupo B, A y D, y minerales Sus ácidos grasos omega 3 son un perfecto complemento, además, para nuestra salud cardiovascular y para controlar la tiroides.
La leche
Uno de los llamados superalimentos y que ha sido demonizado injustamente durante mucho tiempo por un sector de la nutrición. La leche es el aporte ideal de vitamina D porque puedes tomarlo varias veces al día y es más cómodo que hacer un salmón a la plancha. Además supone una dosis extra de calcio para mantener sanos nuestros huesos. Cabe destacar que nuestro cuerpo es capaz de absorber hasta el 32% de calcio que procede de la leche.
Champiñones
Los champiñones pueden ser utilizados como la perfecta guarnición para nuestros platos. ¿La razón? Dotan a nuestro organismo de un gran aporte de vitamina D. Lo mismo sucede con las setas. Hay estudios científicos, como el de la Universidad de Boston, que aseguran que serían equivalentes a cualquier suplemento alimenticio si se exponen al sol entre 30 y 60 minutos antes de cocinarlas.
Zumo de naranja
Una bebida que nunca falla. Aunque su base nutricional nos provea de una mayor vitamina C, también tiene una alta concentración en la de tipo D. No obstante, cada vez tiene más detractores que aseguran que solo aporta azúcar, carbohidratos y muy poca fibra. No hay que temerla, se puede tomar una dosis pequeña de unos 100 mililitros al día.
Los huevos (en especial la yema)
Además de estar muy bien valorados por las personas fitness y que practican ejercicio por su alto contenido proteínico, los huevos tienen un índice 87 IU de vitamina D, una cifra a tener en cuenta. Sin lugar a dudas, se trata de uno de los mejores alimentos para conseguir subirla.
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