Masao Hashimoto soñaba con sostener una antorcha olímpica desde la primera vez que Tokio fue sede de los Juegos Olímpicos, en 1964, cuando corrió detrás de los portadores de la antorcha. Mientras que Rena Arakawa quiere agradecer la ayuda después de que el desastre nuclear de 2011 la obligó a abandonar su hogar.
El jueves, sus sueños se harán realidad, ya que participarán en el primer día del relevo de la antorcha olímpica, que fue pospuesto por un año junto con los Juegos Olímpicos, un retraso impuesto a los organizadores por la pandemia.
En los cuatro meses que durará el relevo, participarán 10 mil corredores, que llevarán la antorcha por las 47 prefecturas de Japón. El comienzo será en Fukushima, donde un tsunami impactó hace 10 años en una planta nuclear y obligó a miles de personas a huir, incluidos Hashimoto, de 71 años, y Arakawa, de 17 años. Muchos no han regresado aún.
‘¡Lo hice!’ Eso es lo que sentí”, dijo Hashimoto a Reuters, describiendo sus sentimientos cuando fue elegido hace más de un año para portar la antorcha en la ciudad de Iwaki. “‘¿Soy realmente digno de hacerlo?’ Es lo que sentí también”.
En 1964, cuando Japón se convirtió en la primera nación asiática en albergar los Juegos Olímpicos, Hashimoto era un estudiante de secundaria que jugaba al beisbol y uno de los pocos elegidos para correr con los portadores de la antorcha, sosteniendo la bandera olímpica.
“Lo cierto es que yo quería sostener esa antorcha. Pero solo fueron escogidas seis personas de nuestro colegio para correr, así que estaba encantado y me dio un buen recuerdo para atesorar”, dijo.
Hashimoto, un maratonista que comenzó a los 61 años, aparenta menos edad. Ha corrido unos 200 kilómetros al mes en preparación para el relevo, aunque, como otros corredores, su tramo será de apenas 200 metros.
Arakawa también es corredora y compite en la carrera de 3 mil metros para su escuela secundaria en Hirono, una de las ciudades más afectadas por el accidente nuclear. Arakawa, que tenía 7 años entonces, vivió junto a su familia durante cinco años en las lejanas islas de Okinawa y en la capital, Tokio.
“Esperaba hacer esto porque es una oportunidad única en la vida”, dijo Arakawa a Reuters en su colegio.
“Además, quiero transmitir mi agradecimiento a las personas que me apoyaron en Okinawa y Tokio cuando tuvimos que evacuar y trasladarnos después del terremoto”.
(Reuters)
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