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Monserrat Creamer (Miranda, Venezuela, 1957) no responde con monosílabos, prefiere frases largas y mucho contexto. La titular de Educación de Ecuador ha hecho frente a lo que ella misma califica como “la gestión más compleja” que ha afrontado el ministerio del país andino en su historia. La pandemia sacó a los 4,4 millones de estudiantes de las aulas el 13 de marzo de 2020, a las que aún no han regresado, a pesar de que entre agosto y diciembre pasados hubo algún simulacro de apertura. El último escollo para una vuelta progresiva han sido las medidas cautelares que el Defensor del Pueblo presentó el pasado 2 de marzo para paralizar la apertura de 77 colegios. Con dos calendarios escolares que manejar, el de la Sierra, que está en su segundo trimestre, y el de la Costa-Galapagos, que acaba de finalizar, Creamer hace especial hincapié, al otro lado del teléfono, en la importancia del diálogo con toda las partes, para que reine la “paz total“ en el ámbito educativo. Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la ministra, de salida de su cargo por el próximo relevo de Gobierno en las elecciones —que celebran segunda vuelta el próximo 11 de abril—, es luchar contra el abandono escolar, que ya se cuantifica en el curso actual de al menos 90.000 alumnos, y la brecha digital, que se acentúa especialmente en el mundo rural.
Pregunta. Tras un año con las escuelas cerradas, ¿Hay fecha para la reapertura?
Respuesta Lo dijimos al principio [de la pandemia]: nunca detuvimos la educación en el país. A pesar de los desafíos fuertes que ha habido, siempre planificamos que iríamos hacía adelante en una primera fase denominada Juntos aprendemos en casa, que es lo que sigue vigente, desplegando todo tipo de recursos, como lo ha hecho el mundo entero, con educación remota, virtual… Seguiría una segunda fase que es Juntos aprendemos y nos cuidamos y una tercera que es la vuelta definitiva a la escuela. En julio, el Presidente de la República dispuso y dijo: “Empezamos el retorno progresivo, seguro y voluntario de las escuelas rurales”. Lo hicimos con énfasis en esa realidad porque había un contagio muy bajo. Las comunidades rurales ya nos solicitaban un acompañamiento, y por supuesto, el derecho a la educación de sus niños y jóvenes.
En ese sentido, los planes pilotos de apertura aprobados por el Comité de Operaciones de Emergencia Nacional (COE-N) comenzaron el pasado 25 de agosto, hasta la primera semana de diciembre, que ya teníamos cerca de 10.000 niños yendo a las escuelas con total normalidad. En esa fecha, el COE Nacional suspendió la asistencia a clase, que era con alternancia y de manera voluntaria. Como sistema educativo tratamos de flexibilizar al máximo y generamos todas las modalidades posibles para que las familias pudieran escoger cómo educar a sus hijos. Hace tres semanas comenzamos de nuevo el retorno progresivo, sobre todo en el área rural. Así que de momento, tenemos 450 escuelas rurales, que son aproximadamente 18.000 niños, que han vuelto. Queremos acelerar el proceso en las áreas urbanas, pero eso ya depende del aprobado del COE Nacional.
P. El último escollo para abrir las escuelas ha sido que el Defensor del Pueblo presentó medidas cautelares ante los tribunales a principio de marzo para paralizar el plan piloto de la reapertura de 77 colegios que su Ministerio y el Comité de Operaciones de Emergencia Nacional (COE-N) habían desarrollado. Según el documento no existían “garantías mínimas para la salud de los niños”. ¿En qué punto está este procedimiento?
R. Siempre hemos estado abierto al diálogo permanente con todos los actores y sectores, y el Defensor del Pueblo siempre ha estado invitado al diálogo. La semana pasada se hizo una visita a diferentes escuelas a Zuleta, a través de una iniciativa de Unicef Ecuador, en las que participaron otras organizaciones y los líderes comunitarios, además de invitar al Defensor del Pueblo. Este no acudió, pero sí mandó una delegada de la prefectura de Imbabura. Allí ella pudo constatar la situación de las escuelas y de cómo se estaban cumpliendo los protocolos. El objetivo de la reunión era precisamente hacer un seguimiento y escuchar recomendaciones, sugerencias y cómo mejorar el proceso. Fue muy satisfactorio ver el empoderamiento, la autonomía y responsabilidad con que están actuando las comunidades. Para nosotros, fue una visita muy satisfactoria, aunque aún no hemos escuchado todavía respuesta o consideración de la Defensoría del Pueblo.
P. Pero muchas de las escuelas públicas en las zonas rurales en Ecuador carecen de agua y saneamiento para que sea segura su reapertura, ¿qué medidas se van a implementar para que puedan abrir?
R. Tenemos un diagnóstico clarísimo y bastante preciso hecho por el Ministerio de Educación de cada distrito, de sus unidades educativas, y en qué circunstancia están. Y por supuesto, mientras el centro no cumpla con todos los requisitos sanitarios, no se puede retornar. Estamos cuantificando los costos y se está procediendo al mantenimiento y reparación de las escuelas para este retorno colectivo. Además, para finales de abril todos nuestros docentes estarán vacunados. Así que esperamos que para la primera semana de mayo todo el Sistema Nacional de Educación lo esté y habrá menos temor al retorno a clase.
Mientras la escuela no cumpla con todos los requisitos sanitarios, no se puede retornar
P. Otro de los aspectos que más preocupa es el abandono escolar: 90.000 niños están fuera del sistema educativo desde el inicio de la pandemia en Ecuador, pero se teme que esta cifra sea más alta. ¿Qué estrategia se va a seguir para recuperarlos?
R. Sí, la cifra de 90.000 niños que han abandonado el sistema está basada en una encuesta reciente, pero ahora con el cierre del curso de la Costa-Galápagos, que finalizó el pasado 12 de marzo, podremos tener cifras más concretas. Las evaluaciones de los alumnos se realizan a través de portafolios —carpeta de deberes de cada estudiante—, así que hemos solicitado a todas las familias que lo entreguen, para que así nos llegue la evidencia de que el niño está en el sistema. Estamos implementando planes de nivelación, pero no podemos hacerles perder el año a unos niños que no tuvieron garantías de poder responder porque no tenían acceso a un celular o una computadora en un momento dado. No podemos ser excluyentes, pero lo que sí necesitamos es saber que están en el sistema.
Cada docente tiene a su cargo un número determinado de estudiantes y reporta semanalmente si ha perdido contacto con los niños o sí incluso lo ha perdido con su propia unidad educativa. Tenemos una cadena de formación que nos permite una búsqueda activa e identificación. Por tanto, no tenemos un número preciso para poder pronunciarnos, pero sí que al menos un 5% de la población estudiantil está en alerta roja de posible abandono escolar y para nosotros eso tiene un sentido de urgencia. Estamos desplegando, por tanto, distintas estrategias para volver a reinsertar e involucrar a estos niños que han perdido contacto.
No podemos hacerles perder el año a unos niños que no tuvieron garantías de poder responder porque no tenían acceso a un celular o una computadora en un momento dado
P. La brecha digital es otro de los desafíos a los que se enfrentan la educación en Ecuador, donde en las zonas rurales, solo el 16,6% tiene Internet en sus hogares. ¿Qué medidas se han tomado para solventar esta situación?
R. En realidad, es un poco más. El promedio según nuestro Instituto de Estadísticas y Censo (INEC) de conectividad en el país antes de la pandemia está entre un 30% y 35%. Esto supone que el 25% de los hogares rurales tienen internet y un 45% de ellos en las zonas urbanas. Por supuesto, no es lo ideal, porque encontramos casos en que en una familia con tres hijos hay un solo celular, o muchos de ellos no tienen computadora.
Hay una agenda a nivel nacional para que de una manera acelerada todo el país tenga conectividad, en un plazo corto. Hasta el momento ya tenemos 140 escuelas con sistema de internet que están preparando el retorno, que se suman a las que ya tenían antes de la pandemia y hemos puesto en marcha el programa Conectando al Futuro, al que se han sumado gobiernos autónomos, empresas y la cooperación internacional, para cerrar esta brecha digital.
Al menos un 5% de la población estudiantil está en alerta roja de posible abandono escolar
P. Del paso de la educación presencial a la virtual muchas familias han visto como no podían hacer frente al pago de internet para la educación de sus hijos ¿Son conscientes de este problema?
R. Pero por supuesto, y por eso desplegamos, como lo han hecho muchos países de la región, el plan Aprendemos juntos en casa. Incluso hicimos una disposición desde el ministerio para que las operadoras móviles no les cobren el tiempo de uso a las familias, estudiantes y docentes que accedan a la plataforma educativa. Tenemos más de dos millones y medio de usuarios permanentes, más de 3.000 recursos educativos, y las guías pedagógicas, impresas en castellano y otras 12 lenguas distintas, que han sido una excelente herramienta que antes no existía de manera sistemática.
No podemos hablar de televisión educativa como tal, pero sí que hay un canal permanente en el que se prioriza el aprendizaje con metodología práctica, para que aprendan habilidades para la vida y a su vez valores como comunicación, empatía, trabajo colaborativo, visión de problemas, toma decisiones… Además, durante 20 minutos, tres veces al día, todas las radios del país promueven las lecturas pedagógicas.
Sabemos que hay ciertas habilidades fundamentales, como la comprensión lectora o los conceptos matemáticos que se pueden estar afectando, por supuesto. Debo decir que ha sido un gran desafío que la sociedad comprenda que porque un niño no tenga una computadora o un celular deba dejar los estudios. Nuestro sentido de urgencia ha sido la permanencia en el sistema educativo. Hemos buscado todo tipo de recursos para que no suponga un mayor costo a la familia.
P. El pasado junio anunció que habría un plan de aprobado general para todos los alumnos, ¿sigue adelante con él?
R. Como le decía, no estamos calificando por el buen o mal alumno que hizo el deber o no lo hizo. Cambió por completo el modelo pedagógico. Lo que sí es urgente es el portafolio, que es la evidencia de que el niño está en el sistema. Y después iremos al diagnóstico con evaluaciones más completas. Esto no significa que todos pasen directamente el año. Quienes no lo entreguen pasarán al sistema de búsqueda activa para estar seguros de que se va a incorporar de nuevo a la escuela a través de programas de nivelación.
P. El Ministerio de Educación ha sufrido recortes de su presupuesto que ha afectado al sueldo de los profesores, ¿se ha previsto revertir esta medida?
R. Sí, desde hace rato. Debo decir que Ecuador ya sufría una fuerte crisis económica cuando empezó la pandemia. Y por supuesto, ésta la incrementó mucho más. Gracias a un esfuerzo denodado de este Gobierno se pudo refinanciar y reordenar la economía y salir adelante. Realmente Ecuador ha pasado por momentos extremadamente duros. Todo esto agravado a que estamos en un año electoral. La segunda vuelta de las elecciones es en unas semanas, lo que vuelve el ambiente mucho más tenso.
En ese sentido, hubo un momento durante seis meses, donde se tomó la decisión de bajar la carga de trabajo y que los funcionarios administrativos y los docentes no trabajasen las ocho horas, sino siete. Sacamos un acuerdo adelante por el cual redujimos el 60% de trámites administrativos para que nuestros docentes se enfocasen solamente en el aspecto pedagógico. Además, abrimos para 175.000 docentes un cupo de 600.000 puestos de formación libre y gratuita. Fue el pasado mes de diciembre cuando volvieron a recuperar su sueldo. Cuando hay un periodo de crisis uno de los grandes desafíos es saber combinar lo urgente con lo importante. Lo urgente son las cosas que tengan que dar respuesta de inmediato. Lo importante era seguir sentando las bases para una educación de calidad.
P. Después de un año de dura gestión, ¿cuál ha sido el mayor desafío al que se ha enfrentado desde el ministerio?
R. Ha habido dos grandes desafíos y muy interrelacionados. Uno es que la pandemia nos cambió a todos. La forma de sentir, de hacer, de vivir, de convivir y, sobre todo, también de enseñar y aprender. En este sentido, tuvimos claro cómo hacer para, de manera bastante rápida y eficiente, con todas las limitaciones, poder superar muchas de ellas. No hubiera sido posible sin la comprensión de las familias, los medios, la sociedad, incluso la academia. Ha sido un cambio radical en la educación. El otro gran desafío ha sido mantener la educación por encima de todo, paradójicamente, siendo la gestión más compleja probablemente que ha enfrentado el ministerio de Ecuador. Nunca se asumió tanto diálogo. Ha sido una suma de esfuerzos.
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