Cosme Damián Churruca no arrió nunca la bandera. Se enfrentó sobre la cubierta del San Juan Nepomuceno a seis navíos ingleses en la batalla de Trafalgar (1805). Murió el 21 de octubre después de que una bala de cañón le volara la pierna. Federico Gravina, capitán general de la Armada Española, falleció también pocos meses después de esa misma batalla por las graves heridas sufridas –perdió un brazo– durante el combate. El almirante Pascual Cervera y Topete fue hecho prisionero tras enfrentarse en Cuba a una escuadra estadounidense muy superior en 1898. La memoria de los tres se perderá en breve en las calles y plazas de Palma. El Gobierno municipal –una coalición del PSOE, Podemos y Més– ha decidido eliminar sus nombres, junto a otros nueve personajes o lugares más, “por su origen fascista”, según una nota municipal.
De hecho, una portavoz municipal sostiene que las tres calles –a pesar de llamarse de los almirantes Churruca, Gravina y Cervera– en realidad están dedicadas a “barcos franquistas de la Guerra Civil”. Pero eso no coincide con la realidad: el Churruca y el Gravina batallaron en el lado republicano. Eso sí, estos tres nombres de calles se aprobaron, en mayo de 1942, poco después del fin de la Guerra Civil. En un comunicado, el Ayuntamiento afirma que este cambio comenzará a llevarse a cabo este martes para cumplir la Ley de Memoria y Reconocimiento Democrático y “recuperar la historia y los topónimos tradicionales y reivindicar el papel de las mujeres en la historia”. Así, la plaza del almirante Churruca se llamará Mateu Pruners, la calle del almirante Gravina, Angelí Dulcert y la de Cervera, Pere Rossell. Los tres nuevos nombres corresponden a cartógrafos varones de entre los siglos XIV y XV.
El alcalde, el socialista José Hila, insiste en la nota en que el cambio de nomenclatura es para “seguir avanzando en democracia”. “Por eso seguimos cambiando nombres de calles, abriendo fosas e identificando los cuerpos para poder devolverlos a sus familias”, afirma.
El resto de nombres que se eliminan (Castillo de Olite, Joan March, Toledo, Brunete, Alfambra, Josep d’Oleza, Bisbe Planas, Gabriel Rabassa y Canonge Antoni Sancho) también están relacionados o exaltaron el régimen franquista, según el Ayuntamiento.
Las implicaciones de March en la Guerra Civil
En el estudio municipal Cens de símbols, llegendes i mencions del bàndol franquista de la Guerra Civil i la dictadura a les Illes Balears se argumenta el porqué de estos cambios en el callejero. En el caso del banquero mallorquín Joan March, se indica que la avenida recibió su nombre en la década de los sesenta para recordar “a uno de los principales valedores financieros del régimen que hizo posible el suministro de material de guerra al bando rebelde durante la Guerra Civil”. La avenida pasará a llamarse del Gran i General Consell.
En cuanto a los tres almirantes, se insiste en que las calles recibieron sus nombres porque “eran de barcos del bando franquista”, a pesar de que en su nomenclatura oficial no se hace referencia alguna a ninguna nave de guerra. En abril de 2018, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, también suprimió la calle del Almirante Cervera en la ciudad, dedicada desde entonces al actor Pepe Rubianes. Colau desató una notable polémica al tildar al militar, uno de los protagonistas de la guerra de Cuba, de “facha”.
Para el concejal de Educación y Política Lingüística, Llorenç Carrió, “la Guerra Civil y la dictadura fueron una página negra de nuestra historia, los cambios de nombres de calles no la harán olvidar, pero tampoco la exaltarán más”. El Ayuntamiento considera que “este acto de normalidad democrática no puede suponer un coste económico para los autónomos o las empresas de estas calles, por tanto facilitará ayudas por valor de 40.000 euros para modificar los nombres en la documentación”.
El ‘Gravina’ y el ‘Churruca’, barcos de la República
En el volumen número 3 del ‘Catálogo Guía del Museo Naval de Madrid’, firmado por José Ignacio González-Aller, se afirma que tanto el ‘Churruca’ como el ‘Gravina’ se pusieron a las órdenes de la República. El ‘Churruca’ fue botado en 1928 y entró en servicio, según sus archivos, en 1931. El 17 de julio de 1936 se encontraba en Algeciras al mando del capitán de fragata Fernando Barreto Palacio. Recibió instrucciones para impedir el paso a la Península de las tropas sublevadas y bombardear los acuartelamientos de Regulares, a lo que se negó su comandante, sumándose, por tanto, al bando rebelde. Pero el día 19, la dotación se amotinó y fusiló a los oficiales.
El destructor se dedicó en estos primeros días de la guerra a patrullar los accesos del Estrecho para impedir la comunicación entre Marruecos y la Península. Al fondear en Tánger el 28 de julio, tuvo una colisión con el destructor ‘Almirante Antequera’. El 12 agosto de 1937 fue torpedeado por el submarino italiano ‘Jalea’; murieron cuatro hombres y tuvo ocho heridos; a duras penas consiguió entrar en Cartagena. Permaneció en el arsenal hasta el final de la contienda.
El ‘Gravina’, por su parte, entró en servicio el 24 de agosto de 1936, pero solo con cinco cañones de 101,6 mm y sin dirección de tiro. El 29 de septiembre, fue sorprendido por el crucero ‘Cervera’, que le obligó a retirarse a Casablanca con un impacto en la proa. Del 8 al 12 de enero de 1937 escoltó al bacaladero ‘Tramontana’, que transportaba oro a Marsella. El 12 de julio fue interceptado por el crucero ‘Baleares’.
El 5 de marzo de 1938 se hizo de nuevo a la mar en compañía de los cruceros ‘Libertad’ y ‘Méndez Núñez’ con la misión de atacar la base naval nacional de Palma de Mallorca. El 6 sostuvieron una acción nocturna con los cruceros nacionales ‘Baleares’, ‘Canarias’ y ‘Cervera’, durante la cual resultó hundido el primero. A comienzos de 1939, se encontraba en Cartagena. El del 27 de mayo de 1941, ya acabada la guerra civil, auxilió a los náufragos del acorazado alemán ‘Bismarck’ hundido en el Atlántico.
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