Cuando en 1952 Sara Estévez Urquijo (Bilbao, 96 años) comenzó a trabajar en Radio Juventud, el periodismo deportivo era cosa de hombres. En las redacciones de los periódicos y las radios había pocas mujeres, y las secciones de Deportes solo contaban con firmas y voces masculinas. Hasta que ese año, al comenzar a emitir Radio Juventud de Bilbao, alguien preguntó si entre los redactores de la cadena había alguien al que le gustara el fútbol. Sara levantó la mano. Acudía cada domingo a San Mamés a ver al Athletic. Le adjudicaron el trabajo. Se acababa de convertir en la primera periodista deportiva en España, aunque nadie supo, hasta muchos años después, que quien dirigía aquel programa de éxito que se llamaba Stádium, y que se escondía bajo el seudónimo de Maratón, era una mujer.
Su mundo fue Bilbao, donde nació. No completó estudios superiores porque la Guerra Civil le impidió aprovechar la beca que había obtenido para estudiar en las escuelas de Viuda de Epalza. Quince días después de que se la otorgaran, comenzó la contienda. “Todo lo aprendí en la calle. Soy una niña de la guerra y de la posguerra”, cuenta ahora. Asistió, de niña, a las escuelas de la calle Cortes, en tiempos de la República. Su hermana, maestra, le había enseñado en casa a leer y escribir. Era feliz. “Aunque no nos dejaban bajar a la calle porque te podía atropellar el tranvía”, recuerda.
Cuando entró Franco en Bilbao, además de tener que formar parte de una exhibición gimnástica en San Mamés en honor del dictador, en la primera vez que pisó aquel césped, en el colegio les enviaron a las casas cercanas donde se ejercía la prostitución a pedir dinero para comprar crucifijos. Ya adolescente, Sara estudió taquigrafía, mecanografía y contabilidad y entró a trabajar en la empresa química Unquinesa, en Lamiako, muy cerca del primer campo de fútbol del Athletic. Con la primera paga extra, llamada entonces del 18 de julio, se hizo abonada del club bilbaíno, que todavía no permitía el acceso de socias. Esa fue otra historia: los abonados podían ver partidos, pero, al contrario que los socios, sin voz ni voto en las decisiones del club.
En 1972, cuando el programa de Sara Estévez estaba en lo más alto, apareció otra pionera, Miren Edurne Salsamendi, que provocó un revuelo enorme tras publicar una carta en la prensa en la que reivindicaba que las mujeres tuvieran los mismos derechos que los hombres en el club. Según los estatutos, no tenían opción de ser socias, sólo abonadas, y además pagaban una cuota más alta. No sólo eso: Salsamendi pedía una representación adecuada en la junta directiva. La reivindicación trajo cola. Hasta la alcaldesa franquista de Bilbao, Pilar Careaga, se unió, pero sólo en abril de 1979 la asamblea de socios, presidida por Beti Duñabeitia, aprobó la igualdad de sexos. En la actualidad, hay 7.000 mujeres entre los 44.000 socios del Athletic.
Lucía Martínez Odriozola, expresidenta de la Asociación Vasca de Periodistas, evoca en vídeo la figura de Sara Estévez.
Sara Estévez empezó con la radio ese 1952. “Salió un anuncio de la academia de Arte Radiofónico del Frente de Juventudes, que convocaba un curso. Fui a acompañar a una niña de mi escalera que tenía facultades para interpretar. Yo tenía facilidad para escribir, y me quedé escribiendo. Cuando se inauguró Radio Juventud, en la calle Irala 7, me incorporé a la plantilla”, explica hoy Sara. Con un sueldo exiguo, que le obligaba a seguir trabajando en la Unquinesa, empezó de redactora; hasta 20 años después no se puso ante un micrófono.
“Entré en Deportes de casualidad y desde el primer día. Todos los de la academia tenían afición por el teatro. Estaba allí el cómico Simón Cabido, por ejemplo. Ganaban una peseta al minuto. Un día preguntaron: ‘¿De aquí quién va al fútbol?’, y sólo iba yo, que era abonada del Athletic”. Mientras estaba en la academia, escribió decenas de crónicas que no se emitieron nunca. Con la emisión en Radio Juventud, pasó a ser directora de los programas deportivos.
Maratón, Sarita Estévez, fue la voz sin voz de Radio Juventud durante años. “Paco Blanco leía mis crónicas y ni los jugadores ni los directivos sabían que las escribía yo en mi localidad del campo, en la esquina de Capuchinos, casi a escondidas, con la libreta en las rodillas, por vergüenza porque la gente podía pensar que estaba chiflada, y además íbamos muy pocas mujeres al fútbol”, explica Sara. Eran tiempos muy diferentes, incluso para los periodistas radiofónicos: “Entonces la radio estaba vetada por la prensa escrita. ‘¿Qué hacen aquí los de la radio?’, decían. ‘Esto es una rueda de prensa’, argumentaban”.
El programa Stádium se hizo el más escuchado de la radio deportiva en Bizkaia. Hablaba del Athletic, pero también de otros deportes. Y había espacios, como el de deporte rural, que se hacían en euskera. Sí, Sarita metió el euskera en un programa de la cadena del Movimiento, que acababa sus emisiones con el Cara al Sol. Y también inventó las tertulias radiofónicas. “El programa nos desbordaba, no me daba tiempo a escribir las crónicas, así que lo empezamos a hacer en plan tertulia”, revive. Hablaban sobre el Athletic, en las voces de ella misma, Francisco Blanco, Jesús Morales y Julio Garro. Y polemizaban en tiempos de pensamiento único. “El Athletic nos vetó año y medio la entrada a San Mamés, a Radio Juventud y a toda la cadena. La empresa nos defendió hasta el final porque el club pedía la cabeza de Paco Blanco y la mía”, cuenta Sara. Eran los tiempos del inglés Ronnie Allen como entrenador. Leían las cartas de los oyentes, y una terminaba: “Aquí, como siempre, se impone la oligarquía de Neguri”. La cosa llegó al extremo de que el Athletic les negaba cualquier acceso a la información: “Para entrar con las noticias en cadena nacional, debíamos escuchar la SER y repetir lo que decían”.
Escribía las crónicas casi a escondidas, con la libreta en las rodillas, por vergüenza porque la gente podía pensar que estaba chiflada
Sara Estévez en una imagen de archivo cedida por El Correo
El conflicto más grave lo tuvo con el alcalde de Bilbao, Javier de Ibarra. En el elitista golf de Neguri, en La Galea, se negaron a ceder sus terrenos para una carrera popular. Maratón escribió un comentario: “Pero Paco Blanco se calentó mucho al leerlo. Yo decía algo de la hierba y él alargó el final: ‘¡Que les aproveche la hierba!”. Ibarra, que pertenecía al club de golf de Neguri, dijo que les habían llamado burros y protestó ante el Gobernador Civil, Genaro Riestra, uno de los hombres más temidos en Bizkaia por su implacable labor represiva. “Pero al final no pasó nada, menos mal”, cuenta la pionera.
El programa que dirigía Sara Estévez fue también el primero en hacer entrevistas telefónicas a los protagonistas del deporte: “Gracias a un técnico muy manitas, que conseguía hacer cosas imposibles que en teoría no se podían hacer”, explica Sara. En 1983 su programa desapareció tras una reestructuración de Radio Juventud, que se integró en Radio Nacional, y se armó la marimorena. “Jordi García Candau, que era el director general de la cadena, tuvo que venir a Bilbao a calmar los ánimos”, dice. Los periódicos vascos escribieron editoriales, las demás emisoras se solidarizaron. Sara Estévez siguió perteneciendo a la plantilla de la emisora, pero ya no era lo mismo. “Cuando pasé a Radio Nacional me mataron el alma después de 28 años. Cada noticia que yo escribía valía un capital. Hacía dos textitos al día después de años de no parar ni para comer”, lamenta ahora.
Sara se jubiló a los 65 años, pero siguió en activo, siguiendo muy de cerca la actualidad del Athletic. Hasta los 94 años escribió regularmente una columna de opinión en El Correo. Ya no iba a San Mamés, pero no se perdía ningún partido por televisión. Su comentario aparecía junto al que dictaba uno de los jugadores que fueron su debilidad desde juveniles, Txetxu Rojo, y siempre ha sido una fuente fiable en la que apoyarse, a la que pedir un consejo.
Dice que ahora vive tranquila, esperando que pase la pandemia. Sólo le preocupa el Athletic: “Estoy muy ilusionada con las dos finales de Copa”, se despide.
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